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La pregunta como motor en Educación Infantil (para el discente y el futuro docente)

La Educación Infantil es una etapa que poco a poco se está poniendo en valor. Prueba de ello es la creciente profesionalización del educador/a infantil, y su formación, en las últimas décadas en España.
Andrés Medina PalomoMiércoles, 27 de abril de 2022
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© Good Studio

Lejos quedan ya aquellas “amigas” que durante siglos se encargaron del cuidado de los más pequeños, con más corazón y necesidad que pedagogía, y a las que Luis de Góngora ya hacía referencia en su poema Hermana Marica en pleno siglo XVI.

Las notas de corte para acceder a grados y ciclos de Educación Infantil se disparan y, a su vez, los planes de estudios son cada vez más ambiciosos y atienden a esa cantidad de competencias cada vez mayor. Los recursos de toda índole son cada vez más accesibles y los egresados, cada vez más proclives a complementar su formación con nuevos estudios. Pero… ¿y a preguntar? ¿se nos enseña a ser críticos? ¿a ser reflexivos? ¿a investigar si es necesario?

Tras años viviendo el día a día en aulas de Infantil como maestro, el año pasado me llegó la hora del cambio, dando comienzo mi historia como profesor de FP. Y siempre quiso el azaroso destino que en mi primer año ejerciese docencia en un 2º curso de Técnico Superior en Educación Infantil. Si mi idea era reciclarme dentro del sistema educativo, no podía haber dado con una transición más dulce e idílica.

Llegó el primer día de clases. Me pongo de pie frente a una veintena de alumnas por conocer, por motivar, por contagiar mi pasión por lo que ellas han decidido estudiar… Pero no. La materia se llama “El Juego Infantil y su Metodología”, y hoy vamos a jugar. O más bien yo voy a jugar. Sin apenas presentarme empiezo a impartir una clase magistral aludiendo a que el calendario oficial escolar es muy escueto y la carga de contenidos árida y espesa. La verborrea no es solo insípida y contundente sino que, para más inri, es del todo inventada. Arrojo datos, teorías e incluso fórmulas estadísticas que nada tienen que ver con el Juego Infantil. Sobrevuelo con la mirada las distintas caras. Destacan por encima de todas las confusas, las sorprendidas y las alucinadas. Pero también hay lugar para las divertidas, las asustadas, las agobiadas e incluso para las que simulan cierto interés. Eso sí: nadie pregunta.

Llegó el primer día de clases. Me pongo de pie frente a una veintena de alumnas por conocer, por motivar, por contagiar mi pasión por lo que ellas han decidido estudiar...

Conforme pasan los minutos voy complicando la cosa, el murmullo va in crescendo y, tímidamente, hay una alumna de primera fila que ya me insinúa si no me he equivocado de clase. Le digo que no y continúo unos cinco minutos más. Copian a toda velocidad ideas que me he inventado apenas segundos antes. Llegado uno de los momentos álgidos de la explicación les pido que paren de escribir confensándoles que todo lo visto no es más que un disparate (lo cual es recibido con un estallido de risas y con un arrebato incontrolado de expresión libre de sus sentimientos). También les indico que tachen todo lo escrito, pero que no lo tiren porque guarda un aprendizaje vivencial importante relacionado con nuestra actitud, en general, ante la duda, y procedo a presentarles la Pedagogía de la Pregunta.

Paulo Freire (1986) argumentó que la escuela tradicionalmente ha reclamado respuestas por parte del alumnado. La pregunta es dominio del docente, quien cual dueño acaparador del saber, es el que la emplea en los momentos requeridos. Al tratarse de preguntas que no nacen del mismo alumnado, lo más probable es que también carezcan de su interés. Ya de ahí partimos de una primera desconexión de vital necesidad. La Pedagogía de la Pregunta promueve el despertar la curiosidad natural que tenemos como humanos y que es el motor que nos mueve hacia la cuestión, la investigación o la exploración. Una vez que el alumnado hace suyo su derecho a preguntar, abre su mente a la duda. No va a aceptar todas las ideas que la sociedad, la escuela, o en este caso su profesor de ciclo, le presenten. Va a tener fuerza para participar, para disentir, para profundizar y para levantar su voz. “Creo, en este sentido, que el educando insertado en un permanente proceso de educación, tiene que ser un gran interrogador de sí mismo. Esto es, no es posible pasar de lunes a martes sin preguntarse constantemente”, señalaba Freire.

A lo largo del curso trabajamos con un sistema de rutinas que se dan en las aulas de Infantil (asamblea, psicomotricidad, trabajo dirigido, hora del cuento, relajación, etc.) pero lo afrontamos de otra manera

A lo largo del curso trabajamos con un sistema de rutinas que se dan en las aulas de Infantil (asamblea, psicomotricidad, trabajo dirigido, hora del cuento, relajación, etc.) pero lo afrontamos de otra manera. Buscamos dar espacio a las preguntas que pueden surgir de los niños/as como las que les nacen como futuras educadoras. “¿Cuál sería tu juego ideal un día que vengas enfadado?”; “¿Por qué tenemos familias diferentes?”; “¿Dónde empiezan las peleas y las guerras?;” “¿Qué pasos debo de seguir para cocinar un gazpacho?”; “¿Cómo podemos trabajar los miedos de la infancia?”; “¿Qué medidas podemos tomar para renaturalizar un patio escolar?”; “¿Es posible dar una clase empleando como “pizarra” el techo?”, “¿Y tumbados completamente en el suelo?”… A todas estas y muchas más cuestiones les hemos ido dando respuesta en el día a día. Creando en base a la pregunta.

Nos sumamos a una manera de “hacer” Infantil basándonos en la cotidianidad de las preguntas como ya han venido haciendo muchos compañeros/as, como las hermanas Abelleira (2020): “Una escuela hecha de preguntas desafía lo obvio e incomoda lo rutinario, lo que no muda, lo que no provoca, lo que no tiene vida. La escuela hecha de preguntas es peligrosa, porque las preguntas no pueden ser previstas en secuencias, proyectos o unidades”.

Por esa pregunta, que nos lleva a la búsqueda, y esa búsqueda que nos mueve a la acción. Seamos centros educativos construidos a preguntas.

Andrés Medina Palomo es profesor en el IES «Santiago Ramón y Cajal» de Fuengirola, Málaga

Obras citadas/ Referencias:

Abelleira A. y Abelleira I. (2020) El latido de un aula infantil. Octaedro. Barcelona.

Freire P. y Faúndez A. (1986) Hacia una pedagogía de la pregunta. Ed. La Aurora. Buenos Aires.

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