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Familias en acción

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Una familia unida y que se quiere es siempre un beneficio para la sociedad. Pero, además, ese beneficio puede ser aún más concreto si padres e hijos se implican en una actividad de voluntariado, que potencie los lazos familiares al tiempo que se ayuda a los demás. Y aunque el voluntariado familiar aún no es demasiado frecuente en España, cada vez son más las familias que luchan, todos a una, por un mundo más justo.

José antonio méndez

El genial escritor británico Gilbert K. Chesterton decía: “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”. Y no le faltaba razón. Precisamente por eso, porque la familia es el nido de los valores más importantes para la vida, la solidaridad no debe quedar a un lado, ni únicamente reducida a las relaciones intra-familiares. Bien lo saben todos aquellos padres que, de la mano de sus hijos, se lanzan a la acción a través del voluntariado familiar; una actividad poco frecuente en España pero que cuenta con un creciente número de seguidores.

Para los que aún no saben en qué consiste esta forma de ejercer la caridad bien entendida, desde la Plataforma de Voluntariado de España aseguran que se trata de “una forma de hacer participar a quien cree que no puede, de dar una vía para sensibilizar y educar en valores a menores, de dar un espacio de ocio distinto (alejado de centros comerciales y cercano a realidades sociales) a las madres y a los padres, y de dar posibilidades a quien ha sido voluntaria o voluntario y ahora es madre o padre –sin mucha posibilidad, por tanto, de liberar el tiempo– para llegar a muchas más personas”. Es decir, un camino, como otro cualquiera, para vivir la solidaridad.

 

VOLUNTARIADO

Como cada familia es un mundo, la misma Plataforma, en su web, reconoce que “vías para llevar a cabo el voluntariado familiar hay muchas: algunas organizaciones plantean programas puntuales de acercamiento a alguna realidad, en la que dan espacios para participar en familia (por ejemplo, una cena de navidad en un comedor para personas mayores) y otras se plantean una actividad de voluntariado continuada, en la que uno de los miembros adultos de la familia es el responsable o el voluntario, y el resto tienen posibilidad de acompañar en esta actividad (por ejemplo, ocio con menores de tres años que viven en cárceles con sus madres)”. Y dan más ideas para educar solidariamente: limpieza de bosques y parques naturales; ocio con menores en riesgo de exclusión; lecturas o juegos con personas mayores; ir a la piscina con personas que sufran alguna discapacidad; hacer pequeñas reformas en casas de acogida; pasear a perros que viven en albergues; ayudar en el banco de alimentos o en alguna sede de Cáritas…

Quienes han probado esta experiencia lo recomiendan sin pensarlo. Por ejemplo, la Fundación Padre Garralda, y su ONG Horizontes abiertos, especializadas en la atención (a distintos niveles) de presos y sus familiares, tienen un programa en el que pueden participar los padres con sus hijos. Se trata del programa Kostka, “dirigido a los menores de 3 años que viven en las cárceles porque sus madres están cumpliendo condena”, explican desde la Fundación. Así, los niños que acuden con su familia juegan y se relacionan con los menores cuya infancia transcurre tras los muros de una prisión, por muy infantilmente que estén adornados. Eso supone que los pequeños “pueden tener acceso a un ambiente normalizado, y a un desarrollo formativo y personal acorde con su edad”. Entretanto, los adultos acompañan, apoyan, escuchan y crean lazos de amistad con las madres que cumplen condena.

Con otro enfoque radicalmente distinto, pero siempre solidario, la Fundación Natura tiene actividades al aire libre para familias, en la que los pequeños ayudan a sus padres a plantar árboles, limpiar bosques, cuidar de la flora y de la fauna, y aprender a identificar los animales y plantas que les rodean. Un día de campo que va más allá del pic-nic. Y, si de comida se trata, la ONG SED lleva a cabo un programa en voluntariado entre las familias y las escuelas, que, entre otras actividades propone colaborar con el Banco de Alimentos, ya sea aportando comida, ya sea ayudando a seleccionarla, distribuirla o canalizarla. Y en estos tiempos de crisis, no falta quien necesite de esa ayuda.

Tampoco les sobran las ayudas a los niños que sufren alguna discapacidad. Para ellos, la Fundación San Patricio ha organizado un programa de voluntariado con familias, en las que, una vez cada 15 días, la familia de voluntarios recoge al menor discapacitado, y pasan la mañana juntos, en compañía de otras familias que realizan la misma actividad, coordinadas por la Fundación. Así, en una misma mañana, unos y otros comparten los juegos, los mimos, los cuidados y, cómo no, la amistad y el cariño más solidarios.

 

UNA NAVIDAD ESPECIAL

La Navidad es un buen momento para acercarse al voluntariado familiar. No para lavar la conciencia, sino para aprovechar los días de vacaciones en volcarse a los demás. Los comedores de las Hijas de la Caridad sirven cenas especiales en estas fechas, y los padres pueden acercarse con sus hijos adolescentes a servir, a cantar villancicos o a charlar con los indigentes y enfermos terminales a quienes atienden las religiosas de la Madre Teresa. Y abundan las residencias de mayores y los hospitales donde estos días se reciben a grupos organizados (también a familias) para cantar, representar alguna obra de teatro y, sobre todo, acompañar a quienes están más solos. No por lástima, sino por amor al prójimo.

Otra forma de darle la vuelta a la tortilla navideña la proponen desde Setem. Marta Isabel García recomienda visitar las tiendas de comercio justo acompañados por los hijos, para explicarles qué es el comercio justo, cómo viven en otros países y elegir, por qué no, los juguetes que vamos a pedirles a los Reyes Magos: “Para elegir y comprar los regalos y la cesta de Navidad, es mejor dirigirse a tiendas de Comercio Justo llevadas por ONGs (Intermon, Setem y Cáritas, entre otras) ya que en su producción y uso se respetan más el entorno y a las personas que los usan y fabrican. Los juguetes de Setem, por ejemplo, proceden de países del Sur y son los propios de sus culturas, hechos de forma artesanal. El Comercio Justo establece unas condiciones de producción y comercialización más equitativas para los productores, y si los padres vienen a la tienda con sus hijos, pueden explicarles todo esto y cambiar el consumismo por solidaridad”. Como se ve, propuestas no faltan. Ahora sólo queda que usted y su familia den un paso al frente y se apliquen esta cita del mismo autor que principiaba este reportaje: “La edad de oro retorna a los hombres cuando, aunque sólo sea momentáneamente, se olvidan del oro”.

 

Más información: La familia sostenible

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