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Julio García: "Nos tienen que enseñar a comunicarnos desde muy pequeños"

Aunque las nuevas tecnologías han llegado para solucionarnos muchos problemas actuales, también nos limitan a la hora de comunicarnos y fomentar las relaciones interpersonales. Julio García, experto en comunicación, nos da las claves para fomentar en los jóvenes el uso de las llamadas y las conversaciones vis a vis.
Beatriz López IgualLunes, 18 de julio de 2022
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Julio García, experto en hábitos de comunicación de la Fundación Casaverde.

Julio García Gómez es experto en hábitos y destrezas de comunicación y lenguaje verbal, gestual y online de la Fundación Casaverde.

¿Cómo crees que han evolucionado las formas comunicativas en los últimos años?

—Las formas comunicativas han pasado por diferentes fases y etapas y con la llegada de internet ha cambiado la forma habitual de comunicación. Anteriormente se basaba en el vis a vis, de forma directa y física. Con la llegada de las nuevas pantallas, eso da un giro. Y esto hace que haya menos diálogo, porque hay menos relación.

En el caso de los jóvenes esto se acusa notablemente, están acostumbrados a trabajar a través de chats, audios, pero muy poco a dialogar, a hablar por teléfono. Y este ámbito se está perdiendo y es peligroso. Porque la relación que se da una conversación telefónica, con preguntas y respuestas ,en un diálogo, es un problema que esto se pueda perder en las nuevas generaciones. 

¿Cuál es tu opinión sobre que los jóvenes prefieran otras herramientas antes que hablar por teléfono?

—Creo que a veces es comodidad, o que les pueda generar ansiedad el que alguien les pueda preguntar algo. Están perdiendo el hábito. Ellos se sienten cada vez más seguros escribiendo, porque tienen la posibilidad de la revisión. A veces sienten aversión a hablar por teléfono como lo hacían sus padres o abuelos porque sienten fobia por lo que les puedan preguntar. Tampoco es buena en exceso hablar por teléfono, pero que no se practique la comunicación telefónica, hace que sea todo mucho más plano. Cuando no hay una relación, ni una pregunta y respuesta, solo hay emisión por un lado, pero no existe diálogo.

Solo nos basamos en enviar mensajes a través del teléfono móvil y es difícil que se pueda establecer esa relación de diálogo

¿Cuáles son otras consecuencias negativas derivadas de este hecho?

—Una consecuencia importante es esa falta de hábito que lleva a que haya mucha comunicación pero poco diálogo. Y es importante en el ámbito de la Educación que siempre podamos ejercitar eso que llamamos el preguntar y que te respondan.

Solo nos basamos en enviar mensajes a través del teléfono móvil y es difícil que se pueda establecer esa relación de diálogo. Se practica poco en la familia la comunicación personal, a veces por falta de tiempo, y esto perjudica las relaciones sociales y humanas, y educativamente hablando tampoco viene bien. Estaría bien convertir una charla personal en una especie de juego y debate para poder expresar nuestras ideas para que fluya el diálogo en equipo y en grupo.

¿Qué crees que es lo que ha motivado esta situación?

—Esto ha venido propiciado por la llegada de internet. Nos da muchas posibilidades, pero si no se usa adecuadamente, nos limita la comunicación y las habilidades verbales. La pandemia también nos ha limitado, porque nos hemos visto muy poco y la mascarilla ha limitado las expresiones faciales. No hemos sabido medir adecuadamente para qué están las nuevas tecnologías. 

Nos tienen que enseñar desde muy pequeños a comunicarnos, porque una cosa es que hablemos y otra que sepamos expresar

¿Hay alguna manera de motivar a los jóvenes para que vuelvan a hacer uso de las llamadas telefónicas?

—Es nuestra misión hacerlo, y quizás en esta temporada estival es un buen momento, ahora que hay más tiempo. Hay una serie de ejercicios que se pueden realizar apoyados por los padres y jóvenes. A través de juegos con los más pequeños por ejemplo. Recomiendo al final de la jornada decir, “vamos a jugar a la comunicación”. Y con cosas tan sencillas como “la mochila misteriosa”, que consiste en que en una bolsa metemos cosas del día a día, como un cepillo o una cuchara, se pide a los niños que saquen aleatoriamente un objeto y el objetivo es que hablen de él durante 15 o 20 segundos. Eso y debatir un tema, cómo ha ido la jornada, y dar un premio a quién mejor haya descrito el objeto o contado mejor su día, para poder incentivar estas actividades.

¿Crees que esta clase de competencias se enseñan de forma correcta en las escuelas?

—Se deberían enseñar. Yo doy cursos para escolares y se deberían incluir estos factores. En el nuevo programa educativo del curso que viene van a entrar diferentes competencias, y una es la de lenguaje y expresión. Nos tienen que enseñar desde muy pequeños a comunicarnos, porque una cosa es que hablemos y otra que sepamos expresar, porque nos va a servir para toda la vida.

La comunicación debe estar en nuestra vida como un elemento más

¿Crees que ya hay generaciones que están padeciendo los efectos de la poca comunicación verbal que hay?

—Ya hay una franja entre los chavales de 14 a 25 años que hacen un uso excesivo del móvil, y se está perdiendo la comunicación verbal. ¿Es recuperable? Yo creo que sí, siempre y cuando tomemos medidas adecuadas para ello y se fomente el volver a esa comunicación y el cogerle el gusto. La palabra y la expresión tiene que estar por encima de todo. 

¿Qué consejos darías tú a los jóvenes que sienten aversión a hablar por teléfono?

—Les diría que la llamada telefónica tiene sus ventajas. Podemos enviar un mensaje escrito, pero si podemos levantar el teléfono un día y preguntar qué tal, qué necesitas. Esto es relación interpersonal, y mi consejo es que lo practiquen, que se fijen unos objetivos por ejemplo de hacer esto al menos una vez al día. La comunicación debe estar en nuestra vida como un elemento más. Los elementos fundamentales de la comunicación son tres, la voz, la imagen y el lenguaje no verbal, si los sabemos manejar y acompañar esto con la mirada y la gestualidad, haremos que los mensajes sean más efectivos.

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