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Por fin, nosotros mismos

José Mª de Moya
Director de Magisterio
9 de junio de 2020
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No creo que la cuarentena nos haya hecho mejores ni peores; sí, tal vez, nos ha hecho ser más nosotros mismos. Tal y como somos, auténticos, con nuestras miserias, sin trajes que disimulen los michelines, dejando ver por zoom el dormitorio mal decorado o esa estantería desordenada, incapaces de controlar el gesto de impaciencia cuando somos interrumpidos por un hijo o –mucho peor– por la mujer o el marido… ¡Qué vergüenza! Estoy de acuerdo con los que dicen que ha aflorado lo mejor y lo peor porque precisamente eso somos, capaces de actos heroicos en medio de una vileza hedionda.

El efecto que nos ha producido el confinamiento ha sido el contrario al que buscamos cuando nos vamos de carnavales. No hemos tenido dónde escondernos, ni máscara que ponernos, ni canillas al aire, ni ir por tabaco, ni de compras para perdernos, para huir de una realidad que nos mata, que detestamos.

Decían los de Proyecto Hombre que durante estos meses han recibido tres tipos de llamadas. «Por un lado están los cónyuges que se encuentran con actitudes agresivas de su pareja por una adicción que desconocían y llaman para saber cómo manejar la situación, y por otro lado tenemos a familias con hijos adolescentes, que normalmente pasaban mucho tiempo en la calle, y que estos días se han vuelto inmanejables. Las crisis de convivencia con los jóvenes son las situaciones más habituales». Ahora esas copas de más o la peli porno la tienes que ver en casa y te van a pillar y te vas a cabrear, primero, pero te puedes liberar de ese lastre, después. Ser auténtico es el principio del cambio.

El efecto que nos ha producido el confinamiento ha sido el contrario al que buscamos cuando nos vamos de carnavales

Porque un segundo tipo de llamada es la de «esos jóvenes con problemas de adicción que están evolucionando bien, porque están más protegidos. Es más, nos cuentan historias familiares bonitas, de chicos jugando a juegos de mesa con sus padres, cuando hace un mes era impensable». Probablemente se cabrearon cuando les desnudaron pero ahora se sienten liberados; pueden ser, por fin, ellos mismos.

La tercera categoría de llamadas es la más preocupante para los psicólogos de Proyecto Hombre. Son personas que han estado en tratamiento, han superado su adicción, pero el estrés les está empujando a recaer. «Estas personas –explica la psicóloga Cristina Illescas– son las que tienen más riesgo, porque no están tan protegidos como los adolescentes, y en muchas ocasiones son personas que viven solas. Tienen controlada la situación, pero el aislamiento les lleva al aburrimiento, y éste al consumo». Nada hay más autodestructivo que la soledad.

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