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Escuelas Waldorf: Educación de contacto

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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En las escuelas Waldorf,  los alumnos se suben a los árboles y trabajan con el cobre y la madera. El contacto con la naturaleza simboliza una apuesta en la que lo sensorial y lo emocional resultan tan importantes como lo intelectual. Visitamos el único centro en España que por ahora cubre todos los niveles educativos. 

Más que un colegio,la Escuela LibreMicael, en Las Rozas (Madrid), parece, a primera vista, una colonia de verano trasplantada al frío invierno de la meseta. En un terreno irregular, lleno de cuestas, montículos y senderos, las canchas de fútbol y baloncesto se funden, en ausencia de límites claros, con el bosque mediterráneo que cubre las cercanías de la sierra madrileña. Los chavales corretean por el recinto –salpicado por modestos aularios y otros edificios de inspiración rural– sin que nadie acote su espacio de juego. Tampoco se les dirá nada si deciden trepar un árbol, escarbar en la tierra o crear un artefacto lúdico con piñas, ramas y hojarasca.

El contacto directo con la naturaleza forma parte integral de la pedagogía Waldorf. Durante el tiempo de ocio y también en las horas lectivas, que en multitud de ocasiones desembocan en sesiones a cielo abierto en las que la observación se convierte en la principal arma didáctica.

Más aún, todos los alumnos culminan siempre su jornada escolar con lo que en terminología Waldorf se conoce como voluntad: un par de horas de taller manual para centrarse en la fabricación de todo tipo de instrumentos a partir de la piedra, la madera, el cobre, la lana… En honor a su nombre, esta actividad (que comparten los más de 3.000 colegios Waldorf repartidos por todo el mundo) persigue que en los alumnos arraigue un profundo sentido del compromiso y un amor genuino a las tareas bien hechas. Cada alumno elige su propio proyecto. Única condición: “hay que acabarlo, no se puede quedar a medias”, afirma Antonio Malagón, fundador de la escuela y actual director del Centro de Formación Waldorf.


Euritmia

El fomento de experiencias reales en el día a día dela Escuela LibreMicael se enmarca dentro de un enfoque más amplio que otorga a nuestra dimensión sensorial tanta importancia como a nuestra parte más puramente intelectual. Otra peculiaridad de la red de escuelas Waldorf es el cultivo de la euritmia, un concepto clásico rescatado en los años 20 por el filósofo y fundador de esta pedagogía, Rudolf Steiner, que viene  a significar armonía o belleza en el movimiento corporal. Los chavales exploran constantemente su propia motricidad, bien como asignatura concreta bajo este sugerente nombre, o mientras tallan el pino, tocan la guitarra, recitan versos o exponen trabajos en clase. “Atendemos a todas las posibilidades de desarrollo del ser humano para que el alumno, a través del pensar, del sentir y de la voluntad, pueda poner su potencial al servicio de su individualidad”, explica Malagón.

Si la jornada finaliza enla Escuela LibreMicael entre montañas de serrín, telares y granito, el día arranca, sin excepción, con “quince minutos que sirven”, continúa el director del Centro de Formación Waldorf, “para que el aula se sintonice a través de un juego, una melodía, un poema…”. Aprovechando la energía de las primeras horas de la mañana, los chavales afrontan entonces el aprendizaje académico, que tampoco queda exento de altas dosis de originalidad. Para empezar, los libros de texto (salvo en 2º de Bachillerato) no existen: cada alumno genera el suyo a partir de unas directrices comunes pero con un amplio margen para que allí plasmen sus gustos e intereses. Con caligrafías, cromatismos y contenidos diversos, cada cuaderno es un reflejo de la idiosincrasia de cada estudiante.

La organización de las asignaturas persigue el estudio en profundidad a través de la dedicación exclusiva. “Las materias se ven por inmersión completa, no vamos picoteando. Por ejemplo, tenemos tres semanas de Biología en las que se ve todo el programa del año. Durante este tiempo, se trabaja, se investiga, se cuenta, se debate… sólo sobre Biología”.

Entre la franja académica y el tiempo dedicado a la voluntad, los chavales reciben dos horas de enseñanzas artísticas (música, pintura, euritmia) e idiomas (inglés y alemán). De esta forma, el alumno mantiene siempre una rutina escolar que empieza con una breve sintonización sensorial, continúa con el estudio académico de una única asignatura mediante dinámicas participativas y aprendizaje por proyectos, sigue con clases artísticas o idiomas, y finaliza con una larga sesión de trabajo manual.

“En definitiva”, resume Malagón, “trazamos caminos de experiencia para que uno pueda tomar conciencia de sí mismo en toda su amplitud”.

 

Entreguerras, los sesenta y la Unesco

El austriaco Rudolf Steiner creó en 1919 la primera escuela Waldorf para los hijos de los trabajadores de la fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria en Stuttgart (Alemania). Durante el período de Entreguerras, este nuevo enfoque pedagógico se dio a conocer por el resto de Europa e inició un tímido periodo de expansión. Prohibido por los nazis, trasla Segunda GuerraMundial llega a otros continentes y, a partir de los años 60 y 70, vive un auténtico boom coincidiendo con la revolución sociocultural que el aquel momento experimentó todo el mundo occidental. Alabada en numerosas ocasiones porla Unesco, la red Waldorf comprende actualmente más de 3.000 centros de Infantil, Primaria y Secundaria. En España,la Escuela LibreMicael fue pionera al abrir sus puertas en 1979. Hoy existen en nuestro país más de 20 escuelas infantiles, otras ocho de Primaria y sólo una de Secundaria, a la espera de que abra una segunda en Barcelona.     

Otras particularidades Waldorf son el respeto a la maduración y las necesidades evolutivas del alumno, la intensa implicación de las familias en la vida escolar, el respeto a todas las tradiciones culturales o la comprensión de la historia y los fenómenos humanos como un proceso coherente. 

  

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