Reyes Magos en la era digital: ¿podemos escribir una carta sin pantallas?

Los dispositivos electrónicos lideran las listas de deseos infantiles, pero los expertos recuerdan que la Navidad también puede ser una oportunidad para transmitir valores y prevenir hábitos adictivos.

Alba BartoloméLunes, 22 de diciembre de 2025
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Sara Viñuela, psicóloga del Centro de Atención a las Adicciones (CCAD) de Cáritas Madrid.

En Navidad, la ilusión de los más pequeños parece multiplicarse, especialmente cuando llega uno de los momentos más esperados del año: escoger un papel bonito, coger el lápiz y empezar a escribir la carta a Sus Majestades los Reyes Magos. Ese momento, que para muchos hogares sigue siendo mágico y cargado de tradición, se enfrenta hoy a un contexto muy distinto al de hace apenas una década.

El acceso temprano a las pantallas, la publicidad personalizada que reciben incluso los niños, las dinámicas de recompensa inmediata propias de los videojuegos o de algunas apps infantiles y una oferta infinita de juguetes pueden convertir este gesto simbólico en un impulso consumista o, incluso, en los casos más problemáticos, en una forma temprana de relacionarse con el juego.

“Los niños hacen lo que observan en su entorno y lo que hacen sus padres; es importante predicar con el ejemplo”, dice Sara Viñuela , psicóloga del Centro de Atención a las Adicciones (CCAD) de Cáritas Madrid, que asegura que la carta a los Reyes Magos puede ser “una oportunidad perfecta para enseñar autocontrol y gratitud” siempre que las familias acompañen el proceso.

Hablamos con la experta para comprender cómo pueden las familias afrontar la carta navideña de la mejor forma posible, qué señales conviene vigilar cuando los regalos tecnológicos dominan los deseos infantiles y qué estrategias recomienda para evitar que este momento tan especial derive en dinámicas propias de comportamientos adictivos.

Cómo especialista en adicciones, ¿observas cada vez más hábitos de consumo compulsivo o impulsivo en los más pequeños?
–Sí, y en buena parte se debe a la inmediatez de la sociedad en la que vivimos. Hoy todo está a un clic: información, objetos, servicios… Esa disponibilidad permanente dificulta que los niños desarrollen la capacidad de espera. Y cuando la paciencia no se entrena, es mucho más fácil que aparezca la impulsividad en la conducta.

¿Qué deben tener en cuenta los padres cuando los juguetes de los niños incluyen pantallas, aplicaciones o elementos interactivos que pueden generar dependencia?
–Es importante que los padres aprendan a marcar límites de uso y complementar con otro tipo de juguetes que fomenten habilidades psicomotrices, atencionales y funciones ejecutivas. En definitiva, poder compaginar juguetes electrónicos con otros juguetes más “tradicionales” y limitar el tiempo de uso de los mismos.

Muchos niños piden videojuegos o dispositivos tecnológicos por Navidad, ¿cuál es el riesgo real de adicción y cómo se puede prevenir?
–El riesgo de adicción es elevado. Cuanto antes se accede, antes puede aparecer el abuso o la dependencia. El problema no se limita solo al uso excesivo de pantallas, sino también a cómo determinados juegos pueden influir en el desarrollo de rasgos de personalidad disfuncionales o interferir en la adquisición de habilidades propias de cada etapa evolutiva. La prevención pasa por retrasar el acceso, supervisar, establecer límites y enseñar otras formas de ocio.

Plataformas y tiendas usan algoritmos para sugerir productos a niños. ¿Están aumentando el riesgo de adicción?
Sí, de forma indirecta, pero sí. Cuánto más visible tengan los niños algo, más lo van a querer, porque al final esto va “de modas”. Es por eso que, el impacto de la publicidad en la salud mental es algo evidente y se ha de utilizar teniendo en cuenta estos riesgos.

¿Qué deberían hacer las familias cuando un niño pide un dispositivo o juego con alto potencial de adicción por Navidad?
Si es un producto inapropiado para su edad o con características que suponen un riesgo, los padres pueden optar por no comprarlo. En cualquier caso, es clave explicar el motivo y, si se adquiere, pactar normas claras de uso saludable.

¿Qué pueden hacer las familias para fomentar este uso saludable que comentas?
–En casa se puede hacer mucho, pero es muy importante que este reto también se aborde desde los centros educativos. Es importante involucrarse en el tiempo de ocio del niño, ofrecer alternativas igualmente divertidas, limitar el uso de pantallas y evitar utilizarlas como recurso para “entretener” mientras los adultos hacen otras tareas. Implicarlo en esas actividades, jugar juntos, fomentar el movimiento, el contacto con la naturaleza o la práctica deportiva son claves protectoras.

El contacto con la naturaleza, el deporte… ¿Qué otro tipo de experiencias o actividades podrían sustituir los regalos digitales?
–La lectura interactiva, las actividades sociales o grupales, el juego con otros niños, el aprendizaje a través de los sentidos o los juegos de mesa interactivos son opciones que aportan desarrollo y disfrute sin riesgos asociados a la dependencia tecnológica.

¿Cuáles son las señales de la dependencia tecnológica infantil?
–Un aumento excesivo del tiempo frente a la pantalla, conductas agresivas o inusuales, aislamiento, rechazo a socializar, nerviosismo cuando no dispone del dispositivo, descenso en el rendimiento académico, pérdida de interés por actividades antes placenteras o mayor sensación de aburrimiento.

¿Qué hacer si se detecta una dependencia real al juego?
–Lo primero sería retirar o limitar el acceso al juego que genera la dependencia. Y, de forma paralela, acudir a un psicólogo infantojuvenil que pueda evaluar la situación y acompañar al niño en el proceso de recuperación.

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