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Combatir la dispersión digital

José Mª de Moya
Director de Magisterio
19 de enero de 2021
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La semana pasada apuntaba tres inconvenientes que suelen presentarse a todo centro incurso en pleno proceso de transformación digital: el problema de financiación, de seguridad y el metodológico. Y decía que personalmente es este último el que me resulta más problemático y sobre el que albergo más dudas. Seré directo. ¿La incorporación masiva de dispositivos, plataformas, etc. ha sido algo buscado para mejorar el aprendizaje de los alumnos o no hemos tenido más remedio? ¿No estaremos haciendo de la necesidad virtud? ¿Estamos realmente convencidos de que nuestros alumnos aprenderán más o mejor sustituyendo el libro por la tableta, la clase por la videoclase?

La transformación digital de la enseñanza tiene muchos ángulos, hoy querría detenerme en el que quizás más me preocupa: la atención del alumno. Numerosas voces expertas, algún estudio y demasiada experiencia cotidiana apuntan a que un exceso de pantallas está contribuyendo a una pérdida de capacidad de concentración por parte de nuestros alumnos. Esa navegación por picoteo –googlear, bichear…– el visionado de vídeos ultrabreves, los mensajes-ráfaga, las píldoras de conocimiento, los capítulos de las series de 40 minutos porque el largometraje se nos hace largo, el microelearning, el acceso compulsivo a las redes… todo ello parece contribuir a un acceso a la información muy epidérmico. Uno de los muchos apelativos cariñosos con el que nos referimos a nuestros chicos es de “generación de la dispersión”.

La transformación digital de la enseñanza tiene muchos ángulos, hoy querría detenerme en el que quizás más me preocupa: la atención del alumno

Van der Stigchel, catedrático de Psicología Cognitiva de la Universidad de Utrecht, dirige el grupo Attentionlab que examina cómo la atención y la conciencia visual forman nuestra imagen del mundo. “Somos adictos a las pantallas. Revisamos continuamente nuestros teléfonos, tabletas y ordenadores para ver si ya hay nueva información disponible (…). La atención visual es muy frágil –explica Van der Stigchel–. Nuestros ojos ven más de lo que procesamos. La atención es fundamental, pero por debajo del umbral de la consciencia, la influencia de lo que vemos es nula. Aquello de que si en la pantalla sale de vez en cuando una Coca-Cola nos va a incitar a tomar una, sabemos desde hace tiempo que no es verdad”.

Que la mirada sea selectiva y no registremos todo lo que vemos no es una limitación, al contrario, es eficacia. Por eso, el catedrático habla de cómo combatir la dispersión: “Centra tu atención en lo que merece tu atención –aconseja–, pon el foco en lo que es importante para ti”. Y para ello nos recomienda algo bien práctico: contemplar obras de arte ayuda a educar la atención.

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