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Eres adoptado: cuándo y cómo contarlo

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Por Ana Veiga

Tener niños es el sueño de muchas personas. A algunas de ellas, sin embargo, la naturaleza no se lo permite. Son estas las primeras personas dispuestas a adoptar, seguidas por las familias que simplemente optan por esta posibilidad, sin que ello implique una incapacidad de concebir.  Todas ellas han sumado 567 adopciones internacionales durante 2016, según las últimas cifras del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Esos más de quinientos niños venidos a España son una de las cifras más bajas en los últimos años: suponen menos de la mitad de los adoptados en 2012 y la cuarta parte de los llegados en 2004.

 
Sí, la cifra ha descendido. Pero las nuevas adopciones se siguen produciendo. Y mientras, muchos de los padres adoptivos del boom del 2004 ahora empiezan a mirar con recelo hacia la temida preadolescencia de sus hijos. Puede que algunos se arrepientan de no haberle contado a sus hijos que son adoptados. Otros, en cambio, quizás crean que no lo han hecho de la mejor forma. Los terceros, los novatos, aún miran a su bebé pensando cuándo y cómo le contarán de dónde viene. Para todos ellos es este artículo.

 
“La vida de los chavales no empieza el día que los conocemos ni cuando aterrizamos en Barajas. El tiempo que ha vivido antes también forma parte de su vida, aunque en algunos casos sea un trozo más largo que en otros”, explica Lila Parrondo, psicóloga y directora de Adoptantisun gabinete de psicólogos en el que ayudan a las familias “desde que piensan en adoptar hasta que los niños ya están aquí; e incluso después, con las familias adoptantes”. Quieren acompañar a los padres para que puedan, a su vez, acompañar de la mejor manera a sus hijos.

 

En su consulta, Lila todavía ve a muchas familias que deciden no contar a sus hijos que son adoptados; o que, más bien, no se sienten capaces de hacerlo, porque les resulta doloroso o porque temen hacer daño a sus hijos adoptivos. A estos padres, les lanza un mensaje: “Necesitamos que entiendan que hablar de esto es importante para la identidad de sus hijos. Y que no queremos que hablen de estas cosas porque sí, porque somos malos y queremos que hagan daño a sus hijos, sino porque, si le cuentan su historia de forma gradual, no le dolerá de mayor y la irá normalizando”.

“La vida de los chavales no empieza el día que los conocemos ni cuando aterrizamos en Barajas. El tiempo que ha vivido antes también forma parte de su vida»

Entonces, ¿cuándo debemos empezar a hablar de esto? La psicóloga insiste en que cuanto antes, mejor.

Cómo contarlo

Por supuesto, hay que adaptar siempre el mensaje a la edad del pequeño. Pero lo que nunca se debe hacer es mentirle. “Un día, descubrirá que no era verdad y es durísimo ver que tus padres adoptivos te han engañado 10, 15 o 20 años de tu vida. Esto genera una ruptura de vínculos y una desconfianza. ¿Hay situaciones que les han tocado vivir que no son agradables de contar? Sí, pero son las que les han tocado. Si uno busca las palabras y piensa cómo contarlo, incluso de estas situaciones se puede hablar, aunque sea difícil”, anima mientras recuerda que en Adoptantis ofrecen actividades para preparar este momento.

 
Eso sí, cuando hablamos de hablar al niño de su adopción “no se trata solo de decirle te fui a buscar a un orfanato de China, eso no basta para que el niño entienda su historia”, explica la psicóloga. Para redondear la historia de su vida, propone contarla entera, es decir, con la parte del niño, pero también con la nuestra como padres que decidieron adoptar: “Si el proceso de adopción ha sido largo, si ha habido tratamientos… podemos contarle desde la primera charla informativa hasta que se produce la adopción. Qué mejor que compartir con el niño lo que cada uno hemos pasado por separado para finalmente poder estar juntos, recopilar la historia de las personas que forman parte de la familia”.

 
Otro de los puntos a tener en cuenta es lo que no decimos. Además de todo lo que verbalizamos, el lenguaje corporal podrá poner el acento en unas u otras emociones; esos pequeños gestos que casi inconscientemente acompañan a nuestro discurso serán la salsa que ayude o complique la charla.

«No se trata solo de decirle te fui a buscar a un orfanato de China, eso no basta para que el niño entienda su historia”

En ese sentido es importante ser conscientes de esa reacción, de esos gestos, cuando les hablemos del tema porque estos matices pueden ser trascendentales. “Si alguna vez hacen algún amago de pregunta sobre su adopción y ven que la reacción de sus papás es un mal gesto, una lágrima que asoma, una angustia… los niños lo notan. Y si hay algo que los niños no quieren es ver sufrir a sus papás. Así que podrían dejar de preguntar pero no porque no quieran saber, sino simplemente porque han visto que se genera un clima emocional complejo y prefieren buscar información por otros lados”.

 
El proceso de búsqueda activa de los orígenes es una necesidad que surgen en el grueso de los adoptados. De qué forma lo lleve a cabo va a depender mucho de cómo la familia adoptiva ha hablado con su hijo durante su infancia. “Si desde el principio el niño sabe que es adoptado y esto ha formado parte de la vida familiar, preguntarán lo que necesiten saber con naturalidad”. De lo contrario, es cuando se manifestarán más problemas.

 

Parte de ellos pueden venir de la falta de acompañamiento de los padres en esa búsqueda de raíces. No es un proceso fácil a nivel emocional, pero sí a nivel técnico debido a la irrupción de las redes sociales. “Hoy en día pueden buscar a la familia de origen más fácilmente. Por eso, es mejor estar presentes y acompañarlos”, aconseja.

 

El problema es que la búsqueda de orígenes “levanta muchos fantasmas en todo el mundo, tanto en los adoptados como en los padres adoptivos”, comenta Lila. Por eso, tratan de ayudar a las familias a entender esa necesidad de información de sus hijos como una necesidad de construir su propia identidad, no como una falta de amor hacia ellos. “A muchos padres adoptivos les pesa la frase ‘la sangre tira’ como si solo eso fuera valer, como si todo el cariño, esfuerzo y apoyo que les podamos dar no sirviera de nada. Trabajamos con las familias para que estos fantasmas se difuminen”.

 «La búsqueda de orígenes levanta muchos fantasmas en todo el mundo, tanto en los adoptados como en los padres adoptivos”

En primera persona

Hace 14 años que Lara Toro –periodista y autora de Estimada ch’askañawi: diari d’una adopción– fue a Bolivia. No era la primera vez que iba; había estado sola haciendo voluntariado y tiempo después con su marido. Pero un día, decidieron ir para algo diferente: querían aumentar su familia.

 

En aquel entonces, tenían ya dos hijos gemelos biológicos de un año. “Pensamos que el proceso tardaría –normalmente dura cuatro o cinco años– y decidimos iniciarlo con tiempo. Pero finalmente nuestro caso fue excepcionalmente rápido y, un año más tarde, ya teníamos a Mariona”.

 

Apostaron por Bolivia como país de origen por esa relación previa que ya habían generado con el país. “Cuando adoptamos niños de otros países, es muy importante que se respete esa identidad de origen y que se respire en casa cierto ego por este país. En nuestro caso, ya estábamos muy vinculados a Bolivia; pero aunque no sea así, si tienes un hijo de este país, es importante que se plasme en el día a día”, opina, aunque matiza que “sin imponer nada al niño”. “Debemos tener cuidado y respetar mucho cómo cada niño interpreta su historia; algunos quieren tener más relación con su país de origen, otros en cambio no quieren saber nada. Sea como sea, debemos ponernos a su disposición para que nos pregunten si quieren”.

“Cuando adoptamos niños de otros países, es muy importante que se respete esa identidad de origen y que se respire en casa cierto ego por este país»

Esta idea, “estar sin presionar ni perseguir”, planea en toda la educación de sus hijos, desde el inicio de su vida juntos hasta el día de hoy. Y es el mantra que ha seguido para explicar a su hija su historia. También ha apostado por hablar abiertamente de la adopción desde el primer día, para evitar construir un tabú familiar que les impidiese comunicarse libremente y con honestidad con sus hijos. “No hay un día en que sientas a tu hijo y le dices que es adoptado, es un proceso. Vas construyendo una historia que el niño va asimilando en función de su madurez. Desde el primer día, mi hija sabe que es de Bolivia pero ha tardado años en entender lo que esto significa», concluye.

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