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Buscar ayuda antes de que sea tarde

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Las agresiones de hijos a padres continúan siendo una tabú que muchos progenitores tienden a ocultar o minimizar, pero los psicólogos insisten en que se puede salir si se sabe pedir ayuda.

 

Por Eva Carrasco

 

La violencia filio parental fue definida en 2014 como una serie de conductas reiteradas de violencia física, psicológica o económica referidas a los progenitores o tutores que viven en el hogar. Lo que se traduce en adolescentes que pueden llegar a insultar, quitar dinero, amenazar con tirarse por el balcón, desaparecer varios días o agredir a sus padres. Los expertos aseguran que se da por igual en todos los niveles económicos e intelectuales e insisten en la importancia de trabajar los traumas de la familia y aunar estilos educativos.

A la hora de analizar las principales causas y detonantes de este tipo de conflictos entre padres e hijos, Juana Azcárate, psicóloga jurídica y directora en PSIMAE de los programas de Atención a Víctimas de Delito y experta de Recurra-Ginso en Navarra, ahonda en las emociones del menor: “La mayoría de las veces no se sienten queridos, aunque no sea la realidad y llevan a pensar que si la persona que más les debería querer no les quiere, quién les van a querer. ‘Si no me quieren será por mi culpa’.

La constante comparación con los otros les lleva a sentimientos de ansiedad y mucho dolor que puede llegar al suicidio”. Pero, si hay dolor, ¿por qué hay agresividad? La psicóloga lo aclara diciendo “no pueden más y al principio con la violencia comienzan a obtener beneficios y un exceso de atención que es lo que buscan”. En ocasiones un chaval que ejerce violencia en casa viene de sufrir acoso escolar.

 

Buscar ayuda

La primera consigna que deben tener presentes los progenitores es no minimizar la violencia, los primeros comportamientos violentos se tiende a no querer verlos, y cuanto antes se empiece a actuar, mucho mejor. “Hay que saber pedir ayuda, y el padre que empieza a pedir ayuda enseña al hijo a pedir ayuda” defiende Azcarate.

Este problema que se encuadra en la violencia intrafamiliar genera una gran alarma y todavía es un tabú. Es por esto que, según explica Asunción Tejedor, psicóloga, mediadora familiar y coordinadora de parentalidad, experta de Recurra-Ginso en Asturias, “estos hechos rara vez son denunciados, cuando ya buscan ayuda es cuando la situación es ya muy problemática. Algunos progenitores reaccionan con una actitud suave que intenta reducir el estrés familiar que el hijo interpreta como una rendición por parte de los padres. En la familia donde los progenitores conviven se encuentran frustrados y les cuesta tomar decisiones. En los separados, esto les puede unir para buscar soluciones en este problema o en una acusación de uno hacia otro y les cuesta más buscar ayuda especializada”.

En cualquier caso, los progenitores deben saber que los especialistas buscan la manera de salir de esa situación no de buscar un culpable con lo que se necesita la colaboración de todos los implicados y la implicación de la familia es fundamental. Por propia voluntad entran muy pocos chicos, van al psicólogo porque lo deciden sus padres porque ellos no tienen conciencia de tener un problema.

 

APOYO

Modelo de motivación al cambio

Eduardo Atarés, Psicólogo Clínico y Director de Recurra-Ginso

 

Primera fase ¿Por qué estoy aquí?

En una primera fase se preguntan ¿por qué estoy aquí? para que los chicos tomen conciencia del problema y dejen de pensar que sus padres están fastidiándoles. Y, por otro, los padres piensan en el problema muy enfocado al comportamiento del chico. Pasan a un centro residencial al que se tienen que adaptar y para los padres se trabaja en reducir el sentimiento de culpa y de ansiedad.

 

Segunda fase ¡Quiero cambiar!

Hay que generar un deseo de cambio, que no es fácil. Hay que explicarles a los chicos que a lo mejor tienen que cambiar de amigos, dejar de consumir sustancias y no tener tanto poder en la casa. En los padres también hay que trabajar para que vayan al unísono y uno no perdone lo que el otro ha recriminado. Hay que dotarles de herramientas de gestión de conflictos.

 

Tercera fase ¡Actúa!

La última fase define “Quién quieren ser”. Para ello se elabora un nuevo proyecto de vida de toda la familia.

 

 

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