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El problema de la obediencia excesiva en niños

"El niño o el adolescente que más preocupa a los psicólogos es el niño asintomático, el que nunca cuestiona nada y obedece a todo", afirma Sylvie Pérez, profesora de Psicología y Ciencias de la Educación.
Sebastián CazorlaViernes, 3 de febrero de 2023
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Al igual que los niños siguen un desarrollo cognitivo o motor (hay una edad para hablar, para andar, etcétera), los conceptos del bien y el mal no se asocian correctamente hasta aproximadamente los doce años. «Asociamos portarse bien con obedecer y portarse mal con desobedecer, porque aplicamos en los niños el criterio moral de los adultos», explica Sylvie Pérez, profesora de Psicología y Ciencias de la Educación, en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

«Pautas educativas excesivamente autoritarias limitan la habilidad del niño o la niña para ser flexible, tener iniciativa, pensar, desarrollar una capacidad crítica…», explica Paula Morales, también profesora de la UOC. Entonces, ¿por qué obedecen los niños si no saben lo que hacen? La respuesta está en el método de castigo/recompensa, hacen las cosas para evitar castigos y recibir premios.

Lo normal es que el adulto establezca una serie de pautas que el niño debe acatar, como puede ser cenar a cierta hora o no ver la tele mucho tiempo. Sin embargo, algunos de ellos pueden cuestionarse el por qué de esas decisiones. «Simplemente no comprenden por qué tiene que ser así, y si lo hacen sin agresividad es un buen síntoma», concluye Pérez.

Debemos distinguir entre la obediencia a unas normas para evitar peligros y la obediencia ciega, mientras que el primero es necesario, el segundo puede marcar el adulto que llegará a ser ese joven algún día. «De manera general, más de la mitad de los problemas psicológicos del adulto se inician en la infancia y en la adolescencia. A veces no somos conscientes de lo importante que es acompañar para desarrollar diferentes habilidades en esta etapa», explica Paula Morales.

No solo eso, tras la obediencia se pueden esconder problemas graves, por ejemplo, el niño puede ser obediente en casa por miedo a sus padres, pero en la escuela actuar de manera descontrolada. ¿Qué elemento pesa más en el mal comportamiento, una educación rígida o la genética? Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Míchigan analizó los comportamientos en más de 2.000 hermanos gemelos en muestra primaria. Los datos revelaron que el hermano que recibió una crianza más exigente mostraba, con excepciones, un comportamiento más antisocial.

Pese a ello, hay límites que un menor, sea de la edad que sea, nunca debe traspasar. «Existen normas o pactos en la convivencia diaria que deben poder ser cuestionados por parte de los niños. Hay que darles la oportunidad de que manifiesten su voluntad y de validar si lo que dicen es aceptable o no», concluye Sylvie Pérez.

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