Vero Fernández: "Nuestros adolescentes no son blandos, son frágiles emocionalmente"

El impacto de la serie Adolescencia, las fracturas en la educación familiar y el desafío de construir el carácter en las nuevas generaciones fueron algunos de los temas que Vero Fernández, directora del Centro de Virtudes y Valores de la Universidad Francisco de Vitoria y experta en Educación del Carácter, abordó en una conversación cargada de reflexión y urgencia.
José Mª de MoyaMiércoles, 30 de abril de 2025
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«La serie [Adolescencia] es una propuesta realmente honesta, valiente y profundamente incómoda», explicó Fernández, aludiendo al producto audiovisual que sirvió de punto de partida para analizar las heridas silenciosas de los adolescentes actuales.

La desconexión tras la puerta cerrada

Entre los momentos más crudos destacó la escena donde el padre, convencido de que su hijo estaba seguro en su habitación, descubre tarde la verdad. «Pensaba que estaba seguro en su habitación», recordó Fernández, subrayando una desconexión que no es fruto del desinterés, sino de esa falsa tranquilidad.

Según Fernández, «nos presenta lo que es un adolescente que no es una simple víctima ni un monstruo», sino alguien «profundamente influenciable», atrapado entre la necesidad de pertenencia y un abandono emocional inadvertido.

Una generación emocionalmente frágil

Fernández advirtió de la «fragilidad emocional impresionante» que define a los jóvenes de hoy. Recordó que «hemos pasado del ‘pienso, luego existo’ al ‘siento, luego soy'», algo que, lejos de fortalecerlos, los vuelve vulnerables a cualquier revés.

El reto de forjar su carácter

«A los padres hoy día les ha faltado autoridad», lamentó Fernández, quien cree que el ansia de ser «colegas» de sus hijos está dejando a los jóvenes «huérfanos de verdadera educación». Explicó que «la autoridad ayuda a forjar el carácter», estableciendo límites que permiten a los adolescentes distinguir entre el bien y el mal.

Volviendo a la serie, Fernández dice que nos deja una lección amarga con esa última frase lapidaria: «Lo siento, hijo. Debería haberlo hecho mejor», confiesa el padre entre lágrimas. Esa frase resuena como un epílogo lleno de esperanza y redención.

Virtudes encarnadas, no solo valores

La directora insistió en la necesidad de ir más allá de los valores teóricos: «La virtud es acción pura». Para Fernández, no basta con enunciar ideales; es necesario «hacer vida» de esos valores mediante hábitos firmes.

Sobre la dimensión trascendente, Fernández recordó que «tener un sentido trascendente ayuda a vivir el sufrimiento de otra manera». Reivindicó la importancia de la formación espiritual como brújula frente a un mundo que a menudo naufraga en la superficialidad.

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