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¿Instruir o socializar?

Jesús Asensi
Profesor de Religión
8 de febrero de 2021
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Algunos políticos piensan que la escuela existe para solucionar todos los problemas que van surgiendo en la vida cotidiana de la gente y también, ya de paso, para crear entre la comunidad educativa una corriente de opinión afín a su ideología que les perpetúe en el poder.

Ahí tenemos todas esas actividades que diferentes asociaciones realizan en los centros educativos sobre los más diversos temas: tiempo libre, aficiones deportivas, musicales o artísticas, diversidad sexual, consumo de alcohol y de drogas, salud corporal, ecologismo, Educación vial y en valores o contravalores… De ahí que uno entienda cada vez más esa afirmación de la ministra de Educación, la señora Celaá, cuando soltó que “no podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres”. Porque la función primera de un centro educativo debería ser la de instruir, la de impartir conocimientos, y la familia es la que tendría el deber y el derecho de educar a su prole en aquellos valores y creencias que considerase oportuno. Pero claro, si la ministra Celaá despoja a los padres de su potestad educativa, ese deber y ese derecho recaen sobre la escuela por su decreto legislativo.

Si la ministra Celaá despoja a los padres de su potestad educativa, ese deber y ese derecho recaen sobre la escuela por su decreto legislativo

Y por eso mismo la Lomloe pretende la inclusión del alumnado con diversidad funcional en los centros ordinarios. Se deja a un lado la finalidad primera de instruir, la que da sentido a la existencia de todo centro educativo, y se centra en la socialización, un valor que de siempre se ha hecho virtud en el seno de las familias. Pero claro está, si a las familias se les niega toda responsabilidad educativa, no quedará otra que cargar a la escuela con obligaciones que no deberían ser de su total incumbencia.

No podemos olvidar que la vida escolar, esa “reclusión académica” de los niños y jóvenes, es un invento humano que para nada sigue los dictámenes de la naturaleza. Un invento que perseguía un objetivo claro: instruir y formar. En cambio, la vida familiar es de origen natural y se da antes, durante y después del periodo escolar de los niños. Por eso, al ser la realidad escolar una realidad forzada y diferente a la realidad de la vida, no es el lugar idóneo para pretender una socialización que no se da ni va a dar fuera del ambiente escolar. Es en el seno de las familias y en su interacción con otras, donde se debe trabajar la socialización de los niños. Más aún, pues es en las familias, cosa que no pasa en la escuela, donde se le quiere a cada uno por lo que es y no por lo que hace o podría hacer. Por lo que la inclusión, la integración y la socialización está mucho más asegurada si se trabaja en el seno de las familias que en cualquier centro educativo por muy especializado u ordinario que sea.

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