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Educar en la autodisciplina

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Disciplina no es castigo o exigencia
desmesurada, sino el orden que
uno mismo aprende a imponerse
para salvaguardar los derechos de
los demás y conseguir sus propósitos
y objetivos.

Autor: Bernabé Tierno

Los padres debemos tener muy claro que para educar convenientemente a nuestros
hijos es imprescindible educar su voluntad. La capacidad de hacer aquello que es
bueno y conveniente aunque no les guste. Y para lograrlo, no hay otro camino que
la disciplina. Pero disciplina no es castigo o exigencia desmesurada, sino el
orden que uno mismo aprende a imponerse para salvaguardar los derechos de los
demás y conseguir sus propósitos y objetivos.

Si entendemos la educación
como proceso de formación de la persona para saber tomar decisiones por sí misma
y auto orientarse, deberemos ayudar al educando mediante la experiencia gradual
de ir venciendo dificultades, de manera que la disciplina se convierta en su
orden de vida para ser dueño de sí mismo, saber orientar sus impulsos,
motivaciones y exigencias de su propia vida y adaptarse a las normas,
obligaciones y restricciones que le impone la convivencia con los
demás.

Podemos hablar de disciplina interior, entendida como auto
dirección, control de sí mismo y capacidad para canalizar las propias energías
con el fin de realizar un ideal, un proyecto personal de vida. La disciplina
interior es la verdadera. La disciplina exterior es sólo un medio, nunca un
fin.

Entendemos por disciplina exterior al conjunto de procedimientos
organizados para obtener de manera inmediata un efecto exterior (orden,
silencio, determinados comportamientos deseables, etc.). Esta disciplina
exterior (que es necesaria) debe subordinarse a favorecer en el educando una
progresiva experiencia de autocontrol.

Recordemos que sin disciplina
interior (verdadera disciplina) no hay carácter, no hay personalidad, sino un
mero amaestramiento.

La disciplina, sin la menor duda es el aprendizaje
de la libertad verdadera, de la libertad interior, pues como bien afirma F.W.

Foerster: «La disciplina y la obediencia sirven de preparación para la libertad
de la personalidad».

La disciplina que parte de una firme decisión
educativa y no de las compensaciones autoritarias de los educadores, proporciona
al niño una gran seguridad emocional, ya que, de no contar con unas normas
claras para orientar su conducta y controlar sus impulsos, el niño termina por
sentirse confuso e inseguro. Sin olvidar que toda disciplina debe estar fundada
sobre el amor.

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