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Begoña Learreta y Kiki Ruano: "Apostamos por una hora diaria de Educación Física"

Doctoras en Ciencias de la Educación y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y con una amplia experiencia como docentes, presentan su programa El cuerpo entra en la clase para acabar con el inmovilismo en las aulas.
Saray MarquésMartes, 30 de noviembre de 2021
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Kiki Ruano y Begoña Learreta, en la presentación del libro.

En su libro El cuerpo entra en la clase (Narcea, 2021), Begoña Learreta y Kiki Ruano desgranan su programa, en el que el movimiento consigue generar aprendizaje experiencial, mejorar la dinámica organizativa del aula, incidir en el clima afectivo, ayudar al alumnado a relajarse o desarrollar las funciones ejecutivas y, en definitiva, mejorar la dinámica de funcionamiento del aula imprimiéndole dinamismo, alegría, movimiento y sorpresa con emoción.

¿En qué consiste el programa de trabajo El cuerpo entra en la clase (ECEC)?
–Se trata de una propuesta que otorga protagonismo a la dimensión corporal y motriz del sujeto, en este caso del alumnado dentro de las aulas, incorporando de manera estructurada el movimiento para mejorar así los aprendizajes. Dependiendo de la propuesta motriz que se plantee en cada momento, el movimiento cumple una u otra función: conseguir aprendizaje experiencial favoreciendo la adquisición de contenido curricular, mejorar la dinámica organizativa del aula, incidir favorablemente en el clima afectivo del grupo, dotar al alumnado de herramientas para controlar su cuerpo generando situaciones de relajación, o desarrollar las funciones ejecutivas; todo ello incidiendo en la generación de descansos activos, capaces de reactivar los procesos atencionales, y mejorando la dinámica general del funcionamiento del aula imprimiendo dinamismo, alegría, movimiento y sorpresa con emoción.

¿Cuáles son los fundamentos en los que se sustenta?
–Se apoya en planteamientos científicos basados en la neuroeducación y en la revisión bibliográfica que avala este tipo de prácticas. Por una parte, conociendo el funcionamiento de un cerebro que aprende y sabiendo cómo poder favorecer los procesos de aprendizaje, activando rutas cerebrales múltiples con implicación del movimiento entre ellas; por otra parte, siendo conscientes del desgaste que sufre la atención ejecutiva tras periodos de continua exposición a situaciones de concentración en un foco atencional fijo; por otra, conociendo cómo opera el movimiento en el propio cuerpo, los procesos que desencadena a nivel hormonal, de mejora de órganos y sistemas. También la psicología social pone de manifiesto lo importante que es la sensación de pertenencia de un sujeto al grupo-clase al que pertenece, y a través de ECEC se ofrece una propuesta clara orientada a generar interacción positiva entre los componentes del grupo; además, está el ser conscientes del papel de las funciones ejecutivas en el comportamiento escolar de niños y niñas, y  la búsqueda de cómo poder desarrollarlas de manera indirecta, a través del movimiento.

Todo ello compone un sustento que da sentido al programa y lo modela, estructurando diversas posibilidades de intervención a través del movimiento, en función de cómo se manejen las propuestas que se introducen en el aula en cada momento.

¿Cómo puede ayudar la utilización del movimiento a la incorporación de nuevos aprendizajes?
–De formas muy diversas, y cada una de ellas nos ha servido para identificar un área de intervención en nuestro programa de trabajo. Por un lado, proporcionando interacción personal entre los componentes del grupo de forma lúdica, para estrechar los vínculos afectivos (Área Social). Por otro lado, consiguiendo que los aprendizajes curriculares sean vivenciales, asociando movimientos concretos o posiciones corporales a conceptos a estudiar, por analogía con ellos (Área de Aprendizaje).  También, organizando el trabajo en el aula a lo largo de la clase con música y movimiento, originando dinámicas organizativas capaces de generar turnos, paradas, agrupaciones, cambios de sitio, etc., todo ello para desarrollar trabajos escolares organizados de manera dinámica en lugar de hacerse en un pupitre y de forma estática, lo que proporciona un ritmo más activo, mantiene al alumnado despejado, atento, interesado, mejorando su implicación en los aprendizajes (Gestión de Aula). Existe un trabajo mediante propuestas motrices, que poseen un componente de diversión y se orienta a trabajar el control corporal, la inhibición del movimiento, la atención ejecutiva en secuencias motrices, lo que incide directamente en el desarrollo de las funciones ejecutivas (Área de Funciones ejecutivas). Y, por último, el manejo de la dimensión corporal puede generar estados de relajación y bajar los niveles de activación de manera voluntaria cuando sea conveniente, con diferentes métodos o técnicas de relajación para disminuir el nivel de tensión acumulada durante el periodo escolar o familiar (Área de relajación).

Cuando las propuestas de movimiento irrumpen de manera imprevista como rupturas que aparecen a lo largo de periodos de concentración prolongada, el efecto es de reactivación de los procesos de atención, dado que el cerebro tiende a desconectar del foco atencional transcurrido cierto tiempo. Incorporar el movimiento mediante cuñas motrices, independientemente del área de trabajo sobre la que se incida, facilita los aprendizajes en general porque los procesos de atención son más efectivos.

Al margen de estas vías específicas de incidir favorablemente en los aprendizajes que ocurren en las aulas, el movimiento con cierta intensidad, la actividad física, desencadena a nivel fisiológico hormonas que el cerebro utiliza satisfactoriamente, incidiendo en que los aprendizajes sean más eficientes.

¿Cuál de las áreas es la más importante?
–Todas las áreas de intervención son importantes, es papel del docente decidir cuál quiere trabajar en función de las necesidades que surgen en su aula, del momento de la clase en el que se encuentre, del estado de ánimo de los estudiantes, del objetivo que pretenda desarrollar con ellos…

Por ejemplo, el conocimiento y aceptación entre todos los componentes del grupo favorece su sólida conformación como grupo, una mejor aceptación de cada uno y, en definitiva, un mejor clima afectivo en el aula. El estudiante aprende mejor cuando lo hace en un clima de confianza, compañerismo, buen trato, tanto con el resto de compañeros como con el profesor. Este factor emocional es básico para favorecer el aprendizaje. Desde la neurociencia se ensalza la importancia de este factor, puesto que la emoción es central en la conformación del cerebro y un ingrediente básico en los procesos cognitivos. Por tanto, la mejora del clima afectivo siempre será clave para el desarrollo de los aprendizajes en un contexto social.

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La mejora del clima afectivo siempre será clave para el desarrollo de los aprendizajes en un contexto social

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¿Qué figuras consideran claves en el tratamiento pedagógico de lo corporal? 
–Marcelino Vaca, al que nos referimos específicamente en el libro, desarrolló toda una teoría pedagógica en torno a esto, si bien es verdad que con un enfoque orientado al desarrollo psicomotor del niño, y especialmente en un contexto de Educación Infantil. Sin duda ha sido un referente para conformar nuestro programa de trabajo.

Dicen que hay que pasar del cuerpo silenciado al cuerpo implicado.
–“El cuerpo silenciado” se refiere metafóricamente a una dimensión corporal y motriz anulada dentro del aula, por asumir incorrectamente que este ámbito se desarrolla de manera compartimentada, en otros espacios y en otros momentos ajenos al aula, como las clases de Educación Física o los recreos. El paso a un “cuerpo implicado” asume la presencia de la corporalidad en el propio espacio del aula, dando protagonismo a la esfera motriz del alumnado en relación con los aprendizajes escolares que se producen en las clases. Este planteamiento pone en valor dos principios incuestionables. Por una parte, reconoce que la persona se manifiesta globalmente y que todas las dimensiones de su ser están imbricadas. Es necesario desechar la dualidad cuerpo-mente y concebir al alumnado de forma más holística. Por otra, asume el gran potencial que posee el movimiento para mejorar los aprendizajes escolares.

¿Cómo se puede evolucionar hacia lecciones académicas físicamente activas?
–Para reconvertir el modelo pedagógico y cambiar el modus operandi de intervención en el aula se hace necesario tomar conciencia de las aportaciones de la neuroeducación, reflexionar sobre nuevos planteamientos, y estar dispuesto a evolucionar buscando la mejora continua. Una vez asumida esta necesidad de cambio, primer paso necesario para la transformación, es importante que el profesorado reciba formación que le permita sentirse cómodo manejando estas prácticas motrices, que se entrene en movilizar a su alumnado en el espacio del aula, que conozca las claves para incorporar propuestas motrices con éxito. También es fundamental que descubra las diferentes áreas de intervención sobre las que se puede incidir al incorporar el movimiento en las clases. Es importante que el docente sepa qué busca, qué pretende en cada momento, para, en función de ello, incorporar una u otra propuesta. Se puede empezar con actividades sencillas, tanto para el docente a la hora de proponerlas como para el alumnado a la hora de acometerlas. En cualquier caso, es necesario revertir el modelo del proceso de enseñanza-aprendizaje desde lo academicista, basado en la sesión expositiva por parte del docente, hacia lo experiencial, basado en aprendizajes activos.

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Es necesario revertir el modelo del proceso de enseñanza-aprendizaje desde lo academicista, basado en la sesión expositiva por parte del docente, hacia lo experiencial, basado en aprendizajes activos

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¿Qué quieren decir cuando dicen que “Los docentes deben estar atentos a los cuerpos que hablan”?
–El profesorado debe tener la capacidad de inferir lo que puede estar sintiendo el alumnado en cada momento por su actitud corporal, su mirada, su posición, su manera de recibir la información, de participar, de implicarse. La corporalidad es una dimensión humana capaz de transmitir en gran medida el mundo interior. Con una mirada atenta al alumnado en este sentido es fácil saber si está receptivo, ilusionado, interesado, si realmente está aprendiendo o si ha desconectado de la actividad escolar, está aburrido, cansado… Interpretar estas señales es necesario para un docente, para así poder dar la mejor respuesta al grupo-clase en cada momento y manejar de la manera más óptima posible la dinámica del aula. En función de esta información, será fácil decidir el mejor momento para incorporar propuestas motrices, orientadas a lo que se necesite fomentar en cada ocasión a través de ellas.

¿Es posible escapar del pupitre?
–La experiencia nos ha demostrado que es viable, más de lo que nadie imagina a priori. Es verdad que, para aplicar el programa, es importante que los espacios de tránsito, esos que se generan entre mesas, sillas, pupitres, armarios, dentro del aula, estén despejados, que el mobiliario esté bien alineado, “bien colocado”, independientemente de la disposición que haya en el aula (filas con mesas individuales, grupos de pupitres, semicírculos, etc.) Es conveniente que las mochilas, carteras y demás objetos personales no ocupen espacio en los pasillos de tránsito, por lo que, en el momento de hacer el trabajo motriz, se deben situar encima de cada silla, y meter esta dentro del pupitre. Hacer de estas acciones un hábito ayudará a interiorizar el programa de trabajo en óptimas condiciones. Además, se hacen necesarias dos pautas esenciales, que pronto el alumnado incorporará en su práctica: caminar buscando sitio libre dentro del aula, pero sin rozarse con el mobiliario ni tampoco con los compañeros. Estas premisas desencadenan una dinámica muy eficiente el uso de los espacios de tránsito, por pequeños que parezcan. El alumnado encuentra en estas formas de utilizar el aula gran satisfacción porque le divierte, le despeja, le entretiene, y por tanto colabora positivamente y, muy pronto, todo fluye con estabilidad. El aula se convierte en un espacio de aparente caos donde cada uno circula libremente, pero en realidad es un orden perfecto, donde todo se para y reina el silencio y la inmovilidad cuando el profesor para la música o pide una pausa.

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El aula se convierte en un espacio de aparente caos donde cada uno circula libremente, pero en realidad es un orden perfecto

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¿Cómo se pueden concebir de otra manera los espacios de tránsito? 
–Los espacios de tránsito se pueden concebir como aquellos lugares del aula –normalmente reducidos, libres de mobiliario y de objetos personales, habitualmente considerados como “espacios muertos”– por donde el alumnado puede realizar algún tipo de movimiento a propuesta del docente.

En el curso académico 2016-17, en Castilla la Mancha, se llevó a cabo un proyecto en centros escolares, de la mano de la Universidad de Castilla-La Mancha: Proyectos Escolares Saludables. Descansos activos, cuyo objetivo era dar a conocer este programa para mejorar la salud y el rendimiento académico en los escolares. En la elaboración de las fichas sobre los descansos activos participaron 28 centros de Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Toledo y Albacete que lo aplicaron en sus aulas. Esta es una evidencia de utilización eficiente de los espacios de tránsito dentro del aula, y ahora se suman los centros en los que se está implementando el programa ECEC.

¿Cómo ven que algunos expertos recomienden situar las clases de Educación Física antes de determinadas materias?
–Sí, se recomienda situarlas antes de las asignaturas que requieren una mayor concentración y atención, como Matemáticas, Filosofía, Lengua, Física o Química, porque ya hay bastantes estudios que consideran que el ejercicio moderado potencia las funciones cognitivas. Un grupo del Centro de Investigación del Deporte (CID) de la Universidad Miguel Hernández, encabezado por Eduardo Cervelló, ha analizado el efecto del deporte en los adolescentes y el resultado es que la actividad física “moderada”, que habitualmente se desarrolla en la asignatura de Educación Física, provoca una “especial capacidad de concentración” en la hora inmediatamente posterior. Añade, además, que “la dosis adecuada de entrenamiento debe tener en cuenta todas las dimensiones del ser humano: la fisiológica, la mecánica, la cognitiva y la social y, por tanto, su abordaje debe contemplar un enfoque multidisciplinar”. Todo esto ya demostrado científicamente está muy en consonancia con lo que planteamos en el programa El cuerpo entra en la clase, que desarrolla diversas áreas orientadas a la mejora de los aprendizajes en el aula a través del movimiento.

¿Serían necesarias más horas de Educación Física o sería mejor introducir en el aula descansos activos?
–Ambas cosas son importantes y por tanto serían muy convenientes las dos, aunque las finalidades no serían exactamente las mismas. Respecto a ampliar las horas de Educación Física a la semana, apostamos por una diaria. Esto supone mejorar claramente un factor asociado a la salud, combatiendo el riesgo de obesidad y fomentando la adhesión a la práctica de actividad física como ocio fuera del horario escolar.

En el caso de incorporar el movimiento en las aulas es un planteamiento más globalizador, incidiendo en que las dinámicas del aula sean más lúdicas, más activas, proporcionando al alumnado experiencias que generen emociones relacionadas con la alegría. Esto genera un efecto sobre los aprendizajes, ya que se vuelven más amables, accesibles e interesantes para el alumnado.

¿Creen que pueden estas cuñas motrices ayudar a combatir el fracaso escolar?
–Sin duda. En muchos casos el fracaso escolar se debe a que los niños y niñas desconectan de los aprendizajes que la escuela les proporciona porque no les interesan, no conectan con sus expectativas. Esto puede deberse a que la motivación que despiertan en torno a ellos es insuficiente y esto provoca que el alumnado no haga el esfuerzo, que es costoso, de mantenerse atento, vinculado, concentrado. Francisco Mora ya ha hablado del apagón emocional para referirse a la falta de enganche que sufren muchos alumnos cuando no sienten ningún interés por los aprendizajes y desconectan, llevando a situaciones lamentables de frustración, desinterés, falta de autoestima y fracaso escolar.

Reformular la manera de intervenir en el aula por parte de los docentes, dotando a los procesos de enseñanza-aprendizaje de estas cuñas motrices y dando presencia al movimiento a través de las diferentes áreas de intervención, conseguirá que el alumnado encuentre momentos en los que se mueva acompañado por la música, provoque secuencias rítmicas con su cuerpo, interaccione con otros compañeros atendiendo a consignas corporales, o que se le proponga moverse con similitud a fenómenos, animales, procesos o secuencias que esté estudiando, para aprenderlo de manera experiencial, implicando de manera diferente nuevas áreas de su cerebro que habitualmente no implicaba a la hora de aprender mediante propuestas academicistas y enciclopédicas. En definitiva, es un nuevo horizonte, capaz de regenerar lo que ocurre en las aulas, en beneficio del alumnado.

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Dotar a los procesos de enseñanza-aprendizaje de estas cuñas motrices y dar presencia al movimiento abre un nuevo horizonte, capaz de regenerar lo que ocurre en las aulas, en beneficio del alumnado

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¿Hay muchas rutinas en la escuela que van contra natura?
–Sí, por ejemplo los horarios que se siguen no son los más favorables. Es verdad que las circunstancias organizativas imponen exigencias en el funcionamiento de un centro. Otro ejemplo sería el tiempo dedicado a áreas como Plástica, Música o Educación Física, que son realmente las más importantes para el desarrollo de la personalidad y deberían tener un mayor protagonismo, pero no sólo en el número de horas, sino también en el enfoque, que debería orientarse a la expresión, comunicación y creación, más que a la memorización, automatización o práctica de recursos técnicos. En este caso estamos hablando de currículum, algo que no es tan fácil de cambiar, porque afecta a todo el sistema educativo.

Por otra parte, y con más fácil implementacion, las metodologías que deberían predominar en cualquier aula deberían ser aquellas que ponen al alumno en el centro, dotándoles de un rol activo en que investiga, reflexiona, crea, y no de un rol de receptor pasivo con el profesor como protagonista, como transmisor de información. Este enfoque necesariamente debe cambiar por el bien del alumnado y de la sociedad si queremos alumnos autónomos, reflexivos y con capacidad de aprender por sí mismos.

Y alumnos atentos.
–La atención constituye un elemento de extraordinaria importancia para generar aprendizajes y que estos se lleguen a memorizar y se consoliden. El rendimiento mental requiere inicialmente de la atención básica, la que capacita para mantenerse despierto y alerta, y también de la atención ejecutiva para ser mantenida de manera intencional y continuada mientras duran las explicaciones, las secuencias argumentales o los razonamientos a los que hay que mantenerse “conectado”. La atención ejecutiva es la que toma mayor protagonismo en los aprendizajes escolares;  la que garantiza una conexión de manera consciente y permanente con el estímulo informacional al que hay que atender, reconectando el vínculo con el estímulo cuando se detecta que se ha perdido.

Se sabe que la cantidad de información que “cabe” en el espacio mental de trabajo es limitada. Llega un momento en que los estímulos a los que se puede atender, interpretándolos, se desbordan respecto a la capacidad de manejo que se posee mentalmente y entonces el sujeto deja de tener capacidad para analizar más información. En ese momento la persona “desconecta”, pierde la concentración y no puede seguir vinculada al estímulo. La atención ejecutiva es la que reactiva el vínculo. Para contribuir a un buen funcionamiento de la atención mantenida y liberar el esfuerzo requerido en términos de atención ejecutiva, parece conveniente realizar un descanso mental, que en gran medida puede ser enmarcado en movimiento. Supone un descanso activo necesario y regenerador de la fatiga mental, capaz de disponer a la persona para volver nuevamente al foco atencional.

Desde este punto de vista cobra sentido la utilización del programa El cuerpo entra en la clase, sobre todo mediante esos incisos que irrumpen de manera imprevista en el aula, con música, movimiento, desplazamiento, alegría… ejerciendo a modo de descanso activo. También existe un área de trabajo en el programa orientado a trabajar específicamente las funciones ejecutivas, con una clara incidencia sobre la atención ejecutiva. Podemos decir por tanto, que nuestro programa de trabajo posee un doble valor incidiendo sobre la atención ejecutiva: como un descanso activo en el momento en que las cuñas motrices irrumpen en periodos prolongados de trabajo escolar con altas demandas de concentración, buscando la reactivación de los procesos de atención, pero además como una forma de intervenir específicamente en las funciones ejecutivas cuando se hacen propuestas específicas de esta categoría.

¿Es cierto que los niños que desarrollan actividades motrices tienen más probabilidades de tener éxito académico?
–Incluir metodologías que incorporan cierta actividad física implícita favorecen una mejor oxigenación del cerebro, aumentando la atención y la retención de datos, como varios estudios experimentales han puesto de manifiesto.

También se han comprobado mediante investigación los beneficios de la práctica de actividad física para el desarrollo emocional y cognitivo del niño, con efectos positivos sobre el autoconcepto, o el descenso de los estados de ansiedad y depresión. Se ha demostrado que los niños que desarrollan buenas habilidades motrices tienden a tener más confianza, a ser más independientes y como resultado tienen más probabilidades de tener éxito académico.

¿Cuántos centros han probado su programa ECEC?
–Son varios los centros educativos en los que se ha trabajado específicamente este programa de trabajo, partiendo de formación específica sobre él a su claustro. A partir de ella, el profesorado lo ha incorporado en sus aulas. Entre ellos se encuentran:  colegio «Joyfe», colegio «Mirasur», CEIP «Manuel Núñez de Arenas» de Getafe, todos ellos en Madrid, además del CEIP «Ángel Esteban» de Benicarló, colegio «Novaschool Añoreta» y «Novaschool Benalmádena», ambos en Málaga.

Actualmente ha crecido el interés por la incorporación del programa en otros muchos centros, a partir de la publicación del libro en el que se exponen sus bases científicas, sus planteamientos pedagógicos, así como ejemplos de propuestas asociadas a cada área de intervención. Estamos llevando a cabo formaciones a equipos docentes para ayudarles a incorporarlo en sus centros.

¿Han podido evaluarlo?
–Cuando se aplica un programa de trabajo como El cuerpo entra en la clase, novedoso tanto para el profesorado como para el alumnado, resulta conveniente valorar su implementación desde diferentes puntos de vista. Por una parte, evaluar la vivencia que genera en los protagonistas del proceso: docentes y discentes, y, por otra, el impacto que posee sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje. Desde un punto de vista más amplio, cabría valorar también si el programa es capaz de llegar a convertirse en un proyecto que forma parte de la identidad del centro, asumido de manera colegiada por todo el equipo docente. Actualmente estamos en esta fase, tratándose de un programa tan incipiente respecto a su incorporación en los contextos educativos de una manera estructurada.

En este caso, hemos recopilado información de los centros que lo han llevado a cabo, a través de la reflexión de sus docentes, materializada en sus diarios, que se iban generando durante la fase de su formación y de la implementación en las aulas con su alumnado. Ha sido una evaluación cualitativa que nos ha servido para rediseñar el programa. Las aportaciones recibidas muestran un gran nivel de satisfacción entre los docentes por el entusiasmo con el que lo vive el alumnado, lo cual genera un efecto positivo en la dinámica del aula. También han puesto de manifiesto que antes de implementarlo necesita un proceso de formación, de familiarización e incluso de entrenamiento para movilizar a su alumnado en el espacio del aula, para manejar la música en sus propuestas de manera breve pero con firmeza, o para poner en acción la propuesta que la situación requiere en cada momento. La evaluación cualitativa es sin duda un material de gran valor que permite reconducir el programa buscando en él la mejora continua.

Estamos abiertas, no obstante, a acometer proyectos de investigación más experimental con grupos que se presten a ello, para obtener datos que ofrezcan el impacto del programa en diferentes variables que podamos medir.

En ocasiones se da importancia al movimiento cuando los niños son pequeños, pero después “hay que ponerse serios” y ya parece que no hay tiempo para esto, ¿en qué etapas se ha empleado su programa?
–Actualmente, en Educación infantil y Primaria. En este momento han comenzado los procesos de formación a profesorado de Educación Secundaria que también lo quiere llevar a cabo. En Secundaria, se han utilizado otros programas similares que ponen el foco solo en la utilización del movimiento para aumentar los minutos de actividad física en las aulas. Por ejemplo, DAME10, publicado en la Comunidad de Madrid por el Ministerio de Educación y el Ministerio de Sanidad, y el programa de Fichas de descansos activos para Educación Infantil y Primaria publicado por la Universidad de Castilla la Mancha.

El movimiento y las funciones ejecutivas

  • Según las autoras, a través del movimiento se puede contribuir al desarrollo de las funciones ejecutivas:
  • En la actualidad y desde hace tan solo un par de décadas, se están llevando a cabo estudios que relacionan la práctica de ejercicio físico de forma regular y con componente lúdico y de interacción social con la mejora de las funciones ejecutivas del cerebro (Muñoz y Belando, 2018). Por ejemplo, propuestas motrices en las que haya que mantener la atención para no equivocarse realizando una secuencia de movimientos; atender a turnos alternados que se van generando y que ocasionen la necesidad de “inhibir movimientos”; prestar atención a la ejecución de movimientos que alternan partes del cuerpo, repeticiones, secuencias… así como otros que tengan que ver con atender a determinados estímulos y responder o no responder dependiendo de cuál aparezca… Son muchas propuestas motrices, con un componente lúdico en sí mismo, las que pueden contribuir no solo a romper la dinámica lineal del aula en un determinado momento, sino también a provocar trabajos que desarrollan las funciones ejecutivas de otra manera, desde lo corporal. Concretamente, se desarrolla la memoria de trabajo, se aumenta la flexibilidad cognitiva, se mejora la atención sostenida y se consigue que el estudiante inhiba sus conductas cuando sea necesario.
  • En las últimas décadas, numerosos estudios han examinado la relación entre la Actividad Física (AF) y el funcionamiento cognitivo, y los resultados indican que la AF no solo mejora el funcionamiento cognitivo en general, sino que también mejora el rendimiento en tareas que requieren de las funciones ejecutivas (Donelly et al., 2016; Khan y Hilman, 2014 y Tomporowski et al., 2015).
  • Se ha dicho también que las principales funciones ejecutivas que mejoran con la Educación Física y la práctica de actividad física son, según  Goldberg, (2004): la atención, el control inhibitorio y la memoria de trabajo, además de la resolución de problemas y los mecanismos decisionales.
  • En un estudio piloto realizado con niños de 10 a 13 años sobre los efectos del yoga (entrenamiento físico, relajación y consciencia sensorial) sobre las funciones ejecutivas se encontró que los que la practicaban 75 minutos siete días a la semana durante un mes mejoraron su capacidad de planificación y su flexibilidad cognitiva en comparación con aquellos que no habían practicado yoga».
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