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Un diccionario de amor

¿Puede que el amor sea un conjunto de experiencias por las que vamos a la deriva? Descubre la idea de Roland Bartes y practica su estilo de filosofar. En el siguiente artículo te cuento la idea y te explico cómo pensar a su estilo para llevarlo como un ejercicio que puedes practicar con tu grupo.
Ársel ÁlvarezViernes, 21 de febrero de 2025
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El amor, un rompecabezas sin forma clara.

Un diccionario de las figuras del amor

¿Es el amor un impulso o se da por voluntad? La idea de Rolad Barthes va por otro camino. Para él, el amor es el nombre que damos a un conjunto de experiencias mínimas que atravesamos de manera fortuita. Son muchas y muy diferentes, y aunque a veces nos quedamos atrapados en una, o en un ciclo de ellas, no las une nada más que este nombre que le damos: “amor”. No hay en realidad nada que las una, ni siquiera nuestra historia de amor. Y “la historia de amor” es, también, una experiencia entre el montón sin ningún privilegio sobre las demás.

El filósofo llama a estas experiencias “figuras”. Usa esta palabra porque las quiere comparar con las formas que un gimnasta realiza en su ejercicio. Figuras gimnásticas son, por ejemplo, una contorsión del cuerpo, o un movimiento con una serie de pasos fijos. Un “mortal hacia delante”, o el “pino puente”, son algunas de las figuras que realiza un gimnasta, de la misma manera que un enamorado realiza otras como “la espera del ser amado”, “los celos”, o “el contacto furtivo de mi piel con la del ser deseado”.

Una historia de amor

«A nuestra historia le hace falta una segunda parte». Aitana

En su libro Fragmentos de un discurso amoroso, el autor explica que el enamorado no deja de relatarse a sí mismo su experiencia. Lo hace a través de estas figuras. Las reconoce porque las ha visto en series, películas y canciones. También es posible que las haya vivido y de algún modo nombrado por sí mismo.

Pero el relato no es voluntario. Se da en un código que aporta la cultura a la que el enamorado pertenece. Hace unos años mi abuela dejó caer una prenda durante un paseo en el que se cruzó con mi abuelo, luego, durante la guerra civil, él le escribió alguna carta con el amor y la muerte por tema. Quizá estas figuras sigan formando parte del código en otro lugar u otra cultura. En algunos pueblos de Latinoamérica las mujeres esperan con ganas la llegada del nuevo padrecito para enamorarse de él y “sacarle la sotana al cura”.

¿Cuáles son las figuras de las que habla Roland Barthes?

En su libro las figuras siguen un orden alfabético. Lo hace porque quiere asegurarse de que ninguna de ellas es más importante, y porque, de aparecer más, podrían añadirse sin ninguna justificación. Cualquiera podría incluir otras nuevas.

Vamos a citar algunos ejemplos del libro Fragmentos de un discurso amoroso:

Cuando mi dedo por descuido

Contactos: la figura refiere a todo discurso interior suscitado por un contacto furtivo con el cuerpo (y más precisamente la piel) del ser deseado.

Presiones de manos – inmenso expediente novelesco –, gesto tenue en el interior de la palma, rodilla que no se aparta, brazo extendido, como si tal cosa, a lo largo de un respaldo de diván, y sobre el cual la cabeza del otro va poco a poco a reposar, son la región paradisíaca de los signos sutiles y clandestinos: como una fiesta, no de los sentidos, sino del sentido.

La espera

Espera: Tumulto de angustia suscitado por la espera del ser amado, sometida a la posibilidad de pequeños retrasos (citas, llamadas telefónicas, cartas, atenciones recíprocas).

La espera es un encantamiento: recibí la orden de no moverme. La espera de una llamada telefónica se teje así de interdicciones minúsculas, al infinito, hasta lo inconfesable: me privo de salir de la pieza, de ir al lavabo, de hablar por teléfono incluso (para no ocupar el aparato); sufro si me telefonéan (por la misma razón); me enloquece pensar que a tal hora cercana será necesario que yo salga, arriesgándome así a perder el llamado bienhechor, el regreso de la Madre. Todas estas diversiones que me solicitan serían momentos perdidos para la espera, impurezas de la angustia. Puesto que la angustia de la espera, en su pureza, quiere que yo me quede sentado en un sillón al alcance del teléfono, sin hacer nada.

Si quieres seguir leyendo, te animo a buscar el libro en tu biblioteca o descargártelo aquí . Si lo quieres en tu biblioteca no dudes en comprarlo, porque es un libro al que puedes volver en diferentes ocasiones, abrir por cualquier lado y sorprenderte siempre.

Ejercicio filosófico: ¿Cuáles son nuestras figuras?

Barthes toma las figuras que explora de sus propias lecturas de filosofía, literatura, y de conversaciones con sus amigos. Son experiencias sobre el amor que relatan entre los personajes de la novela de Goethe Las penas del joven Werther, que se describen en diversas obras el filósofo Nietzsche, en realidad, hay varios autores que usa como referencia. A veces describe la escena de la que habla, o explica el fragmento. Otras veces reflexiona directamente a partir de lo que ha leído o escuchado.

El ejercicio se puede repetir siempre. Podemos trabajar solos o con nuestro grupo. Sigamos los pasos del autor de Fragmentos de un discurso amoroso:

  1. Debemos elegir las fuentes, pueden ser canciones, películas, series, cualquier cosa sirve.
  2. Elijamos un fragmento, o recordemos por escrito la conversación en la que un amigo hablaba sobre el amor.
  3. Luego expliquémoslo, ¿qué quiere decir?
  4. Como título elegimos una frase que sea suficientemente expresiva (que forme parte del fragmento o de nuestra explicación).
  5. Decidimos una palabra que condense la idea, será el concepto.
  6. Definimos con nuestras palabras ese concepto (no se trata de ir a buscar al diccionario).

Si trabajamos este ejercicio en grupos podemos hacer un diccionario como el que plantea Barthes en Fragmentos del discurso amoroso. Conocer estas figuras nos puede servir para no engancharnos, no dejarnos arrastrar por aquellas que pueden ir contra nuestros propios valores. Puede ayudarnos, como vimos en otro artículo para analizar ideas irracionales que nos hacen sufrir.

¿Te animas a probarlo?

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