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“Mis retos están en superarme a mí mismo”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Vivir no es una tarea sencilla, claro que no. Levantarse cada mañana, aguantar a tu jefe, discutir con tu compañía de teléfono o ver cómo se te cuelan en la compra son tareas que al mismo Hércules le costaría superar hoy en día.

Si a todas esas, que superamos con más o menos gracejo, le sumamos algunas más serias, la cosa se pone interesante. Daniel Rodríguez nació con una parálisis cerebral neonatal, lo que le ha supuesto una dosis extra de dificultad a la hora de alcanzar sus metas, como dice él, porque la sociedad se ha empeñado en verle enfermo cuando no lo está.

Pero lo interesante de este asturiano de 33 años no está en sus logros únicamente, y no son pocos, sino en su ética, en su manera de enfrentarse al mundo con la naturalidad que el destino quiso robarle en su nacimiento y que él se ha ganado, no sin esfuerzo. Nos presenta una prueba más, ‘Cordones para las zapatillas’, un libro en el que desgrana la aventura de vivir y reflexiona sobre la diversidad funcional. Desde la azotea de la Fundación Mapfre, en Madrid, se ve medio Madrid. “Llegar hasta aquí no habrá sido fácil…”, le digo mientras entramos en una de las salas. “¿No has subido en ascensor?”, me responde, con una sonrisa pícara. “A base de superar los retos del día a día, hemos llegado hasta aquí. Pero es lo que hace todo el mundo”.

P. Así que estamos ante la historia de un cabezota…
R. Eso, sobre todo. Cuando me empeño en algo no paro.

P. ¿Y te empeñaste en escribir un libro?
R. En realidad, la idea del libro sale de una propuesta que me hace un profesor de Trabajo Social, en Gijón, donde estudié, en la que me anima a hacer un trabajo descriptivo en el que hable de las dificultades que se encuentra una persona con diversidad funcional.

P. Así que te propusiste un reto y lo superaste.

R. Bueno, como para cualquier otra persona, mis retos están en superarme a mí mismo. Así entiendo yo la vida. No la mía, por el hecho de tener diversidad funcional, sino la de cualquier ser humano. Lo importante de la vida es ir superando el día a día.

P. Pero el hecho de tener diversidad funcional añadirá algunas dificultades…
R. Yo no he vivido otra vida que la mía. Parece una respuesta de Perogrullo, pero la única manera que tengo de superar las cosas es a través de mi circunstancia, porque no conozco otra. Lo que sí puedo decir es que la sociedad lo pone difícil. Tenemos que demostrar el doble de cosas por nuestro escenario que el resto de la gente.

P. Supongo que el problema parte desde abajo, por la forma en que se nos educa.

R. Ah, por supuesto. Es la raíz del problema.

P. ¿En qué sentido?
R. Pues prácticamente en todos. El sistema educativo español falla desde la base. Yo no pido otra cosa que justicia, porque en la Constitución pone que todos tenemos el mismo derecho a la educación. El Estado debe velar porque esto suceda de esta manera, no creando mecanismos rehabilitadores. Yo no tengo que rehabilitarme de nada, soy así. Es el sistema el que tiene que ofrecerme un sitio, no crear uno diferente por mi condición ni ‘rehabilitarme’.

P. Y esas distinciones, ¿las viviste siempre en el colegio?
R. Para que te hagas una idea, hasta 5.º de EGB estuve siempre en la última fila del aula, discriminado, porque nadie quería ni sabía darme clase. No estaban preparados para afrontar la diversidad funcional en el aula. Y lo malo es que creo que muchos docentes siguen sin estarlo ahora, veinte años después.

P. ¿Por qué te sentías discriminado?
R. Hacía dibujos y recortaba papeles todo el tiempo. Nadie se creía que yo tenía capacidades para estar allí y nada se me exigía. Mi madre luchó muchísimo hasta que un profesor, Aniceto, me dio la oportunidad de pasar a la primera fila y seguir el ritmo de la clase. El trabajo extra lo hacía mi madre en casa. Entonces empecé a hacer exámenes orales y seguí haciéndolos así toda la vida.

P. Ahora has terminado Trabajo Social… Supongo que la elección de la carrera tiene mucho que ver con tus experiencias.

R. Claro, desde luego. Ten en cuenta que el escenario necesita, curiosamente, alguien que lo sepa explicar.

P. Es un cambio profundo, el que planteas…
R. No es que haya que cambiar el sistema. Es que hay que hacer las cosas bien. Si se nos dice que tenemos derecho a la educación, que entiendan y asuman mi condición, cómo soy. Yo no estoy enfermo: soy así. Que el Estado busque la fórmula para que yo estudie y me relacione. Que me trace un camino, que luego yo decidiré si quiero seguirlo o no. Es decir, como a cualquiera.

P. Vuelvo al sistema educativo. No quieres aulas de integración, por ejemplo.

R. Es que no somos enfermos. No hay que rehabilitarnos. El actual es un sistema sanitario, no educativo, y es un fracaso. Como te decía, los primeros años de mi vida me sentaban en las filas de atrás de clase y me ponían a hacer manualidades estúpidas mientras mis compañeros aprendían matemáticas o lengua. En aquella época muy poca gente confiaba en mis posibilidades. Yo era una carga para ellos, no tenía capacidad para aprender.

P. Imagino que en ese sentido has tenido un apoyo importante en tu familia.

R. Sin ellos no estaría aquí. Confiaron en mi futuro y supieron aguantar mis cabezonerías a diario. No hay forma de agradecer lo que han hecho por mí. Es gracias a ellos que puedo estar ahora mismo en igualdad de condiciones para decidir sobre mi futuro que cualquier otro joven de mi edad.

P. ¿Y no te resulta doloroso comparar tu situación con la de otros? ¿No hay días en los que las cosas no salen bien y culpas al mundo, a Dios o a los demás?
R. Hay días en los que las cosas no salen bien, claro. Pero imagino que no sólo me pasa a mí… Insisto en algo: yo no conozco otra forma de vida que la mía. Soy así, no estoy enfermo.

P. Un 71% de la gente con diversidad funcional no acaba el ciclo formativo básico y sólo un 10% llega a la Universidad… ¿Por qué?
R. Porque se nos exige más que a los demás. La escuela no está sabiendo dar respuesta a nuestra situación.

P. A ti la formación te abrió los ojos…
R. Desde luego. La formación intelectual es fundamental para cualquier persona, pero es cierto que para alguien con diversidad funcional es fundamental, porque la sociedad, como te decía, siempre nos exige más que a los demás. La formación para tener una vida independiente y digna es imprescindible.

P. ¿Habéis superado esa fase de invisibilidad que os acompañaba hace años?
R. Bueno, cuesta mucho llegar a la gente con propuestas diferentes y que te hagan caso, y que los medios te den bola más allá de la idea de la superación o del esfuerzo. Pero creo que poco a poco se va consiguiendo una cierta atención.

P. Pareces un tipo feliz, Daniel.

R. Lo soy. La vida me ha regalado muchas cosas buenas.

P. Como los conciertos de Bruce Springsteen…
R. Procuro no perderme ninguno. Ahora estoy intentando aprender a tocar la guitarra, pero es complicado, no te creas…

P. ¿Y nada te da rabia?
R. Ah, much
as cosas. Por ejemplo, que 30 años después, nada haya cambiado. Todo sigue exactamente igual que cuando empecé. La gente me pregunta si vamos a mejor y siempre digo que no. Y la gente se queda sorprendida… Pero ponía el caso de la educación, y siendo esta entrevista para PADRES y COLEGIOS, haré especial inciso en ello: se nos trata como a enfermos, y se nos envía a aulas especiales para rehabilitarnos. Si se nos envía a aulas especiales para que “mejoremos”, perdemos el ritmo de aprendizaje, nos quedamos atrás. Eso supone un fracaso escolar tremendo.

P. Que nada te deje atrás, Daniel.
R. No se lo permitiremos.

Notas biográficas

Daniel Rodríguez nació en Gijón en 1978 con una parálisis cerebral neonatal. Diplomado en Trabajo Social por la Universidad de Oviedo, acaba de publicar ‘Cordones para las zapatillas’, un libro editado por la Fundación Mapfre donde hace una reflexión sobre la situación de las personas con diversidad funcional a través de sus propias experiencias. Le gusta leer, charlar con sus amigos y la música de Bruce Springsteen. Como a todos.

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