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Se puede ganar con el Mago de Oz

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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El Mago de Oz no gustará a quienes piensan que no hay nada que hacer, que el mundo es un desastre, el hombre un ser malvado y todo una catástrofe.
Pero quienes están convencidos de que se puede mejorar, de que se puede crecer, aprenden con este cuento que es posible conseguir ser valiente, tener a la vez corazón e inteligencia. Y aprender, como la protagonista, Dorothy, que casi siempre el paraíso no se ha perdido, porque está en el propio hogar. De acuerdo, de acuerdo: con todas las excepciones que se quiera, pero es así para cientos de millones de niños.

Autor: RAFAEL GÓMEZ PÉREZ

El Mago de Oz no gustará a quienes piensan que no hay nada que hacer, que el mundo es un desastre, el hombre un ser malvado y todo una catástrofe.
Pero quienes están convencidos de que se puede mejorar, de que se puede crecer, aprenden con este cuento que es posible conseguir ser valiente, tener a la vez corazón e inteligencia. Y aprender, como la protagonista, Dorothy, que casi siempre el paraíso no se ha perdido, porque está en el propio hogar. De acuerdo, de acuerdo: con todas las excepciones que se quiera, pero es así para cientos de millones de niños.
Se  presentarán dificultades, porque en el mundo hay de todo y nada es completamente previsible. Así, de las cuatro brujas que existen en el país de Oz, la Bruja del Norte y la Bruja del Sur son buenas. Las del  Este y el Oeste son malas. Las cosas son así. Hay que saberlo y actuar en consecuencia.

Las baldosas amarillas. Para llegar al País de Oz hay que seguir el camino de las baldosas amarillas. “¡Qué lata!” se dirá, “¡Una norma obligatoria!” Sí, hay cosas que sólo se consiguen a través del cumplimiento de una norma, una regla, una ley. Hay que escoger: o se quiere aquello, según las normas, o no. Dorothy se podría haber negado a seguir las baldosas amarillas, pero no hubiera llegado nunca al Mago de Oz.
Y hay que aprender mucho de Dorothy, en muchas cosas, pero sobre todo en una: en su disposición de ayudar a los demás.
Sin su aliento, el Espantapájaros seguiría siendo una caótica masa de paja, el Hombre de Hojalata un cacharro insensible, y el León Cobarde un desprestigio para su especie.
El secreto de ese hombre misterioso que es el Mago de Oz no es ninguna fórmula mágica, sino hacer que cada uno vea lo que necesita y encuentre en sí mismo la fuerza para conseguirlo. Algo así como aquel dicho tan antiguo que rezaba de la siguiente guisa: “ayúdate, y Dios te ayudará”.

Aprender destrezas. Este cuento maravilloso puede ser la ocasión para enseñar a niños y niñas, a partir de los siete años, a conseguir cualidades, habilidades, destrezas que aún no tienen. Es posible para ellos como lo fue para Dorothy, el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León, al que ya nunca más llamaremos cobarde.
Es el momento de aprender la sabiduría de que nada se consigue sin esfuerzo. Aprender eso de verdad vale por varios años de colegio.
El gran escritor norteamericanoRay Bradbury  se refería a esta obra:  “Oz es ese lugar, diez minutos antes del sueño, donde nos vendamos las heridas, nos ponemos los pies en remojo, soñamos que somos mejores, dormitamos con poesía en los labios y decidimos que a la humanidad, por muy maliciosa, mezquina y tonta que sea, habrá que darle otra oportunidad, al amanecer”.
El autor. Lyman Frank Baum (1856-1919) nació en Chittenango, Estados Unidos. A lo lago de su vida fué periodista, empresario teatral, actor, comerciante, vendedor de cristalería y fundador de una asociación de decoradores de escaparates. De su padre heredó una cadena de pequeños teatros que no supo gestionar bien. El Mago de Oz, publicado cuando tenía cuarenta y cuatro años, le ha dado una fama que no cesa, aunque ya había obtenido un sonoro éxito comercial con su libro anterior, Father Goose. Tras El Mago de Oz Baum publico otros trece volúmenes ambientados en la mágica tierra situada en algún lugar sobre el Arcoiris.

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