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22 consejos para educar en el trabajo

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Quizá es la respuesta más escuchada cuando se pregunta a los padres por el futuro de sus hijos: que sean trabajadores, que se ganen la vida, que disfruten con su trabajo… sea cual sea. Y rara vez se añade: que se hagan ricos. Hay que educar en los valores y actitudes necesarios en sus futuros trabajos.

 

Por Javier Peris

1. ENFOQUE POSITIVO. El trabajo no es una maldición. Y aunque a veces tengamos motivos para pensarlo, no traslademos a los hijos una impresión frustrante con comentarios negativos. No quejarse tanto. Compartir las buenas experiencias, los logros profesionales, las expectativas de futuro… Los hijos deben percibir ilusión profesional en sus mayores para trasladarla a su actual trabajo: el estudio.

2. DE PROFESIÓN, ESTUDIANTE. Desde el principio los hijos deben asumir el estudio como su principal obligación. Ir a la escuela no es estar en la escuela. Como en cualquier trabajo hay que sentirse obligado e incluso presionado para aprovechar esas horas. Los resultados son otra cosa. Lo más importante es aprender los hábitos necesarios para desempeñar muy bien su trabajo actual y los futuros.

3. HAY QUE GANARSE LA VIDA. La mayoría de los niños españoles lo tienen todo, al menos más de lo necesario. Además, tienden a pensar que el dinero crece en los cajeros. A su debido tiempo deben empezar a percibir que el cajero del banco sólo se llena con esfuerzo, con un trabajo generalmente exigente y en alerta constante por no gastar más de lo que se tiene.

4. CADA HIJO ES COMO ES. Hay niños lentos, fríos, a los que les cuesta entusiasmarse. Ellos trabajarán, por tanto, de un manera diferente, ni mejor ni peor, que los entusiastas, rápidos y proactivos. Unos y otros deberán esforzarse en adquirir las destrezas y actitudes de las que carecen. Los años de estudio son la mejor escuela para crecer en este difícil pero necesario equilibro entre la forma de ser de cada uno y lo que se espera de ellos.

5. INDEPENDIENTES. Eso es lo que quieren los buenos padres para sus hijos: que en el futuro sean lo más autónomos posible en sus decisiones laborales y económicas. El estudio les ayudará a tener más independencia. Y junto a los méritos académicos, la iniciativa, al constancia, el espíritu de sacrificio…

6. AMBICIOSOS. Se atribuye a los ‘millennials’ que les motiva menos el estatus laboral y la remuneración que la calidad del trabajo y el ocio que les permite disfrutar. Pero no hay que confundir estas legítimas aspiraciones con la falta de ambición, con el conformismo y mucho menos con el menosprecio a los compromisos laborales. Si no se quiere trabajar más, trabajar mejor siempre será una obligación.

7. AL QUE MÁS TIENE SE LE DARÁ. En el management se suele estudiar esta aparente paradoja: si quieres que algo se haga, encárgaselo al más ocupado. Se parte de la idea de que es más operativo, con una cabeza más ordenada que le permite sacar mayor partido al tiempo. En el entorno familiar también vale: los estudios son compatibles con asumir encargos y tareas domésticas, e incluso pequeños trabajos.

8. INTELIGENCIA EMOCIONAL. No todo es esfuerzo. Aunque el dicho “la constancia vence al talento” es una vía bastante segura para la vida, la reflexión nos puede ahorrar muchos esfuerzos. Los jóvenes quizá pequen (eso pensamos siempre los mayores) de menospreciar el trabajo duro, pero no por eso hay que disuadirles de ser críticos con el trabajo y con ellos mismos.

9. FRUSTRACIONES Y CAMBIOS DE PLANES. El trabajo modela el carácter, entre otras razones porque nos habitúa al cambio, a la presión, a adaptarnos a jefes, compañeros, clientes… Si en casa y en el colegio enseñamos a los hijos a encajar los golpes diarios contra el confort y la complacencia llegarán más preparados al mundo de los adultos.

10. OFICIO Y FORMACIÓN. Los años de estudio se pueden hacer muy largos. Generalmente los primeros años de dedicación laboral se piensa poco en seguir formándose y lo descubrimos demasiado tarde. Si los niños y adolescentes consiguen asociar el esfuerzo académico, más allá de la obligación, a un aprendizaje interesante y útil conservarán el interés y la motivación para no abandonar nunca la formación.

11. LOS REFERENTES. Los padres no siempre son el ejemplo a seguir, para bien o para mal, de los hijos. En algún momento, que puede prolongarse, la admiración por personajes públicos constituye una buena ocasión para motivarse. Rafa Nadal o Lionel Mesi no han llegado a ser lo que son por escatimar horas al entrenamiento. Hay que prevenirles, en cambio, contra los anti-modelos públicos que se cuelan en su mundo digital en forma de influencers o personajes televisivos.

12. ÉXITOS Y FRACASO. Tanto en los estudios como en el trabajo gestionar con sensatez éxitos y fracasos resulta tan difícil como imprescindible. Seguramente nos encontramos ante una de las pruebas más fiables de la madurez o inmadurez. Hay que celebrar los éxitos, claro que sí, porque además fomentan la necesaria autoestima, pero sin olvidar que también fracasamos. Y los fracasos hay que proporcionarlos y aprender de ellos.

13. EMPRENDIMIENTO O SEGURIDAD. Quisiéramos para nuestro hijo o hija que tuviera su propio negocio… o no. Quisiéramos que evitara las incertidumbres con una buena oposición… o no. La verdad es que no es relevante. Será él o ella quien decida y seguramente más de una vez cambiará de opinión a lo largo de su vida. Sea cual sea su ruta laboral, como funcionario de Correos o como CEO de una ‘start up’, igualmente hay que trabajar bien y mucho, y adquirir el talento de integrar el trabajo en nuestras fuentes de felicidad.

14. NO ES ALGO APARTE. El trabajo, o el estudio, no es un compartimento estanco en nuestras vidas. Los mismos valores que rigen en la vida familiar y sentimental deben estar presentes en el ejercicio del trabajo y en sus legítimas ambiciones. Los padres pueden transmitir, sin ser conscientes, esta esquizofrenia ética a sus hijos porque es un fenómeno muy extendido en el mundo de los adultos.

15. EL EXCESO. Unos padres workalcoholic, adictos al trabajo, enseñarán a sus hijos que el trabajo está por encima de todo. Por mucho que invoquen al amor familiar, los pequeños detalles revelarán lo contrario: que el tiempo que sobra es siempre para el trabajo; que las conversaciones sobre temas familiares se quedan en meros paréntesis entre comentarios sobre asuntos laborales, etc.

16. EL DEFECTO. Los padres ‘rentistas’, sin obligaciones ni dependencias acuciantes, no están exentos de educar a su hijos en el trabajo, por más que crean que en el futuro no tendrán necesidad de trabajar si no quieren. Porque el patrimonio se puede administrar bien o mal, y con más o menos talento, justicia o compromiso. Se trata, en fin, de un trabajo más, y flaco favor se hace a la familia si se identifica riqueza con pereza y ausencia de obligaciones.

17. LOS JEFES. El mejor regalo que podemos hacer a un hijo adolescente es un trabajo remunerado… y con un jefe. Nadie, ni el presidente de un banco, puede hacer todo lo que quiere. Nunca es demasiado pronto para aprender a lidiar con las jerarquías, desarrollar las habilidades sociales, moderar el sano espíritu crítico y, en su caso, para alejarse cuanto antes de las personas y las relaciones tóxicas..

18. LOS COMPAÑEROS. Desgraciadamente en este sentido el ambiente escolar se parece muy poco al laboral. Se buscan otras cosas en las relaciones. Por eso, más allá de las virtudes del trabajo en equipo o de un compañerismo que nunca se parecerá al del mundo del trabajo, hay que fomentar en los jóvenes una personalidad firme para que sean ellos los que condicionen su entorno laboral.

19. ESCUELA DE VALORES. Orden, puntualidad, paciencia, compañerismo, solidaridad, obediencia, compasión, compromiso, valentía… No sin dificultades y algún que otro disgusto, los adultos tienen ocasión de practicar –o no– todos estos valores en su ambiente de trabajo. Implicar a los hijos en tareas y responsabilidades acordes con su edad es ocasión de crecer en humanidad.

20. ELEGIR UN OFICIO. Todavía quedan padres ingenuos que creen que pueden imponer sin más una profesión a sus hijos. Si de verdad creemos que les ayudamos disuadiéndoles de elegir unos estudios o un oficio hay que hacerlo con mucha delicadeza y astucia. Por otra parte, ¿deben elegirse los estudios por su relación con un empleo o no? Aquí no hay verdades absolutas.

21. LA JUSTICIA. Los conflictos laborales rara vez se parecen a una película de buenos y malos; pero se dan situaciones más o menos injustas y algunas intolerables. Para ser ponderados y al mismo tiempo tener la sensibilidad de detectar situaciones injustas, los hijos deben aprender esa complejidad.

22. AMPLITUD DE MIRAS. No todo es dinero ni satisfacción personal. Con el trabajo también colaboramos en el progreso material de la sociedad y, en la medida en que se haga bien y con provecho, se puede decir que todo trabajo es solidario. Los niños y jóvenes serán más felices en sus vidas si desde pequeños aprenden a ver las obligaciones laborales como una oportunidad de servir a los demás y de aprender de las intensas relaciones que crea el entorno laboral.

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