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La ley y el totalitarismo

Jesús Asensi
Profesor de Religión
28 de septiembre de 2020
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Los españoles podríamos quejarnos por esa supuesta mala gestión de la crisis sanitaria que nuestro Gobierno ha ejercido a lo largo de todos estos meses. Pero no nos podemos quejar ni una pizca de su interés por legislar y por sacar adelante los próximos presupuestos del Estado. Ahí tenemos la Lomloe, la Ley de muerte digna, la Ley de Memoria democrática y esos acuerdos con Bildu y ERC para aprobar los próximos presupuestos.

Algunas personas creen que la Ley no obliga a la ciudadanía a hacer uso de ella. Piensan que, aunque haya una Ley del aborto, a nadie se le empuja a deshacerse del hijo que lleva en sus entrañas. Pues esas personas se equivocan. Nuestra conciencia, esa voz interior que nos dice lo que está bien y lo que está mal, también se nutre de la realidad legislativa. Y por eso, casi de forma inconsciente, podemos llegar a pensar que todas las leyes que están aprobadas son moralmente buenas. Y así, de ese modo, el joven irresponsable tiene de su lado a la ley para vencer sin convencer a su novia y lograr que ésta se acerque a una clínica abortista.

También algunas personas creen que los márgenes que toda ley marca son infranqueables y que a nadie se le va a ocurrir ir más allá para imponer su propia ideología. Craso error. Ahí tenemos la normativa lingüística que aprobó la Consejería de Educación de la Comunidad Valenciana y que ordenó el fin del bilingüismo y abrió paso a un trilingüismo con una sola lengua vehicular. Y así, centros educativos que ofertaban una línea en valenciano y otra en castellano como lenguas vehiculares, han asumido el valenciano como lengua principal y casi única. Que sí, que está claro que sobre el papel han de impartir una serie de horas en castellano y en inglés, pero la realidad es que en algunos centros educativos no se respetan ese mínimo de horas de castellano. Y lo mismo pasa con el inglés, pues nuestros discentes no suelen entender casi nada cuando la maestra osa preguntarles algo que se salga del típico “how are you?”. Y claro está, no tienen otro afortunado remedio que explicarles la materia en la lengua vehicular que, en la inmensa mayoría de centros, es el valenciano.

Algunas personas creen que los márgenes que toda ley marca son infranqueables y que a nadie se le va a ocurrir ir más allá para imponer su propia ideología

Los españoles olvidamos que muchas veces los políticos no van de frente y que solo se preocupan por servir a sus intereses. Cuando presentan una Ley ideológica con toda su crudeza están dispuestos a ceder en algunas demandas menores, pues saben que a la larga, por el mero desgaste que el mal provoca, conseguirán que esa Ley sobrepase hasta los límites que ellos mismos se impusieron.

No da igual que se apruebe una Ley de educación que permita el cierre de las aulas concertadas que se puedan derivar a la escuela pública. No da igual que salga adelante una Ley de eutanasia que solo contemple la muerte provocada en unos cuantos supuestos. No da igual que se apruebe una Ley de memoria que ponga bajo sospecha a todas aquellas personas que vivieron y fueron felices bajo el régimen de Franco. Y no da igual porque la ideología totalitaria que nos gobierna es insaciable e inabarcable, pues no descansará hasta que el pensamiento único silencie a toda voz discordante y ponga punto final a esa verdad que nos hace libres. Y si no, tiempo al tiempo… que ojalá que no.

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