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China: reconversión de urgencia para 300 millones de alumnos

La transición forzosa y en tiempo récord de China hacia formatos on line arroja lecciones de las que España puede aprender.
Rodrigo SantodomingoMartes, 28 de abril de 2020
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El cierre a cal y canto de la mayor red escolar del planeta llegó en pleno parón por el Año Nuevo chino. Era finales de enero cuando el Ministerio de Educación canceló la poca actividad que aún existía en periodo vacacional. Y pospuso sine die la reapertura de colegios e institutos –prevista para mediados de febrero– hasta nuevo aviso. Unos 276 millones de alumnos arrinconaron sus mochilas cuando terminaron las vacaciones. Pero el gobierno advirtió: “Se suspende la escuela, no el aprendizaje”. En absoluto un eslogan bienintencionado para un país que idolatra el éxito educativo.    

El 29 de febrero, la agencia de noticias oficial Xinhua confirmó lo que todo el mundo sabía. Los centros no abrirían hasta que la epidemia estuviera “básicamente bajo control”, algo que nadie –en China ni España ni ningún lugar del mundo– sabe a ciencia cierta qué significa. Aun así, el comunicado trazaba unos requisitos difusos aunque innegociables: “Que las escuelas tengan la capacidad de control y prevención esenciales, y que esté garantizada tanto la seguridad de alumnos y profesores, como la salud pública”.

Unos 276 millones de alumnos arrinconaron sus mochilas, pero el gobierno advirtió: “Se suspende la escuela, no el aprendizaje”

A mediados de marzo, empezaron a entornar sus puertas algunos centros en provincias donde el riesgo de contagio se estima bajo. El día 16 del pasado mes, la televisión oficial (CCTV) emitió un vídeo de chavales entrando a un centro de Guizhou, en el suroeste del país. Las imágenes, nunca vistas: mascarillas por doquier, orden marcial, policías supervisando, escaneos faciales…

Tras estos primeros test de reescolarización en tiempos de crisis, los alumnos chinos están volviendo progresivamente a las aulas. En el oeste rural, muchos centros ya funcionan a pleno rendimiento. Pero en la hiperpoblada costa este, impera la cautela. Por el momento, la prioridad de reapertura se está centrando en la Secundaria superior.    

Titán telemático

China tuvo suerte de cerrar sus escuelas cuando todavía quedaban un par de semanas de vacaciones. De esta forma, pudo anticipar, en cierta medida, soluciones alternativas de urgencia, siempre con el factor on line de común denominador.

La estrategia del país asiático está combinando directrices institucionales más o menos precisas, con altas dosis de improvisación, flexibilidad e inventiva en la práctica. Aúna iniciativas públicas masivas y la colaboración del sector privado, que ha hecho –por el momento– de la gratuidad su bandera. En parte por solidaridad, en parte porque este sector ve en el coronavirus un regalo del cielo para publicitar y expandir un negocio ya en auge.    

Una inmensa “clase nacional de internet en la nube” constituye el eje del proyecto estatal para que el aprendizaje no pare

Una inmensa “clase nacional de internet en la nube”, según la denominación oficial, constituye el eje del proyecto estatal para que el aprendizaje no pare. Nació el 17 de febrero erigida sobre 7.000 servidores que pueden soportar la concurrencia de hasta 50 millones de alumnos. Cubre 12 asignaturas para todos los cursos de la enseñanza obligatoria.

El titán telemático es una especie de sucedáneo presencial. Un ejército docente elegido para la causa graba y cuelga sus lecciones desde casa. Donde la banda ancha no llega, los alumnos pueden visionar las sesiones por televisión. No se pretende cubrir todo el currículum nacional. Simplemente, salir al paso en espera de acontecimientos.

De forma paralela, cada territorio con entidad administrativa propia –provincias, megalópolis, regiones autónomas…– ha puesto en marcha iniciativas específicas. Shanghái lanzó el 2 de marzo un “horario de enseñanza unificado” para Primaria y Secundaria. Más de mil profesores imparten clases en directo mediante plataformas como DingTalk (del Grupo Alibaba) o Zoom.

El Covid-19 está provocando un efecto inesperado: disparar la creatividad en una cultura pedagógica bastante rígida

A nivel escolar, cada centro y cada docente se afanan en simular normalidad. Avalancha de deberes por email, videoconferencias personales y grupales, infinidad de recursos web… Todo para que el ritmo no se detenga. Hay quien apunta que el Covid-19 está provocando un efecto inesperado: disparar la creatividad en una cultura pedagógica bastante rígida y de corte esencialmente transmisivo.            

Mientras el sector público muta para atravesar el trance, las empresas chinas de EdTech siembran en un campo de obligado barbecho con la esperanza de recolectar, en un futuro próximo, la cosecha de sus vidas. Tan cierto es que han arrimado el hombro declarando el todo gratis, como que el coronavirus se ha encarnado en el director creativo de una campaña de publicidad soñada. En un momento de pánico bursátil, las acciones de TAL Education (líder chino de EdTech), que cotiza en Wall Street, subieron un 20% en el primer mes y medio de 2020. Aunque, desde entonces, las intrincadas dinámicas de la especulación han hecho caer su valor hasta niveles anteriores.

Academias en quiebra

La cara triste de la moneda viene ejemplificada por el azote del virus sobre la tupida red de academias que prestan apoyo escolar. Un sector al que en China une un vínculo casi orgánico con la enseñanza reglada, sobre todo a medida que los estudiantes van pasando cursos y se acercan al examen de acceso a la universidad, el temido gaokao. Muchas academias están en quiebra; las que sobreviven, confían en salir reforzadas en época de perversa selección natural. 

El gigante asiático ha logrado que la rueda educativa siga girando. No escasean los palos que han ralentizado la efectividad de los formatos interactivos. Caída de servidores, conexiones inestables, interminables registros en aplicaciones… Amén de los escollos personales que cada alumno y profesor encuentra en esta reconversión forzosa.

En cuanto al impacto del cerrojo sobre la dimensión socializadora de la escuela, mejor ni hablar. Los alumnos, como el resto de la población, han tenido que conformarse con seguir las recomendaciones del gobierno para aliviar el estrés: llorar mucho e idear artilugios caseros que sirvan como punching ball.

Nota: este artículo ha sido elaborado consultando fuentes oficiales y las ediciones en inglés de medios chinos.

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