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Resistencias al cambio digital

José Mª de Moya
Director de Magisterio
12 de enero de 2021
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Filomena ha vuelto a confinar, aunque sea durante unos días, a cientos de miles de escolares. Muchas familias y colegios han revivido esta semana el modelo de enseñanza que experimentamos durante el último trimestre del pasado curso. Parece que todo aquello fuera un ensayo general de algo a lo que vamos a tener que acostumbrarnos. Me consta que muchos centros han activado en cuestión de minutos el protocolo de videoclases. En esta ocasión no les ha cogido con el paso cambiado. Tabletas, conectividad, plataformas, metodología y formación del profesorado estaban dispuestos y solo era cuestión de activar el dispositivo.

Todo esto, claro, en aquellos centros que hayan logrado culminar o al menos avanzar en su proceso de transformación digital. No nos olvidemos nunca de ese 30 por ciento de alumnos que, según algunos cálculos, se quedaron descolgados durante el último trimestre porque o no tenían dispositivos o no tenían plataforma o no tenían conexión a Internet o sus profesores no sabían cómo hacerlo… o todo junto.

No nos olvidemos nunca de ese 30 por ciento de alumnos que, según algunos cálculos, se quedaron descolgados durante el último trimestre

Según vamos sabiendo, tres son las resistencias que encuentran los colegios que quieren incorporar un modelo híbrido tanto por parte del Claustro como, sobre todo, por parte de algunas familias. En primer lugar está el problema económico. Los dispositivos y las licencias digitales requieren de una inversión que habitualmente se añade al coste de los libros físicos en el caso de aquellos centros que quieren mantener los dos formatos. Abandonar totalmente el libro físico da miedo y es comprensible. En segundo lugar está el problema de la seguridad y del acceso a contenidos inapropiados por parte de los alumnos. Sobre esto ya he dicho cosas. Y en tercer lugar nos encontramos con la resistencia de algunos docentes, psicólogos y pedagogos a la enseñanza online a menores porque consideran que no garantiza el aprendizaje de igual forma que la enseñanza presencial y el libro físico. Algunos de los conflictos generados en los centros a cuenta del salto al digital se originan en mezclar estos tres problemas y en no tratar de resolverlos de forma independiente. Son problemas distintos que requieren soluciones distintas.

Personalmente, me parece que es la tercera resistencia al cambio –la pedagógica– la que merece más atención y un análisis más sosegado. Ahora no me da tiempo pero lo abordaré la semana que viene con argumentos de expertos en la materia. Sí adelanto que el objetivo no debe ser resistirse al cambio sino cambiar con cabeza.

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