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Máster sí, Máster no

El Ministerio de Educación ha decidido que se puede impartir docencia en Educación secundaria sin el Máster universitario en profesor de enseñanza secundaria. Aparentemente la justificación es la falta de profesorado para cubrir las necesidades educativas en algunas comunidades autónomas, o lo que es lo mismo, la falta de previsión de las administraciones. Se trata sin duda de una decisión que puede generar más efectos negativos que positivos.
Xavier Gisbert
Ex director general de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio de Educación
28 de septiembre de 2020
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Incumplimiento de la ley vigente

La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, establece en su artículo 94 que, para impartir enseñanza en los niveles de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato será necesario estar en posesión de la formación pedagógica y didáctica de nivel de Postgrado, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 100 de la citada Ley.

El Real Decreto 1834/2008, modificado por el Real Decreto 1146/2011, establece en su artículo 9 que para ejercer la docencia en estos ámbitos será necesario estar en posesión de un título oficial de Máster que acredite dicha formación pedagógica y didáctica.

Todos los candidatos que ejercen o desean ejercer la profesión en los niveles indicados han cursado o están cursando el citado máster. Permitir el acceso a la docencia sin ese requisito supone un incumplimiento de la legalidad vigente y además genera desde todos los puntos de vista un agravio comparativo.

Destinatarios de la medida

Ante esta situación, se impone una reflexión sobre los destinatarios de esta medida.

Al ser el máster universitario en profesor de enseñanza secundaria un requisito para acceder a la profesión docente, este se convierte en un objetivo a alcanzar y cualquier estudiante interesado en ser profesor se matricula y lo realiza, bien para ejercer nada más obtenerlo o en un futuro. De hecho, todos los años miles de jóvenes cursan el máster y quedan a la espera de poder trabajar en un centro educativo.

La pregunta que hay que hacerse es ¿quién no realiza el máster universitario en profesor de enseñanza secundaria? Y la respuesta parece evidente: Aquellos que no tienen la enseñanza como objetivo, aquellos a los que la enseñanza ni les atrae ni les gusta.

Por lo tanto, los destinatarios de la medida son graduados que no están interesados en la enseñanza, sin vocación y que además no han conseguido un puesto de trabajo o, si lo han conseguido, el salario que cobran es inferior al de un profesor.

Esta medida propuesta tiene como objetivo atraer a la Educación a personas no interesadas en ella y a jóvenes que aún no tengan el máster en profesorado porque lo están cursando.

Y luego los políticos se permiten hablar de un MIR educativo, de la necesidad de atraer a los mejores, del modelo finlandés, etc…

Efectos de la medida

Además de las consideraciones anteriores, los candidatos que accedan a la profesión docente en estas condiciones lo harán sin la formación pedagógica y didáctica necesarias.

A diferencia de los sanitarios, con los que se tomó una medida similar en una situación de emergencia sanitaria, y que colaboraron con profesionales, estos interinos sin máster van a dar clase, se van a enfrentar solos a grupos de alumnos y van a ser responsables de su formación igual que cualquier profesional que cumpla con todos los requisitos.

Esta medida propuesta tiene como objetivo atraer a la educación a personas no interesadas en ella y a jóvenes que aún no tengan el máster en profesorado porque lo están cursando.

Consecuencias

Esta “aventura” permite atisbar varios escenarios con diversas consecuencias previsibles.

La primera consecuencia es la apertura de una tercera vía de acceso a la función docente. A los funcionarios con oposición y a los interinos, se suman ahora los interinos sin formación. Y todos con los mismos salarios y derechos.

La segunda es la existencia de una figura ilegal a la que, aunque con carácter excepcional, será difícil impedir que siga ejerciendo una actividad para la que ha sido autorizada, a pesar de no cumplir los requisitos legales.

La tercera es el impacto que esta medida puede generar en los centros, en los cuerpos docentes y en la aplicación de las leyes.

La cuarta es un empobrecimiento de la calidad de la enseñanza porque, si bien el máster universitario en profesor de enseñanza secundaria no garantiza siempre una adecuada formación, su ausencia asegura su carencia.

Resultados

España se ha caracterizado en la edición PISA 2018 por un empeoramiento general en las tres áreas que se evalúan, ciencias, matemáticas y lengua, de entre 5 y 19 puntos con respecto a la edición anterior.

La ausencia de una buena ley educativa y la aplicación de medidas como la propuesta por el Ministerio van a conseguir que el sistema educativo español pase de la mediocridad que ha mantenido de 2000 a 2015 a la deficiencia a la que ha conducido PISA 2018 para acabar en el desastre en 2021.

Las medidas basadas en ocurrencias siempre consisten en desvestir a un santo para vestir a otro. Si el fin justifica los medios las leyes sirven de poco, pero si el máster universitario en profesor de enseñanza secundaria no es necesario, elimínese. Solo será un paso más para que el sistema educativo español termine consolidando un puesto entre los peores de la OCDE.

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