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Mona Mourshed: “Los lazos entre el aula y el mundo laboral llevan décadas rotos”

La autora de varios informes McKinsey denuncia que los sistemas educativos fracasan, con pocas excepciones, en su preparación para entornos laborales cambiantes.
Rodrigo SantodomingoMartes, 17 de noviembre de 2020
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© Generation

Co-autora durante años de los famosos informes McKinsey, Mona Mourshed se centra ahora en presidir Generation, un proyecto RSC de mejora de oportunidades laborales lanzado en 2014 por la consultora estadounidense. En España ya han pasado por el programa 2.500 alumnos. Más del 70% encuentra trabajo a los tres meses de haberlo finalizado. A nivel global, la mayoría de alumnos de Generation apenas tienen la Secundaria. Pero en nuestro país, explica Mourshed, muchos cuentan con grados universitarios e incluso másters. La estadounidense participó recientemente en enlightEd, el foro educativo mundial de Telefónica.

Pregunta. Uno podría pensar que el paro juvenil es ante todo un problema de falta de oferta. ¿Realmente hay tantos trabajos que no se cubren porque los candidatos no dominan las competencias necesarias?
—Sí, en España por ejemplo el 75% de nuestros alumnos se colocan en el sector digital: automatización de procesos robóticos, marketing online… Y no son jóvenes con el típico perfil tecnológico, muchos han estudiado carreras de letras o artísticas. Existe un buen número de empleos con poca demanda, en España y en todo el mundo.

¿Qué competencias escasean con mayor frecuencia?
—Quizá la más importante (y que muchos alumnos no poseen) sea la habilidad de aprender rápido. Si pensamos en el sector tecnológico, algo cambia siempre cada seis meses: un nuevo código, una nueva plataforma…

¿Y los sistemas educativos están fracasando en fomentar ese aprender a aprender?
—Es algo que debemos cultivar más en la Educación obligatoria, aunque también tiene mucho que ver con la condiciones socioeconómicas en las que uno ha crecido. Pero a pesar de las carencias educativas, familiares o sociales que arrastre el alumno, si algo le quema en el estómago, si conserva un hambre de mejora que le motiva, se trata de una habilidad que, con el apoyo necesario, puede dispararse en pocas semanas.

Solemos asociar ese ansia de aprendizaje con metodologías innovadoras. Recuerdo un Informe Mckinsey, del que usted fue co-autora, que ponía en valor las lecciones magistrales como vía idónea para que el alumno asimilara conocimientos básicos. La innovación, concluía, solo tiene sentido sobre fuertes pilares.
—Lo cierto es que la mayoría de chavales que pasan por Generation han tenido problemas para adaptarse al tipo de enseñanza que suele ofrecer el sistema reglado. Trascendiendo la dicotomía innovación/tradición, pienso que el gran problema radica en la desconexión absoluta entre el aula y el mundo laboral. Y es lo que tratamos de resolver en Generation, vinculando muy estrechamente lo que nuestros alumnos harán en el trabajo con lo que aprenden en clase. Utilizamos dinámicas de grupo, simulacros de actividades reales…

“La distancia entre Educación y trabajo no es mayor en España que en otros países"

En España tenemos superávit de universitarios y al mismo tiempo altas tasas de abandono. En parte se explica por nuestro modelo productivo, en el que abundan los trabajos poco cualificados. De hecho, los datos educativos mejoran cuando empeoran los económicos. Las dinámicas Educación-trabajo son a veces complejas y contextuales.
—Pero una cosa se repite globalmente: los lazos entre ambos mundos llevan décadas rotos. Tendemos a pensar en un proceso secuencial: primero la Educación, luego el trabajo, y todo fluye. Y no es así, existen numerosas fricciones. Hemos de repensar esa secuencia para que el alumno —sin importar su edad, ya sea un parado de 40 y pico y tenga que reinventarse— empiece a confiar en que su aprendizaje le está preparando efectivamente para el mundo del trabajo.

¿Es esa distancia entre aula y empleo especialmente acusada en España?
—Hago muchas entrevistas con periodistas de distintos lugares: todos piensan lo mismo sobre sus países [risas]. En todas partes cuecen habas. Con la excepción de Alemania o Suiza, cuya larga tradición de aprencices y FP dual los convierten en ejemplos a seguir, la situación en España no es muy diferente al resto. La pandemia, con cientos de millones de nuevos parados, ofrece una oportunidad única para repensar un mayor acercamiento entre ambos mundos.

“Si hay hambre de mejora, se aprende a aprender en pocas semanas”

Si solo pensamos en el alumno como futuro trabajador, ¿corremos el riesgo de concebir la Educación únicamente desde una óptica utilitarista laboral?
—La Educación posee múltiples beneficios: aprender a ser un buen ciudadano, conocerse a uno mismo, saber qué queremos o no en la vida. Pero si no proporciona un trabajo, tenemos un grave problema. Me gusta pensar en ella como círculos concéntricos, con dimensiones que no se excluyen mutuamente. El momento y las necesidades concretas de cada alumno también invitan a pensar en la formación desde distintos puntos de vista.

¿Qué debe hacer un buen orientador? ¿Animar siempre a los estudiantes a perseguir sus sueños? ¿Darles un baño de realismo laboral? ¿Algo entre medias?
—Se trata ante todo de desplegar para la persona que tienes enfrente el abanico de opciones existentes. Recuerdo el caso de una joven española que había estudiado Turismo y le hablamos sobre la posibilidad de reorientarse hacia la robótica. No tenía ni idea de la cantidad de empleos que había en este sector. Se animó a tirar por ahí y le ha ido muy bien. En entornos laborales tan cambiantes, con tantas profesiones que no existían hace cinco años y otras condenadas a desaparecer, pienso que la misión fundamental de la orientación pasa por ajustar el espectro de opciones viables. Y comentar con el alumno los requisitos intelectuales y emocionales que precisa cada profesión.

La Unesco recomienda un orientador por cada 250 alumnos. En España la media está en torno a 800. Hace poco visité un instituto en Madrid con más de mil alumnos que solo contaba con uno…
—Mientras la situación mejora o no, recomendaría ampliar la idea de orientación a la familia y al entorno cercano. Insisto: para estudiantes de Secundaria y para todo aquel que busque empleo, tenga 30 o 50 años. Existen además un buen número de herramientas online que ayudan en ese proceso —tan personal— que permite pensar en el futuro con amplitud de miras y conociendo nuestras fortalezas.

“Reorientamos a universitarios españoles de letras hacia el sector digital”

Curriculum vitae

  • Estadounidense de padres egipcios. Mona Mourshed ha protagonizado una carrera meteórica en McKinsey, una de las consultoras más prestigiosas a nivel global. Antes estudió en Stanford y el MIT, ambas en el top de la enseñanza universitaria en EEUU.
  • Es co-autora de varios informes McKinsey, que analizan tendencias educativas globales desde una perspectiva científica y tienen amplia repercusión en todo el mundo.
  • En 2014 crea Generation, una apuesta personal financiada por la consultora. Desde 2017 también lidera las acciones RSC de la compañía a escala global.
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