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Basta de responsabilizar al profesorado del acoso

José Mª de Moya
Director de Magisterio
16 de mayo de 2018
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Publicamos esta semana un estudio pionero que revela que el acoso escolar tiene una prevalencia del 55,1% entre los alumnos de altas capacidades. Sospechábamos que estos chavales serían carne de cañón pero, sinceramente, no imaginábamos que uno de cada dos pudiera haber sido víctima de acoso en algún momento. Si a la condición de víctima, añadimos la agresor y la de víctima-agresor, la prevalencia asciende al 83,2%. O sea, casi todos. Es una barbaridad.

El Informe Acoso y ciberacoso en estudiantes de altas capacidades: prevalencia y afectación psicológica auspiciado por la UNIR presenta otro dato que, no solo no me creo, sino que me molesta. Dice que casi el 25% de alumnos con altas capacidades que ha sido víctima de acoso considera que el profesor ha propiciado de alguna manera esta situación. No es la primera vez que se intentan culpabilizar en parte a los docentes de la situaciones de acoso. Es habitual en el tratamiento informativo de estos casos que se ponga el foco en el profesorado: ¿por que el profesor del niño no hizo nada? ¿por qué no intervino la dirección del centro? ¿por qué no se informó a la inspección? ¿por qué no se aplicó el protocolo? etc. Y es habitual que esas acusaciones procedan de quienes tal vez deberían permanecer calladitos: asociaciones de padres y alumnos, medios de comunicación… y una sociedad en general un pelín hipócrita.

Por eso me molesta que la opinión de los 285 alumnos de altas capacidades, a partir de los cuales se ha elaborado el informe, pueda poner en cuestión el trabajo de buena parte de nuestro profesorado. Me niego a creer que uno de cada cuatro docentes no haga nada ante las situaciones de acoso que se encuentra en el aula, más aún, incluso que las propicia. No me lo creo. Podremos reprochar muchas cosas a nuestros profesores, pero no su entrega diaria por sus alumnos. Nunca caeré en el peloteo fácil de decir que contamos con los mejores profesores del mundo porque no es así. Nuestros maestros tienen carencias como cualquier profesional, pero ante todo son maestros, educadores, formadores… y mayoritariamente lo son por vocación. Decir que propician el sufrimiento de un niño es una barbaridad.

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