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Jaime Buhigas: "Se precisa más calma y menos burocracia para educar"

Con más de 25 años de experiencia como profesor, Jaime Buhigas aboga en su último libro por recuperar la calma y la sensatez para educar, critica la carga burocrática que resta tiempo para dedicárselo a los estudiantes y cree preocupante que los ataques de ansiedad sean hoy una realidad habitual en clase.
EfeLunes, 27 de marzo de 2023
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Buhigas aboga en su último libro por recuperar la calma y la sensatez para educar. © Archivo del autor

En una entrevista con Efe con motivo de la publicación de El noble oficio de la educación. Cartas de un profesor (La Esfera de los Libros), Buhigas afirma que este libro es el resultado de lo que «opinan muchos compañeros» de profesión y busca «dignificar el trabajo de los docentes, enamorarse de la educación como arte». «Hay que calmar las cosas y recuperar la relación sencilla, cabal y bonita, diaria, lenta… de los alumnos entre ellos y del profesor con el alumno», sostiene el también director teatral, dibujante e ilustrador, autor de La divina geometría y Laberintos.

La innovación pedagógica o las nuevas tecnologías «no han tenido impacto y el profesor es hoy igual al de hace 10, 15 o 20 años», sostiene Buhigas, que cree un error tener que dedicar cada vez más tiempo a tareas burocráticas en lugar de dedicarlo al alumno, «que es lo que queremos, por ejemplo estar en un recreo. Observar a tu clase sin interactuar con ellos te permite saber mucho de ellos».

Llama asimismo la atención sobre el deterioro de la salud mental entre los adolescentes e ilustra que los ataques de ansiedad en clase «se han convertido en algo habitual. Es una realidad que alarma a padres y profesores». «De repente los niños entran en colapso, sufren una ansiedad vital y una falta de sentido que lo que le proponemos en clase no les sirve, ni les reconforta. Si la educación no sienta unas bases mínimas para orientar la vida de un adolescente algo estamos haciendo mal», subraya Buhigas, que apunta a la falta de recursos humanos en los centros para encarar estos problemas.

En El noble oficio de la educación, su autor se detiene también en las notas, una herramienta que no discute que sea «útil» pero cree que especialmente en primaria, y «en muchos casos en secundaria», se requiere algo «mucho más complejo». «La educación no es una ciencia exacta, por eso resumir la actitud o los resultados en un número es una cosa que no es exacta. Tienes que ser buen profesor y tener una relación sólida con el alumno para realmente saber lo que ha aprendido y lo que no, y todo esto no siempre queda reflejado en el examen».

Por esta razón se necesita «más relación profesor alumno y especialmente con el tutor», una figura «absolutamente infravalorada en nuestra educación, despreciada y mal pagada. No todos los profesores del claustro tienen la capacidad de valorar igual al alumno, tiene que haber uno que sea el que realmente tenga el cometido de observarle despacio».

Se necesita más tiempo y calma

En este contexto urge a que en la educación se recupere el tiempo: «Se han llenado los colegios de miles de actividades pero es una especie de sinsentido para rellenar una memoria anual y te preguntas ¿en este centro cuándo están los profesores tranquilamente con sus alumnos aprendiendo y charlando? Cada vez menos».

Otro de los capítulos del libro habla de cómo acertar en la elección del centro en un tiempo en el que hay un «marketing» escolar y competitividad «feroz», volcado en las extraescolares, el bilingüismo, las nuevas tecnologías… Sin embargo, Buhigas recomienda apreciar el ambiente que se respira, la relación entre profesorado y alumnado, la belleza del lugar, la limpieza de los aseos, si es un sitio pacífico, el comportamiento en el comedor, el orden o la consideración que tienen las mujeres que limpian.

«Más allá de programaciones y contenidos de las materias hay algo previo y sustancial que es que yo me sepa comportar y convivir con los demás, ser una persona limpia interior y externamente, con unos valores, que me sé dirigir con consideración a otras personas, etcétera».

Por otro lado, se rebela contra los «profesores erróneos», personas que «no deberían estar dando clase. Una vez que un señor ha logrado su plaza en propiedad ahí se va a quedar 40 años enseñando mal y frustrando a los alumnos, eso es muy nocivo», concluye Buhigas, partidario de establecer un sistema similar al MIR de los médicos.

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