Estructurar y sistematizar los apoyos tempranos
En uno de los trabajos más relevantes de Stephanie Al Otaiba y sus colaboradores, publicado en 2014, se observó que esperar tan solo dos meses para ofrecer una respuesta específica a los niños que no respondían adecuadamente a un programa de enseñanza de la lectura de alta calidad para todo el alumnado generaba una brecha que seguía siendo visible al final del curso escolar.
Para algunos niños, sin embargo, no esperamos solo dos meses, sino cerca de dos años antes de que alguien, tras un diagnóstico, pueda aplicar una intervención específica cuando existen dificultades para aprender una habilidad tan fundamental como es la lectura. En algunos casos, esta atención ni siquiera llega, debido a las elevadas ratios que manejan los especialistas en Pedagogía Terapéutica y Audición y Lenguaje.
Además, esperar cuando los niños comienzan a quedarse atrás en habilidades vehiculares como la lectura o las matemáticas parece una estrategia poco sensata. Los estudios longitudinales de mayor calidad indican que las brechas de los niños con dificultades se abren muy pronto, ya en el primer año de la enseñanza elemental, y que, si no se abordan, persisten hasta la adolescencia.
En el caso de la lectura, estas dificultades no implican únicamente problemas para comprender o leer de forma precisa y fluida, sino que conllevan efectos secundarios, como una menor adquisición de conocimiento y vocabulario. Por ello, es fundamental entender que, en cuanto empiezan a aparecer las primeras dificultades en las habilidades vehiculares, los niños deben recibir programas estructurados, fundamentados y aplicados por profesionales con una formación sólida.
En este contexto, los maestros que cuentan con horas de apoyo, por ejemplo, ligadas al área de lengua en primero y segundo curso de educación primaria, pueden ser de enorme utilidad. No obstante, a la luz de la evidencia disponible, considero que este tipo de trabajo está mejor fundamentado cuando cumple una serie de características concretas.
En primer lugar, parece sensato focalizarlo en el alumnado en riesgo, es decir, en aquellos niños que comienzan a quedarse atrás en habilidades vehiculares como la lectura, pero que no cuentan con un diagnóstico que les permita acceder a una atención más específica. Para aplicar correctamente estos apoyos es imprescindible partir de programas de alta calidad para todo el alumnado, que se evalúen periódicamente mediante instrumentos ligados al currículo, con el fin de detectar de forma temprana a quienes empiezan a mostrar dificultades.
En segundo lugar, estos apoyos deben consistir en la implementación, en grupos reducidos, de programas muy estructurados, cuyo diseño esté informado por la investigación, que se evalúen también de manera periódica y que requieran un conocimiento técnico sólido por parte de quienes los aplican. En este sentido, es importante comprender que hay niños que necesitan más exposición, más oportunidades de práctica, correcciones más individualizadas y una graduación de la dificultad del material más ajustada. A estos alumnos puede no bastarles con las horas y la exposición prevista en la enseñanza en gran grupo. También es importante subrayar que lo que se recomienda aquí es la aplicación de programas cerrados, con objetivos, contenidos, procedimientos instruccionales, materiales e instrumentos de evaluación claramente definidos, que permitan una práctica sólida, sistematizada y evaluable. Los niños que responden de forma adecuada a estos programas deben salir rápidamente del estatus de riesgo de forma que la enseñanza se vaya focalizando en aquellos niños que muestran las dificultades más graves y persistentes. Aunque es obvio, cabe señalar que estos apoyos no sustituir la enseñanza ordinaria, sino complementarla (intensificarla) de forma temporal y flexible.
De hecho, muchas de las intervenciones más exitosas ofrecen, además de una innegociable enseñanza de la lectura para todo el alumnado de mucha calidad, entre 30 y 60 horas adicionales de trabajo estructurado en pequeño grupo. Esto es relevante porque estos apoyos cobran sentido dentro de modelos de intensificación curricular, en los que los niños reciben programas de calidad para todos y, además de esto, una mayor dosis de instrucción en grupo reducido. Se habla de intensificación curricular porque se refuerza y robustece el currículo para aquellos niños que no responden adecuadamente a intervenciones de alta calidad aplicadas a todo el grupo. Entre los modelos de intensificación curricular más conocidos se encuentran los modelos de Respuesta a la Intervención, que resultan especialmente interesantes. En ellos la discusión entre programas de calidad para todos y la atención alumnado en riesgo en pequeño grupo no tiene cabida y se considera una falsa dicotomía. No es necesario elegir. Hacen falta más cosas.
Por supuesto, para que estos apoyos puedan hacerse efectivos, las administraciones educativas deben proveer a los centros de suficientes horas de trabajo, y los profesionales deben contar con formación adecuada para implementar programas de calidad, evaluarlos periódicamente y vincular actuaciones especializadas a aquellos alumnos que no responden. Personalmente, es un enfoque en el que creo firmemente y que considero razonablemente bien fundamentado: ofrecer una respuesta rápida, intensiva y focalizada al alumnado en riesgo que comienza a quedarse atrás en habilidades cuya falta de adquisición comprometerá seriamente su aprendizaje posterior.
Este año hemos comenzado a introducir modelos de este tipo en la Región de Murcia, trabajando conjuntamente a través de un convenio entre la Consejería de Educación y la universidad en la que trabajo. Disponemos ya de primeras evidencias publicadas, aunque se trata de datos puramente descriptivos, sin grupo control. Por tanto, no permiten avalar hoy en día la eficacia de estas medidas y no merecen una divulgación detallada en un contexto ya saturado de información engañosa o poco rigurosa. No obstante, mientras tratamos de avanzar en nuestra línea de investigación, sí he considerado oportuno explicar por qué creemos que estos modelos preventivos pueden ser de gran utilidad.
