Consejos para afrontar las nuevas rutinas en función de la edad de los menores
Poco a poco nos vamos adentrando en una normalidad diferente. Las rutinas volverán, pero sin duda con grandes cambios.
En este sentido, ¿cómo podemos explicarles a los menores esta nueva realidad y ayudarles a canalizar sus sentimientos? Del mismo modo, ¿cómo podemos hacer que sigan sus rutinas y se interesen por los nuevos métodos de aprendizaje?
Las psicólogas del colegio «The English Montessori School”, Ana Ciruelos y Natalia Guigarro, han elaborado una guía completa con consejos para afrontar esta nueva situación en función de la edad de los menores.
“La forma en la que afrontemos la comunicación y les ayudemos a gestionar sus emociones, incorporar paulatinamente las nuevas rutinas, supervisar y apoyar su proceso de aprendizaje en cada periodo de tiempo variará en función de su edad”, han explicado las psicólogas.
Los niños de cero a tres años no son plenamente conscientes del significado de esta nueva situación, pero sí se dan cuenta del cambio de rutinas que se produce a su alrededor.
Para ayudarles a reconocer las emociones más básicas, expresarlas y gestionarlas, las psicólogas recomiendan los siguientes consejos: ayudarse de cuentos y dibujos para explicarles la situación, planificar de antemano las salidas y establecer límites para evitar las conductas agresivas.
Por otra parte, los menores de tres a seis años ya son capaces de comprender ciertos aspectos del virus, pero no todos. “Hay un mayor reconocimiento emocional, por lo que es importante enseñarles a reconocer sus propias señales corporales en relación a las distintas emociones”, han explicado las profesionales.
En la etapa de seis a doce años, los niños son más autónomos y necesitan profundizar en las explicaciones. Además, “surge el sentido de lo injusto y ciertas conductas oposicionistas, por lo que es preciso trabajar con ellos las rutinas diarias, dando tiempo al entretenimiento, a las tareas escolares y a los momentos en familia”, han aclarado las expertas.
Por último, en la etapa de doce a dieciocho años, por norma general, les cuesta asumir las normas impuestas y suelen cuestionar las decisiones.
La necesidad del grupo social, la limitación de todos aquellos “privilegios” que habían ganado con la edad, pueden llevarlos a un “permanente estado de enfado”.
En esta etapa se hace esencial la escucha activa, sin juzgar. “Es importante que se sientan escuchados y valorados, que participen en las decisiones familiares”, han subrayado Ciruelos y Guigarro.