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Salud mental: ¿Por qué hay niños que se autolesionan?

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La salud mental de los niños y adolescentes ha saltado por los aires por culpa de la pandemia. Los casos de ansiedad, trastornos alimentarios, depresión y autolesiones se han disparado en los últimos meses.

 

Por Olga Fernández

 

Aunque la salud física de los niños y adolescentes no se ha resentido con la infección por COVID-19, no puede decirse lo mismo de su salud mental. El impacto psicosocial de la pandemia ha dado de lleno en esta población donde han aumentado los casos de ansiedad, depresión, trastornos de la alimentación, autolesiones e intentos de suicidio entre los adolescentes. Los pediatras advierten de una ‘pandemia’ de problemas de salud mental en la población infanto-juvenil y piden un plan de prevención.

 

La ansiedad, el principal problema

“El problema que más ha aumentado es la ansiedad. Si antes de la pandemia veíamos alrededor de un 5% de niños y adolescentes con ansiedad, ahora hay un 20%. Las autolesiones también se han disparado, en algunas unidades de salud mental hemos visto que han aumentado hasta un 25%”, apunta Pedro Javier Rodríguez, pediatra y miembro de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP).  Según explica el pediatra, los síntomas de la ansiedad en el niño o el adolescente se presentan de diferente manera que en el adulto: disminución del rendimiento escolar, aumento de la irritabilidad, insomnio y aumento de las pesadillas, disminución de la ingesta, sintomatología psicosomática (dolor de tripa o de cabeza), obsesiones, nerviosismo cuando están fuera de casa…

Los principales factores de riesgo relacionados con esas consecuencias psicológicas han sido, inicialmente, la incertidumbre, el exceso de noticias, el distanciamiento social y familiar, la ausencia de rutinas, el abuso de pantallas, los ritmos irregulares de sueño y un patrón de alimentación menos saludable y, en muchos menores, la escolarización semipresencial. “En los cursos donde la educación ha sido semipresencial, a partir de los 13 años, se han detectado más problemas de salud mental”, dice Pedro Javier Rodríguez.

En algunos casos, se han añadido las dificultades económicas y de conciliación de trabajo con el cuidado familiar, y las posibles situaciones de enfermedad propia, de familiares cercanos o incluso el duelo por fallecimiento de seres queridos.

Los datos publicados hasta el momento, tanto en España como en otros países, muestran un aumento de los síntomas relacionados con diversos trastornos psiquiátricos, principalmente depresivos, de ansiedad, conductas autolesivas y de la conducta alimentaria. “Estos resultados son muy preliminares, y se espera que al retomar hábitos saludables y contando con apoyos necesarios, la mayoría de los niños recuperen su funcionamiento normal”, aclara la doctora Azucena Díez, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI).

 

La causa de las autolesiones

No todas las autolesiones tienen un componente de alerta al suicidio. Esto es algo que los padres deben conocer para su tranquilidad.  “Hay dos tipos: las autolesiones sin intencionalidad suicida y las autolesiones con intencionalidad suicida. El más prevalente es el primero y funciona como un mecanismo regulador del dolor psíquico que sienten, que al no poder canalizarlo ni tener herramientas para disminuir su intensidad y frecuencia de un modo adaptativo, lo que hacen es recurrir a la autolesión (pellizcarse, arrancarse pelo, morderse…) para disminuir el sufrimiento psíquico y derivarlo a un dolor físico. Hay que tener en cuenta un componente importante: el control que ejercen sobre el inicio y el final de este dolor físico”, explica el psicólogo Luis Fernando López. Pero, ¿cuándo son preocupantes? Según este experto, cuando hay un deterioro de la capacidad de expresión emocional del dolor que sienten, se aíslan, presentan problemas de sueño o trastornos de la conducta alimentaria (bulimia/anorexia). “Si hay un aumento muy exacerbado del tiempo que pasan delante de la pantallas, en redes sociales o juegos on line, puede haber trastornos del sueño si las utilizan por la noche y entonces podemos intuir que existe un problema porque afecta al rendimiento académico, una disminución de sus relaciones presenciales y también dificultad para poder expresar de forma presencial mediante la palabra cómo se sienten”, indica. La señal de alarma para acudir al especialista sería el aislamiento del niño o el adolescente, “porque esto significa que hay un deterioro emocional y al mismo tiempo se produce un bajo rendimiento escolar y puede haber trastornos del sueño, periodos de agresividad, conductas desafiantes, rabietas prolongadas en el tiempo”, advierte Luis Fernando López.

La clave parece estar en aumentar la comunicación presencial para ganarle terreno a lo virtual. “Lo más importante es que haya un control parental desde el momento en que el niño tenga móvil, que los padres se interesen por el mundo digital de sus hijos (qué páginas visitan, con quién se comunican, etc.); y sobre todo, que conozcan qué tipo de identidad virtual tiene sus hijos, es decir, si está muy alejada de la identidad real para detectar problemas. Y rescatar periodos de calidad presencial dentro de la familia, como son los momentos de las comidas, salidas, participar juntos del mundo digital de forma presencial, etc.”, recomienda el psicólogo.

 

 

La Sociedad de Psiquiatría Infantil de la AEP presenta una serie de medidas para reducir el impacto de la pandemia en la salud mental de niños y adolescentes

  1. Mejorar los sistemas de coordinación entre los equipos de atención primaria (pediatras y médicos de atención primaria que tratan adolescentes) y los servicios de salud mental, así como la accesibilidad a estos últimos. El uso de interconsultas virtuales podría agilizar esta coordinación. La incorporación de psicólogos a los dispositivos de atención primaria es determinante en esta labor de prevención y detección temprana.
  2. Garantizar la incorporación completa al colegio para todas las edades, en cada una de las comunidades autónomas. La jornada completa, evitando en la medida de lo posible la escolarización semipresencial o intermitente, es una necesidad para los niños desde el punto de vista educativo y social.
  3. Fomentar las actividades de ocio y muy especialmente las deportivas, con la apertura permanente de parques infantiles, centros deportivos y otras actividades organizadas para niños y adolescentes.
  4. Agilizar la vacunación en los adolescentes y en los niños permitiría reducir los contagios en esta edad, facilitando el contacto social, evitando cuarentenas. En definitiva, incrementaría las probabilidades de conseguir un estilo de vida normalizado y reducir así las consecuencias psicológicas de la COVID.
  5. Reconocer oficialmente la especialidad de Psiquiatría del niño y del adolescente y la de Psicología Infantil en España, único país de Europa donde no está aprobada, con el fin de procurar una atención especializada a niños y adolescentes.
  6. Implantar programas de promoción de la salud mental universales e independientes enfocados en la prevención, detección temprana y lucha en contra del estigma de la enfermedad mental.
  7. Aprobar e implementar la Ley de prevención del suicidio, con apartados específicos para adolescentes.
  8. Aumentar el número de especialistas en psiquiatría infantil y psicología infantil por habitante.

 

 

 

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