El hogar de los descartados
La maestra del curso de Infantil de 5 años se quejaba de aquel niño, pues no paraba quieto en clase, su actitud era disruptiva y parecía que su único objetivo era llamar la atención de las personas adultas. Por eso decidió citar a los padres, pues tenía claro que así no podía continuar lo que restaba de curso.
Para ella fue toda una sorpresa averiguar que aquel niño no vivía con sus padres y que residía en un hogar junto a otros siete niños menores de seis años. Y allí que fue para entrevistarse con la directora de la residencia y con las educadoras que se encargaban del cuidado de aquel niño. Así supo que llegó a aquel hogar con dos años recién cumplidos y que, transcurridos tres años, aún no habían encontrado a ninguna familia que lo pudiera acoger. Y todo porque este niño, al igual que los otros siete que vivían en ese hogar, no estaba sano del todo.
El papa Francisco lo recalcó una y mil veces, cuando afirmaba que hay que acoger a todos, todos, todos. Y esa evidencia que muestra el desapego del mundo se refleja en esa residencia de benditos infantes que bien podría denominarse como “el hogar de los descartados”.