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Solidaridad docente tras la crisis

Jesús Asensi
Profesor de Religión
20 de abril de 2020
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Esta terrible pandemia no está afectando a todos por igual, pues para las personas mayores o con alguna patología previa el contagio es casi letal. Alguno pensará que es la naturaleza la que está dictando sentencia y que las personas poco podemos hacer para evitar que el número de fallecidos en las residencias de ancianos sea más que escandaloso. ¿De verdad será cierto que hemos hecho todo lo que estaba de nuestra parte? ¿O quizá los españoles ya nos estamos desensibilizando ante la próxima Ley de Eutanasia que el Gobierno nos va a imponer en breve, sin apenas tiempo para reflexionar sobre lo ocurrido?

La debacle económica que ha provocado el estado de alarma no nos está afectando a todos por igual. Los autónomos, los pequeños empresarios o los trabajadores por cuenta ajena están pagando todos los platos rotos y les espera un triste panorama: tratar de resurgir de la nada, con deudas pendientes e innumerables impuestos que atender. Por eso ya se alzan algunas voces quejándose de los funcionarios y de su privilegiado estatus. ¿El simple hecho de aprobar una oposición ya les exime de aportar algo, por poco que sea, para salir cuanto antes de este “Estado de necesidad” que nos aguarda?

La debacle económica que ha provocado el estado de alarma no nos está afectando a todos por igual

Algunos funcionarios docentes que se encuentran en el régimen especial de clases pasivas, al aprobar su oposición antes del año 2011, se están haciendo cargo de la situación y se están planteando renunciar a la jubilación anticipada. Saben que en pleno siglo XXI ya no es creíble la justificación que la mayoría suele esgrimir para acceder al júbilo aventajado. Eso de que “hay que dejar paso a la gente joven” no lo puede decir hoy en día, en pleno siglo XXI una persona de 60 años. El Pacto de Toledo data del año 1995 y quizás, sí, hace veinticinco años se podía considerar “viejo” a un maestro de 60. Pero ahora, con esa misma edad, puede que esté en su mejor momento profesional, personal y familiar.

Y lo de dejar su plaza libre porque le preocupa la empleabilidad de la gente joven… ¡pero si ésta tiene toda la vida por delante! Hay que confiar en su creatividad, en su capacidad de encontrar nuevos hitos profesionales que nos ayudarán a salir cuanto antes de esta crisis económica. Los jóvenes no necesitan que “sus mayores” de 60 años les cedan su puesto de trabajo, como si dudaran de su madurez o de la formación recibida.

Seguro que, una vez pase esta terrible pandemia, lo que ahora es un pequeño murmullo se convertirá en el clamor de cientos de miles de funcionarios docentes dispuestos a arrimar el hombro, para que no sean siempre los mismos los que paguen las consecuencias de los desastres económicos. ¿No creen?

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