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Fernando Plaza Ponce, un docente del Renacimiento

Este profesor de Historia del Arte es un hombre polifacético donde los haya y su última aventura lleva nombre de libro.
Ingrid MosqueraMartes, 20 de julio de 2021
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Fernando Plaza es conocido en redes por su generosidad y por sus hilos sobre arte, de gran calidad y rigurosidad, con la perfecta carga didáctica.

Fernando es Director Pedagógico de ESO y Bachillerato, Coordinador del Equipo de Comunicación y Profesor de Historia del Arte del colegio Patrocinio de San José (Madrid). Desde hace tres años, realiza comunicación cultural a través de su cuenta de Twitter (@fernandoplazap) sobre sus dos grandes pasiones: la Educación y la Historia del Arte.

–Me gustaría empezar por el final, háblanos un poco de tu libro Misterios y milagros en piedra,   ¿cómo surgió la posibilidad de escribir un libro y cómo fue el proceso de elaboración del mismo?

–El inicio hay que ubicarlo en el ecosistema de Twitter, en concreto en un pequeño rincón al que llamamos #TwitterCultural y en el que varias cuentas compartimos nuestra pasión por el mundo del arte. En este «lugar» conocí a Manuel Ríos San Martín y comenzamos a interactuar.

Un día, contactó conmigo para plantearme la posibilidad de escribir un libro de acompañamiento (opúsculo) que hiciera un recorrido histórico/artístico por las tres obras arquitectónicas en las que se desarrollaba la trama de su tercera novela, Donde haya tinieblas, que iba a salir al mercado -editada por Planeta- en el mes de junio.

Los tres escenarios eran la ermita de la Virgen del Ara (Badajoz), el santuario de Aránzazu (Guipúzcoa) y el monasterio de San Juan de la Peña (Huesca). Me encantó la idea y me lo tomé como un reto maravilloso: se trataba de mi primera incursión en el mundo editorial.

Además, las tres obras arquitectónicas de las que tenía que escribir eran fantásticas, había muchas cosas que contar sobre ellas y me iban a dar mucho juego.

Un par de días después, Leo Campos, el editor de Planeta, se puso en contacto conmigo y todo fluyó de forma sencilla. Me transmitió que lo que estaban buscando era un libro con un marcado carácter divulgativo y que estuviera dirigido a un público general no especializado.

Y así comenzamos este fantástico viaje en el que Leo fue un apoyo muy importante, ya que siempre me trasmitió mucha confianza y supo orientarme al ser yo un novato en este mundillo.

El objetivo era despertar en los lectores las ganas de visitar estos tres mágicos lugares

Una de las cosas que más me han gustado de esta experiencia ha sido comprobar que, según avanzaba en el proceso de documentación y posterior redacción del texto de cada obra arquitectónica, me daba mucha «pena» tener que pasar a la siguiente (tenía establecido un espacio limitado). Esto me sucedió con las tres, siempre sentiré un cariño muy especial por cada una de ellas.

–¿Tuviste algún tipo de coordinación con el escritor Manuel Ríos San Martín, autor del libro Donde haya tinieblas?

–Hablamos bastante al principio porque yo quería saber qué se decía de cada uno de estos tres lugares en la novela para que lo que yo contara en el libro no se solapase con esa información y aportase un valor añadido. Fue una colaboración muy sencilla porque Manuel es una gran persona, un profesional maravilloso que siempre está pendiente de cuidar todos los detalles.

Una vez que tuve esa información, comencé con el proceso de redacción y ya no fue necesario volver a contactar con Manuel, ya que Misterios y milagros en piedra no está directamente relacionado con la trama de la novela, solamente con estos tres escenarios arquitectónicos.

–Haciendo mención a tu carrera docente, ¿cómo has vivido tu labor este último año? ¿qué ha sido lo mejor y lo peor?

–Ha sido un año difícil y muy largo. Lo mejor ha sido, sin duda, vivir desde dentro cómo ha reaccionado toda la comunidad educativa. Los docentes, sin darnos apenas cuenta, nos hemos «metido» en casa de las familias que, al volverse nuestras aulas transparentes, han podido comprobar directamente lo que supone impartir una clase.

Han visto la pasión con la que se prepara cada sesión, cómo se intenta involucrar a todo el alumnado y la «maravillosa dificultad» que supone conseguir despertar el amor por el conocimiento en general y por tu asignatura en particular cada día. Creo que esto ha reforzado mucho la imagen y la valoración general de la labor del profesorado ante la sociedad.

Tengo la sensación de que han sido 16 meses seguidos de curso, desde marzo del 2020

Además, hemos avanzado mucho en algo que considero vital para el desarrollo de nuestro oficio: se ha normalizado como una herramienta más el pedirnos ayuda entre nosotros, ha desaparecido esa creencia errónea que nos hacía sentir que solicitar la colaboración de un compañero era sinónimo de incompetencia.

Somos más valientes, y esto ha aumentado el sentido de comunidad en los centros educativos y ha generado que el crecimiento de cada docente haya sido exponencial.

También querría señalar entre las cosas buenas de esta etapa la maravillosa reacción del alumnado ante las dificultades: han sido capaces de adaptarse a un contexto muy complejo y, en muchas ocasiones, nos han dado auténticas lecciones de responsabilidad y compromiso.

Además, se han convertido en unos colaboradores imprescindibles cuando algún aspecto tecnológico no funcionaba. El mostrar nuestra vulnerabilidad ante ellos ha estrechado nuestros lazos afectivos.

En cuanto a lo que considero que ha sido lo peor de estos meses, señalaría sin dudarlo, el tener que adoptar el formato online y de clases híbridas. En las enseñanzas medias se ha demostrado que la presencialidad es un factor básico en el proceso de enseñanza/aprendizaje.

Y otro asunto muy negativo ha sido que el uso de las mascarillas ha perturbado y desvirtuado mucho la comunicación: en el contexto educativo, el lenguaje no verbal, la gestualidad es básica para conectar con las personas.

–En una de las #CharlasEducativas, nos contabas cómo relacionas Twitter con tus clases, ¿nos puedes dar algún ejemplo?

–Twitter es una herramienta que utilizo en el aula con una doble intención: en primer lugar, para comunicarme con el alumnado en un idioma familiar para ellos como es el de las redes sociales. Esto me permite abrir de manera natural un canal de comunicación muy eficaz, y es que el hecho de explicar «Las Meninas» a través de un hilo de Twitter es algo que les sorprende; y todos sabemos que en el alumnado, la sorpresa suele ser la antesala del entusiasmo.

Y la segunda razón es porque me brinda la oportunidad de «invitar» a nuestra clase a grandes tuiteros, divulgadores culturales, a través de la lectura de los hilos que publican y que están relacionados con las obras de arte que analizamos a lo largo del curso. El formato ágil y visual de esta red social ayuda mucho a conseguir que aprendan.

–¿Crees que también podrás encontrar la forma de relacionar esta facera de escritor con la de profesor?

–Creo que sí. Cuando escribes es como cuando impartes una clase: tratas de compartir lo que sabes con el objetivo de despertar la curiosidad y el interés del lector, al igual que lo haces en las sesiones de clase con el alumnado.

En las redes sociales también se puede aprender Historia del Arte

En cuanto empiecen las clases, compartiré con el alumnado la «intrahistoria» de la creación de este libro: cómo ha sido el proceso de documentación y los pasos que fui dando.

–¿Te ves escribiendo más libros en el futuro?

–De momento estoy disfrutando de este proyecto que tanto me está aportando, pero me encantaría escribir uno que uniese mis dos pasiones: la Educación (en todas sus vertientes) y la Historia del Arte.

Sería mi manera de compartir mi experiencia de más de 20 años en ambos campos, tanto desde el aula como desde mi faceta de directivo de un colegio. Mientras tanto, seguiré publicando hilos en Twitter sobre estos dos temas, algo que me divierte y aporta mucho.

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