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Y la defensora del Pueblo ¡vino a visitarnos al cole!

Nuestros alumnos conocieron a la persona que vela por los derechos y los deberes.
Martes, 5 de mayo de 2015
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¿Qué ocurre si nos visita la defensora del Pueblo? La historia comienza cuando la directora del centro solicita su participación en la XXVIII Semana Cultural que se celebra en febrero y que este año ha versado sobre La mujer en la historia de Andalucía. Por problemas de agenda nos indican que Soledad Becerril, defensora del Pueblo, no puede acudir, pero que estaría encantada de dirigirse a nuestros alumnos en otro momento, proponiendo el 27 de marzo como fecha probable. En ese momento no éramos conscientes de la importancia que tendría dicha visita, ya que estábamos inmersos en la preparación de la Semana Cultural.

Pasados unos días, y ya terminada la Semana Cultural, comenzamos la planificación. Tenemos la suerte de ser un centro muy dinámico y acostumbrado a preparar eventos; un par de meses antes habíamos reunido a los alumnos en el salón de actos para celebrar una videoconferencia con la Antártida, pero claro, ¡ahora nos visitaba la defensora del Pueblo español! La noticia corre como la espuma.

Reunido el claustro, comenzamos con los preparativos y empiezan a surgir las ideas: decorar el colegio con pósteres sobre los derechos de los niños, debates en las clases sobre qué son los derechos y los deberes y sobre la importancia que tiene la figura del defensor del Pueblo. Los más pequeñines le ha-rían un libro de los derechos del niño y el claustro de profesores decide otorgarle la beca honorífica del colegio, que se le entrega a los alumnos que se gra-dúan al terminar 4º de ESO.

Muchas ideas y todas ellas llevadas a cabo, pero claro, después de la visita ¿qué recuerdo nos quedaría? Y así surge otra idea: una pequeña estatua y una placa conmemorativa. Pues en marcha, ahora comienzan los preparativos de la visita. Creemos conveniente informar al Ayuntamiento y a la Fundación Bancaria Unicaja –entidad titular del centro– y lo que en un principio era una importante visita se convierte en un evento lleno de protocolos y directrices institucionales. Empiezan a circular los correos electrónicos solicitando información sobre los asistentes, horarios, planificación del evento…Una vorágine que, tan cerca del final de la evaluación, nos sobrepasa un poco.

Comenzamos, los pequeños con sus dibujos y los mayores con los debates, buscamos información sobre la figura del defensor del Pueblo y averiguamos que está recogida en la Constitución y que Soledad Becerril no es la primera persona que ha sido defensora del Pueblo español, pero sí la primera mujer ministra de la democracia y defensora del Pueblo. También descubrimos que defiende nuestros derechos, pero que estos derechos nos obligan a tener deberes. Nos surgen preguntas como ¿quién la nombra? ¿Está sola en esa tarea? ¿Cobrará por lo que hace? Recogemos estas preguntas para realizarlas el día de la visita.

El gran momento
Y por fin el gran día. El colegio es un hervidero. Todos preparados y muy planificados: recepción en la entrada, pasa al despacho de dirección –no se nos podía olvidar que firmara en el libro de visitas–, le presentamos a las autoridades que han acudido del Ayuntamiento y la fundación, y le preguntamos si necesita algún medio tecnológico para la charla, todo perfectamente organizado. Le informamos de que cuando acabe la conferencia le haremos entrega de la beca y visitaremos la zona de los pequeños para descubrir la pequeña placa recordatorio de su visita.

Hasta aquí todo perfecto, pero sobre nuestras cabezas no paraba de circular la misma idea: ¿les gustara a los alumnos? ¿Se aburrirán? ¿Aprenderán algo? Ellos no eran conscientes de lo que habían supuesto los preparativos de la visita, sino que, como una actividad más, bajaban al salón de actos a otra conferencia. De repente se encuentran ante ellos a una señora mayor, mayor pero dinámica, que les empieza a hablar, sin ni siquiera poner un pequeño PowerPoint, aunque solo sea para acompañar.

En un tono amable y cercano comienza su alocución. Les habla de la importancia de los derechos y que ella con su equipo se encarga de mediar en los conflictos con la Administración. Nos recuerda que le encantaría que de ese salón de actos salieran futuros concejales, personas que trabajen por sus vecinos, destaca la importancia de conocer idiomas, ya que con ellos podemos comunicarnos con muchas más personas. 40 minutos, parece que es maestra y que sabe que a partir de los 40 los chicos dejan de atender. Comienza el turno de preguntas. Terminamos, descubrimos la placa y los pequeños le entregaron su libro. Y, se acabó.

Ahora toca hacer balance y, por supuesto, que les gustó a los alumnos. Aprender, aprendieron. Era imposible no aprender o descubrir algo nuevo. Aburrirse no se aburrieron y otra cosa importante, habían estado con la defensora del Pueblo. Ellos, unos alumnos de un pequeño cole conocían a la defensora del Pueblo.

Todo el esfuerzo había merecido la pena. Al final lo que nos quedó no fue el protocolo ni las instituciones, eso lo podríamos considerar daños colaterales. El verdadero balance fue que nuestros alumnos conocieran de primera mano a una persona que vela por eso de lo que tanto hablamos: los derechos y los deberes.

Una cosa más… Ahora a por la siguiente… Y con las mismas dudas…¿Les gustará a los alumnos? ¿Se aburrirán? ¿Aprenderán algo? ¡Pues claro! En esto de la Educación, siempre que se siembra, algún fruto prospera.

Gabriel Ángel Nieto y Ana Cano
Colegio “Juan de la Rosa” de Ronda (Málaga)

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