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Por qué España no está preparada para la enseñanza online o híbrida

Casi el 23% de los alumnos de 15 años no usaba internet en el centro escolar antes de la pandemia. No solo faltan equipos, sino profesorado y organización de los centros. La herramienta Selfie de la UE permite autoevaluar la capacidad digital.
Diego FranceschMartes, 15 de septiembre de 2020
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© James Thew

La situación que han vivido los sistemas educativos a raíz de la pandemia ha sido excepcional y existen razones para pensar que la adaptación está siendo «difícil y desigual», asegura un informe del Instituto Valenciano de Investigación Económica (IVIE) publicado a finales del curso pasado. En ello influye mucho que, en el punto de partida, buena parte de los centros educativos hacían un uso muy limitado de las herramientas TIC. Casi el 23% de los alumnos españoles de 15 años no usaba Internet en el centro escolar y solo el 30% lo empleaba más de una hora al día.

Tras convertirse estas tecnologías en la tabla de salvación para mantener las actividades formativas, en los últimos meses del curso 2019-20 la capacidad de aprovecharlas de los profesores y los alumnos ha sido «muy dispar, pese a los esfuerzos enormes realizados», reconoce el informe.

Pero los obstáculos que impiden un aprovechamiento adecuado de las posibilidades que ofrece la enseñanza no presencial pueden seguir condicionando la formación en el curso actual. Las circunstancias sanitarias pueden hacer que, de manera más o menos amplia, sea inevitable continuar usando las tecnologías digitales de forma exclusiva, o combinadas con la formación presencial.

«Las debilidades fundamentales para moverse en ese escenario no son la falta de equipos o materiales, como suele subrayarse, sino la preparación del profesorado y la organización de los centros para estas modalidades de enseñanza», indica el informe. Es preciso «establecer criterios y mínimos a los que llegar en la enseñanza y las plataformas digitales a utilizar para que la experiencia de su uso por los alumnos sea lo más homogénea posible», añade. Para conseguirlo se necesitan, sobre todo, actuaciones formativas y organizativas. «El objetivo de las políticas ha de ser asegurar que las consecuencias educativas de la pandemia sean solo las estrictamente inevitables y garantizar unos resultados adecuados a todos los alumnos, no solo a los que cuentan con un entorno familiar más favorable para responder a las circunstancias o se benefician del entusiasmo y la dedicación extraordinaria de sus profesores», señala el documento.

La experiencia del último curso

El confinamiento y el resto de medidas de distanciamiento interpersonal adoptadas en los últimos meses han implicado que el papel de las nuevas tecnologías en la enseñanza experimente «cambios drásticos». Al convertirse esas herramientas en la única alternativa para mantener gran parte de las actividades formativas, el uso de las TIC ha aumentado mucho pero, con frecuencia, la intensificación de su empleo «ha sido improvisada», indica el informe del IVIE.

"Las debilidades fundamentales para moverse en ese escenario no son la falta de equipos o materiales, como suele subrayarse, sino la preparación del profesorado y la organización de los centros para estas modalidades de enseñanza", indica el informe

En muchos centros había diferencias internas debidas a la diversidad en la actitud y competencias digitales del profesorado, pero el punto de partida de la mayoría era débil en este sentido. Más que la falta de equipamiento adecuado para ofrecer formación a distancia desde su domicilio, en las primeras semanas del confinamiento lo que muchos profesores constataron es que carecían de la preparación y el apoyo organizativo necesarios.

Numerosas familias –sobre todo las de menor nivel de renta– comprobaron también que sus equipos digitales eran insuficientes o incluso inexistentes para el amplio uso que todos los miembros del hogar necesitaban. Y sobre todo, muchos alumnos constataron que tanto ellos como sus familias estaban faltos de práctica en el manejo de las herramientas y plataformas digitales.

El resultado de la respuesta dada a lo largo de los últimos meses del curso 2019-20 es una «combinación de elementos positivos y negativos»: se ha acumulado una experiencia que representa un «avance importante en el proceso de digitalización, gracias al esfuerzo a veces extraordinario de muchas personas; pero, a la vez, permanecen buena parte de las debilidades organizacionales y formativas», concluye el informe.

El resultado de la respuesta dada a lo largo de los últimos meses del curso 2019-20 es una "combinación de elementos positivos y negativos"

Más de la mitad del profesorado de ESO, sin formación digital

La capacidad de reinventarse de los sistemas educativos, los colegios, las universidades y los profesores no está siendo homogénea. Esta realidad debería haberse abordado antes de que comenzase este nuevo curso con el objetivo de paliarla lo más posible. «Si permanecen las condiciones en las que ha funcionado la Educación en estos meses las oportunidades de los alumnos se harán más desiguales, no solo porque ganan peso en la formación las condiciones que estos disfrutan o padecen fuera de la escuela sino porque los propios servicios formativos de los centros –y de cada uno de sus enseñantes– se han hecho más desiguales al tener que ser digitales», dice el IVIE.

Una encuesta de la Comisión Europea confirma que la dotación de equipamientos digitales y conexiones de los centros europeos y españoles era elevada, pero el uso de esos recursos en los procesos de enseñanza-aprendizaje era limitado.

Los equipamientos son una condición necesaria para aprovechar las nuevas tecnologías, pero no suficiente. Para que el uso sea intenso se precisan, al menos, otras tres condiciones: confianza del profesorado en las ventajas de incorporar dichos instrumentos a las metodologías docentes; formación y entrenamiento de docentes y alumnos para su utilización; y que la dirección de los centros apueste por ello instando a su implementación y la facilite.

Falta de confianza

La falta de confianza de los profesores en la digitalización se pone de manifiesto de dos maneras, según el IVIE. La primera, sus opiniones sobre la seguridad de Internet (protección de equipos digitales, datos personales y privacidad y bienestar en las redes). La segunda, la limitada confianza en su preparación para conducir el aprendizaje de distintas habilidades digitales. En este último sentido se genera un «peligroso círculo vicioso porque esa falta de confianza se deriva de la escasa formación en dichas habilidades, pero conduce a una escasa práctica de las actividades en las que las mismas se pueden adquirir por los alumnos en los procesos formativos, que son muchas, como se ha comprobado en estos meses», señala el informe citado.

En el conocimiento y manejo de las herramientas y plataformas de aprendizaje, más de la mitad del profesorado de Secundaria dice no haber realizado formación aplicada. En Secundaria, en formación relacionada con materias digitales específicas y sus aplicaciones sobre el aprendizaje, España se sitúa por debajo del promedio europeo, mientras que en Primaria está mejor.

En el conocimiento y manejo de las herramientas y plataformas de aprendizaje, más de la mitad del profesorado de Secundaria dice no haber realizado formación aplicada

Solo Cataluña y País Vasco se sitúan por encima de la OCDE

Dentro de España, la situación es más homogénea que a nivel internacional en cuanto a uso de medios digitales, pero la tónica general siempre es un escaso uso de las TIC en las escuelas. Las diferencias regionales indican que las comunidades donde más alumnos se conectaban más de una hora diaria a Internet en sus centros educativos –y por tanto partían de mayor experiencia en recibir la docencia apoyándose en las nuevas tecnologías– eran Cataluña y País Vasco, situándose ambas por encima del 40,7% promedio de los países de la OCDE.

El resto de comunidades se sitúa en un rango que va desde cifras próximas a un escaso 20 % (Castilla y León y Galicia) al 33,2 % de Región de Murcia. La Comunitat Valenciana se sitúa lejos de la media de la OCDE, 3 puntos por debajo del promedio nacional del 30% de conexión de más de una hora diaria.

El escaso uso de Internet antes del Covid-19 en España era, en promedio, un problema general aunque hubiera excepciones. Se daba en los centros de cualquier titularidad y en cualquier entorno socioeconómico.

«Las mayores amenazas para la adaptación digital sobre los resultados formativos y la igualdad de oportunidades provienen de la necesidad de acelerar la formación del profesorado para que supere su falta de experiencia previa en el manejo de muchas de las herramientas, y de superar las carencias organizativas de los centros», concluye el IVIE.

Evitar la improvisación del curso pasado

  1. Del mismo modo que las políticas educativas se ocupan de que la enseñanza presencial se desarrolle con garantías, las actuales circunstancias exigen reglas equivalentes para la enseñanza no presencial y el aprovechamiento adecuado de las TIC.
  2. La cuestión ahora no es si la enseñanza presencial tiene ventajas, sino cómo aprovechar la enseñanza no presencial cuando es la única posible. Y la pregunta no debe responderse este curso desde la improvisación del curso pasado. Es probable que, de manera continuada o intermitente, para muchos o pocos centros, para unos u otros cursos de un mismo centro, los rebrotes hagan que esa situación se prolongue.
  3. Los cambios que la forma de enseñar no presencial supone para todos son muy importantes, tanto en el terreno de los equipamientos como en el de la organización y los métodos. Estos meses enseñan que hacerlo solo cuando estamos obligados por las circunstancias es mucho más difícil y tiene peores consecuencias. Por tanto, resulta necesario impulsar iniciativas para mejorar la formación cuando la presencialidad no es posible.
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