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Mariya Gabriel: “Ante la desinformación, las escuelas deben promover más que nunca el pensamiento crítico”

Mariya Gabriel llevaba apenas tres meses en el cargo de comisaria europea de Eduación y Juventud, cuando tuvo que afrontar una crisis educativa sin precedentes. Sostiene que la escuela nunca será igual tras la Covid-19.
Rodrigo SantodomingoMartes, 15 de diciembre de 2020
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Mariya Gabriel es comisaria europa de Educación. © CLAUDIO CENTONZE

Eurodiputada desde 2009 por el partido de centro-derecha Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria, Mariya Gabriel (1979) se estrenó como comisaria de la UE en 2017, cuando pasó a ocupar la cartera de Economía y Sociedad Digitales. Desde hace un año lleva las riendas de una comisión multi-área: Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud. Gabriel devuelve a MAGISTERIO un cuestionario con extensas respuestas.

Dijo hace unos meses que toda la confusión alrededor de la pandemia supone una oportunidad única para trabajar el pensamiento crítico en la escuela. ¿La estamos aprovechando?

–Hablamos obviamente de una necesidad previa a la crisis. Pero la avalancha de especulación, fake news y teorías de la conspiración han convertido al fomento del pensamiento crítico en un objetivo más relevante que nunca. La pandemia en sí acentúa la importancia de que ser capaces, como sociedad, de evaluar y analizar críticamente la verdadera dimensión de fenómenos inesperados.

¿Y enseñan las escuelas europeas a pensar críticamente?

–Según una encuesta del Eurobarómetro realizada en 2019, el 42% de los jóvenes europeos piensa que, como competencia inseparable de la idea de democracia, el pensamiento crítico se trabaja poco en la escuela. Formar individuos conscientes de sus derechos y obligaciones, mejor preparados para identificar la desinformación y el intento de manipulación que esta conlleva, es un objetivo clave de la Comisión y mío personalmente.

¿Deberían los propios profesores ser también más autocríticos? ¿Repensar cómo hacían su trabajo antes de la crisis y cómo lo han podido mejorar a la luz de la excepcionalidad?

–Los profesores han mostrado un increíble entusiasmo, resiliencia ycreatividad en estos tiempos difíciles. Les felicito por haber sabido afrontar el desafío de gestionar una situación para la que nadie estaba preparado. Pero toda crisis sacude las zonas de confort, y esta no es una excepción. Ha mostrado las limitaciones de nuestros sistemas educativos, sobre todo en cuanto a la enseñanza y aprendizaje online. Tamaño desafío ha dado lugar a una explosión de prácticas innovadoras, pero en muchos casos también ha dejado al descubierto la falta de habilidades y confianza a la hora de moverse en entornos digitales con eficacia educativa.

Más allá del pensamiento crítico, ¿qué otras competencias deberían priorizar las escuelas europeas?

–Están reconocidas en una recomendación sobre aprendizaje para toda la vida que elaboró en 2018 el Consejo Europeo. Son —aparte de la mencionada— resolución de problemas, trabajo en equipo, comunicación, negociación, destreza analítica, creatividad y habilidades interculturales. Me consta que un buen número de estados miembros se han inspirado en esta recomendación al revisar y actualizar sus currículos.

“La Covid ha sido una lupa, revelando las desigualdades educativas y, en algunos casos, exacerbándolas”

Aunque se trata de un debate escurridizo, muchos dirán que para trabajar este tipo de competencias en el aula hay que transformar la práctica docente. ¿Hemos vivido un año dorado en cuanto a innovación?

–No sé si un año dorado, pero no tengo duda de que la crisis ha actuado como gran catalizador de la innovación educativa. El repentino cambio a la enseñanza online a gran escala durante los primeros meses de la pandemia fue de todo menos sencillo. La necesidad de garantizar la continuidad educativa significó que todos (docentes, equipos directivos, alumnos, autoridades) tuvieron que explorar las oportunidades que ofrece la tecnología digital. Esto ha impulsado cambios que, en una situación normal, hubieran llevado años.

¿Existe el riesgo de entender la vuelta a la normalidad como un deshacer todo lo que ha cambiado en los últimos meses?

–Al principio de la pandemia se impuso la expresión “nueva normalidad”. Esto ya no tiene sentido. Ha ocurrido, en todos los ámbitos, una transición hacia una realidad diferente a la de antes de la crisis. En la escuela, la transformación más notable es que ahora los profesores son mucho más flexibles y capaces de alternar y combinar aprendizaje presencial y online. Asumiendo que la presencialidad es irremplazable, la educación online está ahora mucho más integrada en las rutinas diarias del profesor. Y esto no va a desaparecer. El impacto a largo plazo queda fuera de toda duda. Pero hemos de ir más allá y lograr que todos los profesores de la Unión Europea se sientan cómodos y pedagógicamente preparados para hacer un uso de las TIC que beneficie a todos sus alumnos.

¿Va a articular la Comisión algún mecanismo que capitalice lo aprendido en estos meses?

–Para garantizar que aprovechamos al máximo la experiencia acumulada durante la pandemia, vamos a abrir un diálogo estratégico con los estados miembros. El objetivo es identificar áreas de mejora urgente en los factores que permiten alcanzar una Educación digital inclusiva y de calidad.

En España, están siendo meses con un margen de autonomía para centros y profesores inédito. Quizá desbordadas, las autoridades están dejando hacer más que nunca. ¿No piensa que, cuando todo pase, los políticos tendrán la tentación de retomar un control férreo sobre qué y cómo se enseña en las escuelas?

–No creo que la capacidad de adaptación y creatividad demostrada por los profesores caiga en saco roto. De hecho, su nueva ley prevé un aumento de la flexibilidad en el currículum y la evaluación. Años de investigación han certificado que una mayor autonomía escolar —sobre todo en cuanto a contenidos a enseñar y la forma de hacerlo— redunda positivamente en los resultados de los alumnos. Si esta crisis da un empujón a la autonomía en países que, como España, aún no disfrutan de altos niveles, mi valoración es extremadamente positiva.

¿Entiende la autonomía como la mejor forma de vincular a la escuela a su entorno, respondiendo así a las necesidades concretas del alumnado?

–Sin duda. Pero para ello es importante que las escuelas funcionen como sistemas abiertos e interactivos, abrazando enfoques totales (whole-school approaches). Esto significa que todos los miembros de la comunidad escolar se reconocen a sí mismos en un conjunto de objetivos y valores comunes. Cuando todos se sienten responsables, toman la iniciativa y están deseosos de colaborar con el entorno y con agentes externos. Es algo esencial para todo tipo de escuelas, pero en especial para aquellas situadas en zonas desfavorecidas o con muchos alumnos con necesidades especiales.

¿Nos ha hecho la Covid más conscientes de las tremendas desigualdades educativas que aún existen en Europa?

–Pienso que ha funcionado como una lupa, revelando las desigualdades y, en algunos casos, exacerbándolas. Al hacer que cada alumno tenga que contar con sus propios recursos, la verdad ha salido a relucir de forma más nítida. Han emergido tremendos desafíos en términos de equidad y calidad. Los alumnos más vulnerables han sufrido más que nadie las consecuencias del confinamiento, ya sea porque no contaban con el equipamiento necesario para acceder al aprendizaje digital, porque no gozaban de apoyo familiar o simplemente porque no tenían un sitio tranquilo para estudiar. La consecuencia es que, por desgracia, muchos de ellos se han quedado atrás.

“La escuela ha de funcionar como un sistema abierto, flexible e interactivo”

¿Cuáles deberían ser las prioridades al abordar las desigualdades y su aumento por efecto de la crisis?

–Europa debe favorecer los enfoques individualizados, el aprendizaje diferenciado y los esquemas de apoyo en los que los centros y las instituciones sean capaces de identificar a aquellos alumnos que enfrentan mayor dificultades: inmigrantes, jóvenes que proceden de entornos desfavorecidos y en general todos los que tienen algún tipo de necesidad especial. Necesitamos docentes mejor formados y escuelas con más recursos para lidiar con su alumnado vulnerable. Siempre con la posibilidad de flexibilizar y personalizar las formas de aprendizaje.

Su cartera incluye el área de investigación. ¿Piensa que el análisis científico enfrenta especiales obstáculos en un fenómeno tan multifactorial y contextual como es la Educación?

–Estoy de acuerdo en que se trata de un ámbito especialmente complejo. Y la complejidad de su análisis aumenta si tenemos en cuenta la importancia crucial que juega la actividad educativa en la preparación, fortaleza y resiliencia de los alumnos y de la sociedad en su conjunto. Pero esto no significa que debamos resignarnos a no estudiarla desde una óptica científica. La investigación puede y debe jugar un papel esencial en la mejora educativa. Ayuda enormemente a incrementar la calidad, pertinencia e incluso el atractivo de la práctica escolar. Más aun, ayuda a llevar el espíritu investigador más cerca del corazón de los alumnos, lo que en el futuro contribuirá a hacer a la sociedad europea más próspera y capaz de competir en un mundo que cambia tan rápido.

¿Cuál será, por así decirlo, el toque Mariya Gabriel como comisaria? ¿Por qué iniciativa personal le gustaría ser recordada?

–Me gustaría ver a Europa como líder mundial en la creación de contenido educativo digital de alta calidad. Por ello, en junio de 2021 pondré en marcha un estudio sobre la creación de una plataforma europea para el intercambio de este tipo de contenidos. Europa necesita alcanzar y superar a otras regiones creando un espacio propio común que permita compartir recursos online certificados y conecte a la multitud de plataformas educativas que ya existen. También crearé un hub [nodo o intercambiador] de Educación Digital Europea que actuará como think-tank, apoyando el desarrollo de políticas de Educación digital y monitorizando su puesta en práctica. Para ambos proyectos confíamos en contar con el talento de jóvenes, profesores, investigadores e innovadores españoles. Déjeme añadir otra iniciativa que lanzaremos en breve: un premio europeo de enseñanza innovadora. Es el primer galardón de estas características que surge de la Comisión. Me hará especial ilusión reconocer así excelentes logros docentes y métodos de enseñanza que aporten buenas ideas al profesorado europeo.

Una carrera meteórica

  • Formación franco-búlgara. Mariya Gabriel estudió filología búlgara y francesa en Povdiv (Bulgaria) y Relaciones Internacionales en Burdeos.
  • Eurodiputada a las 30. Con apenas 30 años, en 2009 fue elegida eurodiputada en representación de Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria, formación conservadora adscrita al Partido Popular Europeo (PPE). Gabriel ha ocupado distintos cargos en el PPE hasta alcanzar la vicepresidencia primera en noviembre de 2019.
  • Comisaria por partida doble. Tras ser reelegida eurodiputada en 2014, Gabriel se mantuvo en el Parlamento Europeo hasta 2017, cuando es nombrada comisaria de Economía y Sociedad Digitales. Desde diciembre del pasado año, ocupa la cartera europea de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud.
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Comentarios

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