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Jesús Álvarez: "Queremos que cualquier alumno interesado en nuestro programa pueda venir independientemente de dónde viva"

Hablar con Jesús Álvarez, director del IES "Gerardo Diego", es una bocanada de aire fresco en un ambiente que en los claustros con demasiada frecuencia resulta sofocante. Tres palabras definen a este ejecutivo que dejó su trabajo en la frontera con Libia para convertirse en funcionario... pero de los de vocación de servicio público. Ilusión: "Pasar ocho horas en un trabajo mirando el reloj es terrible". Compromiso: "Hacemos el centro nuestro y cualquiera que viene ve esa identidad". Gestión: "Haces un análisis del problema, encuentras la necesidad y buscas una solución". Suena fácil pero no lo es.
José Mª de MoyaMartes, 21 de febrero de 2023
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Basta un paseo por el «Gerardo Diego» y media hora de charla con su director para que los prejuicios y los tópicos sobre la enseñanza pública vayan cayendo uno tras otro. La profesora que nos acompaña en el recorrido me dice bajando la voz: «Es que aquí funcionamos practicamente como en un colegio privado».

Jesús, no paráis…
—La verdad es que sí. Mira esto [y me enseña un folleto que se va abriendo como un acordeón y que muestra una veintena de programas y actividades que desarrolla el centro].

¿Cón qué te quedarías?
—Quizá con el programa de excelencia en Bachillerato que tenemos desde hace más de diez años. Y también con el programa bilingüe de la ESO.

Recientemente hemos implantado el Programa de los Años Intermedios PAI) del Bachillerato Internacional para la ESO. En Madrid somos, junto con el «San Isidro» y alguno más, los únicos centros públicos y bilingües con este Programa. Hemos tenido un trasvase de alumnos de centros privados.

¿Dices que le robáis alumnos a la privada?
—Hemos aumentado los matriculados un 5% que es una barbaridad teniendo en cuenta que la natalidad ha descendido un 5% en nuestro municipio. Hemos notado que también estamos recibiendo alumnado de municipios limítrofes que, la verdad, era uno de nuestros objetivos. Nosotros tenemos que pasar a ser un foco de atracción para alumnos de cualquier lugar interesados por nuestro proyecto educativo, igual que el British Council o el Montessori. Nosotros ofrecemos un proyecto que pueda ser atractivo para cualquier familia.

Te veo muy competitivo. ¿Luchas con sus mismas armas?
—Intento hacerlo sí y a veces me va mejor que a ellos. En la EBAU, que nos mide a todos por el mismo rasero, llevamos muchos años logrando excelentes resultados. Tal vez no tengamos sus mismas instalaciones y que nos gustaría tener, pero tenemos un claustro magníficamente formado, motivado y actualizado.

Mejor invertir en profesorado que en pistas de pádel…
—Desde luego. Los programas que te he mencionado antes son muy exigentes, son como un sello ISO de calidad y te obligan a una formación permanente del profesorado. Para que te hagas a la idea, para un claustro de 60 profesores hemos impartido de junio a diciembre 3.500 horas de formación. Con eso no puede competir ningún privado.

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Tal vez no tengamos las mismas instalaciones que la privada, pero tenemos un claustro magníficamente formado, motivado y actualizado

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Me han dicho que te fuiste a Campamento [barrio limítrofe de Pozuelo de Alarcón] a captar alumnos. Eso sí que es marketing directo…
—Lo que hicimos fue un análisis del contexto. Cogimos datos de natalidad de los ayuntamientos, vimos de donde venían la mayoría de los alumnos y analizamos relación entre la evolución de la natalidad y los matriculados. Después vimos qué perfil de alumnado era porque nosotros no somos un centro de difícil desempeño.

En función de este contexto determinamos la oferta que podíamos ofrecer a las familias. Probablemente si estuviera en otro centro hubiese solicitado otros programas, pero estoy donde estoy y recibo a la gente que tengo que recibir.

¿Cuáles son los ejes del tipo de programa que implementáis?
—Se trata de un programas basado en la globalización, en un conocimiento holístico y en una aplicación práctica del conocimiento real. Creímos en esto y los datos nos han dado la razón. Este año, que es el primero que abrimos con el Programa de los Años Intermedios del IB, hemos cubierto una línea más en 1º de la ESO. Incluso hemos beneficiado a centros limítrofes porque a nosotros no nos cabía tanto alumnado.

¿Cómo ejecutasteis el plan?
—Lo primero que hicimos fue ir a los centros educativos de Primaria que trabajaban en una línea similar y explicarles a familias y equipos directivos cómo íbamos a trabajar. A partir de ahí, buscamos soluciones para atender a los menores que vivían en sitios más alejados, así que extendimos la ruta escolar hasta los límites del municipio de Pozuelo. En otras ocasiones, hemos llevado una moción al ayuntamiento para que ponga rutas de autobús que pasen por sitios donde hay demanda de alumnado.

¿Rompéis con el concepto de zonificación de la enseñanza pública y con la idea de que cada alumno debe ir al centro más cercano?
—Por supuesto. Nosotros pretendemos que cualquier alumno que esté interesado en nuestro programa pueda venir a nuestro centro independientemente de donde viva. Eso sí, hay veces que a los padres les va a costar un poco más, pero tenemos que cambiar ese concepto en las familias.

Lo que tienen que entender es que las calidad de nuestra oferta compensa el esfuerzo que tendrán que hacer.

Suena a discurso de cole privado…
—Es que queremos romper con esa dicotomía de enseñanza pública y privada. A veces parece que lo que pagas con tus impuestos no vale… sin embargo, nosotros sí que valemos y los reflejan nuestros resultados.

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Pretendemos que cualquier alumno que esté interesado en nuestro programa pueda venir a nuestro centro independientemente de donde viva

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Me han dicho que vienes de la empresa privada… se nota.
—Pues quizás sí, supongo que por el modo de operar que he desarrollado durante años: haces un análisis del problema, encuentras la necesidad y buscas una solución.

¿No hay diferencias con lo público?
—Sí que la hay. La empresa privada es un negocio, o das unos beneficios o no vale. No tengo nada en contra de la empresa privada, pero nosotros, desde el punto de vista académico y educativo, el beneficio lo volcamos sobre el alumno, nuestra rendición de cuentas está en el alumno. Nosotros jugamos con nuestra buena voluntad y el interés único por el alumnado.

Pero además de buena voluntad harán falta recursos, ¿no?
—Por supuesto y por eso somos una grandes captadores de fondos, hasta el punto de que prácticamente nuestro presupuesto duplica el dinero que recibimos para gastos de funcionamiento. Nosotros tenemos unos gastos generales de funcionamiento, en nuestro caso 162.000€ de mantenimiento, electricidad… Pero eso es para funcionar, para mantenerse. Si pretendemos mejorar, primero nos tenemos que presentar a proyectos que tengan inherente una asignación económica. Luego tenemos otras fuentes de ingresos como el alquiler de instalaciones, etc.. Intentamos aprovechar los recursos del centro para recaudar fondos.

¿Y dices que duplicáis la asignación de la Comunicad para gastos de funcionamiento?
—Hay unos ingresos directos y otros indirectos que no nos llegan a la cuenta corriente pero nos benefician. Por ejemplo, con el Programa del BI recibimos un incremento del cupo de profesores, de un profesor y medio más, que nos sirve para hacer un montón de cosas. ¿Cuánto puede suponer? Pues unos 75.000€ anuales, más la formación y las tasas de autorización de la Organización del Bachillerato Internacional. Esto no llega directamente a nuestra cuenta pero indirectamente tenemos ese ingreso. Después recibimos también partidas extraordinarias por proyectos, este año hemos obtenido 5.500€ por un proyecto que se llamaba «Cantar», por ejemplo.

Es un modelo de gestión cuanto menos atípico… 
—Lo más importantes es que hacemos el centro nuestro y cualquiera que viene ve esa identidad. El centro está construido de dentro a fuera, los cambios son nuestros y eso es un valor añadido del centro. Nosotros diseñamos nuestras cristaleras, están nuestros nombres… Todo forma parte de un diseño nuestro que luego eligen los alumnos. El edificio no forma parte de un proyecto, es nuestro.

Esto es muy importante porque crea una identidad del profesorado con el centro. Yo me puedo cambiar a un centro ultramoderno, construido el año pasado, pero no será mi centro.

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Me puedo cambiar a un centro ultramoderno, construido el año pasado, pero no será mi centro

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¿Autonomía?
—En efecto, autonomía del centro, de las familias… A nosotros nos adjudicaron un proyecto de innovación educativa con una carga presupuestaria que al final no se va a implementar… Sin embargo, mi objetivo es llevar a cabo otro proyecto, que es nuestro (un cambio de espacios) porque es un mandato tanto del claustro como del consejo escolar.

Para todo esto hay que contar con un personal comprometido… ¿Cómo trasmites esa ilusión?
—Yo no sé si uno transmite ilusión, yo ya tengo una edad y si estoy en un sitio es porque quiero. Al claustro no hay que decirle gran cosa, porque pasar ocho horas en un trabajo mirando el reloj es terrible. Pero cuando el tiempo se pasa volando es maravilloso. Entonces, el claustro está implicado porque cree en la idea y porque se lo pasa bien. Es una profesión vocacional y, por otra parte, la capacidad de trabajo y sacrificio de un funcionario público que ha tenido que superar una oposición es innegable.

Pero habrá de todo, ¿no?
—¿En qué momento se pierde esa capacidad de trabajo? Pues no lo sé, llega la desmotivación, que ves que no puedes desarrollarte profesionalmente aunque sea de forma colectiva… no sé, pero la capacidad de trabajo inherente a cualquier funcionario público está ahí. Yo recuerdo cuando estaba opositando que llegaba a pensar lo bien que vivía en la frontera con Libia trabajando para una empresa privada.

¿Cómo recuperar la ilusión?
—Las conexiones son muy importantes. El maestro del siglo XXI debe sentirse empoderado, un maestro de ceremonias, buscar en diferentes fuentes… Si no sé de alguna materia, busco un especialista para que mis alumnos aprendan. No siempre es todo maravilloso, pero buscar alternativas para evolucionar en la educación es una cosa fantástica y una fuente de motivación.

Estamos en Pozuelo de Alarcón, la población con mayor renta per cápita de España. ¿Qué le dirías al director de un centro de un entorno desfavorecido?
—Nosotros tenemos nuestros problemas, uno de ellos es quitar la creencia de que lo público no vale. No arrugarnos con ningún privado del entorno, teniendo en cuenta el alto porcentaje de privada y concertada de Pozuelo. Nosotros tenemos un tipo de familia medio y, como he comentado antes, tenemos que dar respuesta a ese tipo de alumnado.

Pero yo he sido alumno de un centro de difícil desempeño, así que conozco también ese lado. Si estuviese en otro centro buscaría la excelencia en función del perfil de alumnado que tuviese. Lo importante es mejorar desde el punto en el que te encuentres.

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