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Las 'community schools' funcionan

José Mª de Moya
Director de Magisterio
23 de marzo de 2021
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Parece que las community schools americanas empiezan a arrojar los primeros resultados positivos, según recientes estudios, y que el modelo podría extenderse a otros países. Estos centros fueron impulsados por Arne Duncan, secretario de Educación en la Administración Obama para dar respuesta al alumnado desfavorecido concentrado en barriadas pobres. El menor de los problemas de estos alumnos es el académico. Habitualmente arrastran una mochila de problemas familiares, falta de disciplina, consumo, escasez de recursos, poca implicación de los padres, profesorado cambiante… Imposible solucionar lo académico sin abordar primero esto otro.

Conviene recordar que estas escuelas comunitarias son mucho más que escuelas porque, como explica Fernando Rodríguez-Borlado en Aceprensa, “aparte de las clases, ofrecen una gran variedad de servicios sociales: atención sanitaria –incluida la psicológica– para los alumnos y sus familias, lavandería, asesoramiento legal en cuestiones laborales o de extranjería, o talleres profesionales para los padres, entre otros. Para ello, siguiendo el dicho de que para educar a un niño hace falta una tribu entera, involucran a todo tipo de actores sociales, tanto del sector privado como del público, además de a los propios padres. Es frecuente, por ejemplo, que las empresas del entorno participen en la formación de los alumnos, bien impartiendo talleres en la escuela, bien ofreciéndose para las prácticas laborales de los estudiantes técnicos”. La idea conecta con ese concepto tan nuestro de escuelas abiertas a la comunidad, al barrio, pero sin descuidar lo educativo, lo académico. Probablemente ahí radica el éxito de las community schools americanas frente al fracaso de esos otros experimentos sociológicos de corte colectivista tan nuestros.

Aunque no descuidan lo académico, el enfoque pedagógico sí es peculiar y se sustenta en lo que se conoce como el real-life currículum, es decir, en la transmisión de conocimientos basados en problemas reales. En definitiva, un enfoque más competencial que utiliza incluso el método del caso.

Aunque no son concluyentes, las primeras investigaciones revelan que estas escuelas comunitarias están logrando reducir las repeticiones de curso, la indisciplina y el absentismo. Habrá que observar su evolución pero parece claro que alumnos en circunstancias especiales requieren un tratamiento también especial. La misma receta que aplicaría un padre o una madre de familia sensata que no trata del mismo modo a sus hijos sino que da a cada uno lo que necesita.

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