Virtudes Roig: "Tendemos a juzgar a un paciente como si la enfermedad mental dependiera de él"
Al concertar esta entrevista para Cómo está el patio ya sabía que iba a ser especial. Y no solo por tratarse del primer podcast que grabamos desde nuestro estudio… en conexión por videollamada. En Magisterio nos hemos acostumbrado a hablar con psicólogos, psiquiatras y orientadores, profesionales del ámbito de la salud mental en general. Esta ocasión iba a ser algo diferente: nuestra invitada al podcast es Virtudes Roig, farmacéutica. Pero, ¿farmacia y salud mental? ¿Qué tendrá que ver?
La farmacia, termómetro de la salud
Nos lo dice ella misma, nada más empezar. «En la farmacia a diario vemos o palpamos el impulso de la enfermedad o de las patologías… el estado de salud de la sociedad. Y, desgraciadamente, la salud mental cobra mucho más protagonismo, porque desgraciadamente está cada vez más presente en edades más jóvenes, cosa que es altamente preocupante», declara. De hecho, Roig se muestra orgullosa de que «no solo» dispensan recetas, sino que también son «educadores de salud y promotores de hábitos».
Tal y como dice la creadora de El blog de Pills, «por suerte, ha habido un cambio de 360 grados» al hablar de salud mental. Transformación que, asegura, también se percibe en el ámbito farmacéutico. «Nos atrevemos a hablar, a interactuar con ese paciente y a darle seguimiento, porque yo no me puedo distanciar solo con la medicación y no tener en cuenta su entorno social y su entorno emocional», afirma.
Los consumidores de fármacos, cada vez más jóvenes
En su farmacia, como, dice, sucede en todas, cada vez es más frecuente tratar con personas que van buscando fármacos para la ansiedad o la depresión. Este tipo de soluciones, concreta, se han colado en el top 3 de los medicamentos más vendidos. Pero el cambio no solo se nota ahí. «Antes estos fármacos quedaban muy circunscritos a la gente mayor, sobre todo a mujeres, y cada vez la gente que los toma es más joven«, apunta Roig.
En esta línea, la divulgadora farmacéutica analiza la importancia que tienen los profesionales como ella en el tratamiento de personas con problemas de salud mental. Tal y como explica, en sus establecimientos les explican con detalle a los pacientes qué beneficios aportan los fármacos que les han recetado, por qué están indicados para sus dolencias y por qué se los han prescrito en una dosis concreta.
Esto, valora, «lleva su tiempo, para que ellos se sientan lo más cómodo posible y vean que el fármaco es beneficioso». La cercanía y el cariño es, además, fundamental para que puedan explicarle al médico cómo se encuentran, y les ajusten la dosis a lo que realmente necesitan.
Las redes, ¿contra la salud?
No es ajena, no obstante, al peligro de las redes sociales para los farmacéuticos, y el mundo de la salud en general. «Nosotros, por ley, no podemos hablar de medicamentos en redes, porque de alguna forma estaríamos promocionando su consumo. La ley es muy restrictiva con los temas éticos. Y luego te encuentras con que gente que no tiene nada que ver con el sector, que no son sanitarios, dicen verdaderas aberraciones y barbaridades, promocionan y aconsejan el uso de fármacos. Esto es espeluznante», critica.
Y añade: «Tengo compañeros a los que les han querido cerrar las cuentas haciendo una divulgación realmente exquisita. Y sin embargo luego ves personas que dicen barbaridades».
Por suerte, a pesar de las prácticas de algunos influencers y creadores de contenido, Roig considera que en España «conseguir medicamentos fuera del canal legal no es tan fácil, está muy perseguido». Tal y como cuenta, «está muy regulado: los fármacos importantes necesitan de una dispensación a través de una receta. Por lo tanto, esa persona que ha escuchado cualquier cosa, tiene que pasar por un médico».
Un rechazo muy peligroso
No tan positiva, sin embargo, es la imagen que tiene la sociedad de la enfermedad mental y sus consecuencias. «Tendemos a juzgar a un paciente como si la enfermedad mental dependiera de él, como si él tuviera la culpa y no estuviera haciendo lo suficiente para recuperarse«, lamenta. Esto, apunta, «hace que el enfermo se esconda y que la relación con la medicación sea un poco complicada».
Para ilustrarlo, un ejemplo muy claro: «Si tú me dices que tienes médico digestivo, no cuestionaría nada. Pero en esa misma conversación, si dices que vas al psiquiatra, ya te dicen que por qué tienes que ir al psiquiatra». «El nivel de rechazo hacia ese tipo de enfermedad es muchísimo más alto. De incomprensión ni te cuento: los estigmatiza. Si ya es duro de por sí una enfermedad mental, estigmatizarlos así… hacemos que se escondan ellos mismos», denuncia.
Una llamada de atención en toda regla a todos para practicar nuestra empatía con personas que, aunque no lo digan, la necesitan más que nadie, más que nunca.
Palabra de farmacéutica.