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Pon a punto tus defensas

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Desde el inicio de curso hasta mayo. Éste es el periodo en el que la mayoría de los escolares se ven afectados en uno u otro momento por infecciones de diversa índole. Desde las más benignas de las vías altas respiratorias, hasta otras más severas como las gastroenteritis causadas por diversos virus y bacterias.

Autor: ALEJANDRA RODRÍGUEZ

Aunque la mayoría de estas patologías discurre dentro de los parámetros de la normalidad, cabe tener en cuenta que muchas de estas afecciones pueden complicarse y dar lugar a enfermedades más serias. Eso por no hablar de las molestias que provocan en el pequeño, las ausencias escolares y los quebraderos de cabeza de los progenitores, que se ven obligados a ir de cabeza para atender a sus hijos y seguir adelante con sus obligaciones laborales y domésticas.

Sistema defensivo

El motivo de que los más pequeños de la casa sean especialmente susceptibles a este tipo de infecciones no es otro que la inmadurez de su sistema inmunológico, es decir, las defensas naturales que posee el organismo para hacer frente a las agresiones externas.

Al nacer, este complejo entramado no ha alcanzado su máximo rendimiento y es en los primeros años de vida cuando esta red va adquiriendo eficacia. Así, hasta que un niño no cumple los 5 años, aproximadamente, no se puede decir que sus defensas rinden al máximo.

Es cierto que el contacto con microorganismos “invasores” es necesario para que los integrantes del ejército defensor desarrollen anticuerpos específicos para combatir al agente extraño cada vez que vuelva a penetrar en el interior del cuerpo humano. Sin embargo, estas batallas internas pueden mermar la resistencia inmunológica del pequeño, por lo que es especialmente recomendable que el niño se encuentre sano para que su equilibrio no se resienta.

Potenciar las defensas

La mejor manera de fortalecer el sistema inmunológico es implantar unos hábitos nutricionales adecuados y establecer unas normas higiénicas adecuadas. En este sentido, cabe destacar que el término no se refiere, en ningún caso, a unas condiciones de limpieza excesiva.

La asepsia no es deseable en estos casos, ya que impedir que el niño entre en contacto con los agentes invasores más habituales no fomenta el desarrollo de sus defensas naturales, que como ya hemos mencionado se afianzan mediante el recuerdo.

De hecho, en los países nórdicos están experimentando un auge inusitado de alergias y reacciones adversas en jóvenes y adultos que en su día vivieron en ambientes demasiado limpios. Los especialistas recuerdan que, si bien hay que observar normas de higiene mínimas, no conviene obsesionarse con este tema, ya que puede lograrse un efecto completamente contrario al deseado.

En lo referente a la nutrición, las investigaciones han revelado un papel destacado de las bacterias lácticas. Estos microorganismos protegen las mucosas que están situadas en todas las entradas que tiene nuestro cuerpo. De esta manera, todas las puertas por las que pueden colarse los intrusos están más reforzadas.

La flora intestinal cobra especial importancia en este aspecto, ya que en este tramo se acumulan la mayor parte de las defensas naturales del organismo. Mantener este delicado equilibrio es fundamental para asegurarse de que el ejército que protege a los pequeños de las agresiones externas está, a su vez, salvaguardado.

Sin embargo, una dieta con carencias, los procesos que cursan con diarrea, las infecciones estomacales o los tratamientos con antibióticos ponen en peligro la integridad de esta flora intestinal, de manera que hay que poner en marcha mecanismos que mantengan el nivel óptimo de bacterias beneficiosas.

Para lograr este objetivo, las máximas garantías vienen de la mano de la leche materna, esencial para fortalecer el sistema inmunológico de los recién nacidos. Una vez que estos pequeños dejan el pecho, hay que continuar la labor mediante alimentos que sean ricos en bacterias lácticas.

Prebióticos
Los fermentos prebióticos (elementos vivos que ejercen algún efecto beneficioso para la salud) favorecen la formación de la flora intestinal y promueven las defensas del niño.

Las investigaciones realizadas demuestran que los alimentos que contienen estos fermentos (fundamentalmente yogures y bebidas lácteas similares) ayudan a cortar la diarrea provocada por las enfermedades gastrointestinales más frecuentes en la población infantil (infecciones provocadas por enterovirus, rotavirus…), también disminuyen las reacciones alérgicas con manifestaciones cutáneas y aceleran la recuperación de los procesos gripales y catarrales.

En otros trabajos, aunque menos concluyentes, se ha apuntado que los fermentos prebióticos pueden aliviar los cólicos del lactante y mejoran las digestiones de los pequeños alimentados con biberón. Por este motivo, se recomienda que las leches maternizadas se enriquezcan con estos componentes.

Conservar en frío
Pero ¿cómo distinguir los alimentos ricos en fermentos lácticos beneficiosos? Lo más sencillo es acudir a los yogures, ricos en Lactobacillus bulgaricus y Lactobacillus thermophilus, bacterias que fermentan la leche y dan lugar a este alimento.

En este aspecto, cabe tener en cuenta que para que las bacterias lleven a cabo su actividad beneficiosa, han de estar vivas, de manera que han de conservarse en frío. Por este motivo, si bien los yogures pasteurizados tienen multitud de nutrientes beneficiosos (vitaminas, calcio, minerales…), no pueden atribuirse la cualidad de fortalecer las defensas naturales, ya que las bacterias desaparecen en el proceso de pasteurización.

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