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Los chicos no encuentran su sitio en el instituto frente al avance de las chicas

Pablo RoviraMartes, 11 de mayo de 2010
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“¿Cómo explicar que en los diversos indicadores de éxito escolar las mujeres obtengan resultados mejores que los hombres?”. Esta pregunta aparece entre las conclusiones del Estudio Estatal sobre la Convivencia Escolar en la ESO vista por el alumnado desde una perspectiva de género y realizado por el Observatorio Estatal para la Convivencia Escolar. Un informe al que ha tenido acceso MAGISTERIO y en el que se constata la desigualdad de género (académica y de valores) que existe en los institutos y colegios españoles.

El estudio concluye que “una de las respuestas más frecuentes a esta pregunta destaca, con acierto, la ventaja que para ello pueden suponer los tradicionales valores femeninos y la imposibilidad de adaptarse a la escuela desde el estereotipo masculino tradicional”. Sin embargo, “aunque acertada, esta respuesta parece incompleta”, añade el informe coordinado por María José Diaz-Aguado, profesora de la Unidad de Psicología Preventiva de la UCM ¿Por qué, como titulaba Le Monde de L’Education en noviembre, los chicos son actualmente “el sexo débil en las escuelas”?
El estudio del Observatorio para la Convivencia revela grandes diferencias de género, tanto académicamente como en cuestiones de convivencia. “En los tres indicadores de éxito académico considerados (ausencia de repetición de curso, autovaloración del rendimiento y expectativas de seguir estudiando), las alumnas están en mejor situación académica que los alumnos”. Sólo hace falta repasar los principales indicadores educativos para constatar esta diferencia. Según los últimos datos publicados por el Ministerio, la tasa de idoneidad a los 15 años (es decir, el porcentaje de estudiantes que está en el curso teórico que les corresponde por edad) es del 63,3% en el caso de las chicas, un porcentaje que desciende al 52,3% en los chicos. Más: el abandono educativo temprano (población de 18 a 24 años que no tiene Bachillerato o FP Grado Medio y no sigue ninguna formación) masculino es del 38,0%; el femenino es del 25,7%. La tasa bruta de titulados en Bachillerato es del 37,3% en el caso de los chicos y del 52,8% en el de las chicas. Y así en cualquier estadística que se consulte.

Eso sí, todos estos datos hablan “a toro pasado”, es decir, son datos referidos a la finalización de determinada etapa educativa o edad. Sin embargo, el estudio realizado por el Observatorio para la Convivencia aporta una nueva variable: el 61,9% de las adolescentes espera acabar sus estudios universitarios frente a un 51,4% de los adolescentes que así lo afirma. Es decir, no sólo la desigualdad está en los resultados obtenidos, sino además en la expectativa académica. En lo que cada uno de los géneros consigue del sistema educativo y también en lo que espera de él. En definitiva, en el distinto valor que conceden al estudio chicos y chicas.

Para Luisa Martín, responsable de Política Educativa de FE-CCOO, “el valor que la sociedad da a la Educación como elemento de promoción social se ha devaluado”. Sin embargo, “en el nuevo rol que ha calado en las mujeres el estudio significa un progreso en su autonomía y promoción social”. En parecidos términos se expresa Jesús Marrodán, presidente del sindicato de Inspectores de Educación (Usite). “No hay ningún elemento en el currículo o en la organización de los centros que justifique las diferencias. Veo más bien una cuestión social. Las chicas ven que el estudio es un instrumento de promoción personal. Y eso se ve mucho más claro en la población extranjera o en algunos estratos sociales. Las chicas son conscientes de que sus padres sólo les protegen educativamente si destacan. De alguna manera, se dejan la piel porque lo tienen más difícil. El hombre, en este sentido, espera que la vida se lo ponga fácil”.

Primero, la convivencia
Desde su experiencia personal, Juan José Nieto, director del IES “Julio Verne” de Leganés (Madrid) y promotor de la Plataforma Mejora tu escuela pública llega a la misma conclusión. “Las chicas trabajan y se esfuerzan más que los chicos. Hay diferencias de expectativas académicas, aunque es cierto que en Bachillerato se igualan”. La otra cara, como también constata el Observatorio, es que “los chicos tienen más problemas de convivencia. Por eso, el primer paso para mejorar los resultados académicos es mejorar la convivencia en el centro”. Como dice Luisa Martín, “la convivencia está muy relacionada con las dificultades académicas” y con el fracaso escolar. Y en este campo, como señala el estudio del Observatorio, “en casi todos los indicadores de la calidad de la convivencia, las alumnas la valoran de forma significativamente más positiva que los alumnos”. Sólo hay dos excepciones no significativas: la integración social del alumno en el centro y la participación de la familia en la vida escolar. Lo que descarta que los problemas de convivencia desde un punto de vista de género provengan de la inadaptación al centro. Así, señala el informe, “los indicadores que hacen referencia a problemas vividos como protagonista –víctima o agresor–, los chicos obtienen puntuaciones más elevadas que las chicas”. Esta diferencia también se observa, de manera significativa, en que “los chicos reconocen participar en todo tipo de conductas inadecuadas hacia el profesorado (disrupción, falta de respeto o conductas agresivas) en mayor medida que las chicas”. Al respecto, Vicent Baggetto, director del IES “Joan Fuster” de Sueca (Valencia) añade, desde su experiencia personal, que “en los últimos años hay cierto incremento en conductas contrarias a la convivencia por parte de las chicas”.

Baggetto también incorpora un nuevo elemento de análisis que es la vuelta a las aulas de muchos jóvenes por culpa de la crisis económica. Como reacción a una realidad vivida con mayor intensidad en las autonomías donde el boom económico basado en la construcción y el turismo vació con mayor intensidad las aulas. Un abandono educativo que incidió mucho más en los chicos porque “la salida laboral fácil y sin titulación para la mujer no existe”, apunta Jesús Marrodán. Sin embargo, coinciden los entrevistados, la inserción laboral prematura sólo ha sido una alternativa para los alumnos con problemas de rendimiento académico. Por tanto, más que una causa de los problemas educativos (como en ocasiones se han justificado los datos de fracaso escolar desde algunas Administraciones educativas), el abandono ha sido un efecto, una consecuencia.

En este sentido, señala Juan José Nieto, “es un acierto adelantar los PCPI. La pena es que hay que esperar a que el chaval fracase y simplemente llegue a la edad para ofrecerle esta alternativa, cuando a lo mejor los problemas académicos los detectamos ya en primero de ESO. Desarrollar la igualdad tiene que ser trabajar la igualdad de oportunidades, lo que no significa que todo tenga que ser igual para todos”. En este sentido, concluye Jesús Marrodán, “lo que necesita el sistema educativo es una reflexión sobre los valores que transmitimos”. En suma, concluye el informe del Observatorio para la Convivencia, “estos resultados sobre diferencias de género reflejan la necesidad de plantear los planes de convivencia y los programas de prevención de la violencia desde una perspectiva que tenga en cuenta dichas diferencias”.

Diferencias tanto convivenciales como académicas y, por cierto, no exclusivamente españolas. El reto, como gráficamente ha titulado en un libro Jean-Louis Auduc, director adjunto del Instituto Universitario de Formación de Maestros de la Academia de Créteil (Paris, Francia) es ahora “Salvar a los chicos”. Porque conviene recordar, como así hace en sus conclusiones el Observatorio para la Convivencia, “que hace sólo dos décadas tuvo que promoverse la permanencia de las mujeres en el sistema educativo a través de campañas como No limites su Educación, es una mujer del siglo XXI”. Como sentencia Juan José Nieto, “porque como no abordemos las desigualdades entre chicos y chicas, éstas seguirán existiendo”.

Convivencia desde la perspectiva de género

    • Violencia masculina…

El estudio también señala que “los chicos participan en situaciones agresivas o de acoso en mayor medida que las chicas en todas las situaciones por las que se pregunta, incluidas las agresiones de tipo psicológico”. Es más, las diferencias aumentan considerablemente con la gravedad de la situación”. A mayor gravedad o violencia, más participación masculina.

    • …y víctima masculina

En paralelo, cuando se pregunta a las víctimas por la identidad de los acosadores también se encuentra que éstos suelen ser con más frecuencia chicos. La justificación de la violencia es mayor en el caso de los chicos que en las chicas.

    • Más rechazo, chicas

También las chicas se muestran más sensibilizadas al entender que en una situación escolar existe confrontación y conflicto. Según el estudio, “las diferencias hay que atribuirlas a una mayor sensibilidad y/o rechazo por parte de ellas a dicha situación” de violencia escolar o acoso.

    • Empatía femenina

En cuanto a la respuesta ante una agresión, “las alumnas adoptan posturas que reflejan una identificación mucho más clara en contra de la violencia”, mientras que los chicos adoptan en mayor grado posturas contrarias a la convivencia de “participación en la violencia o de indiferencia”.

    • Percepción del docente

En cuanto a la reacción del profesorado ante el acoso, siendo el mismo profesorado, la percepción por parte del alumnado varía entre chicos y chicas. Éstas perciben “mayor intervención para detener el acoso por parte del profesorado”, mientras los chicos perciben más una “pasividad” docente.

    • Consumo de drogas

Por contra, esta investigación refleja “un consumo más frecuente de las drogas de venta legal (alcohol y tabaco) a adultos entre las adolescentes, y un consumo más frecuente de cannabis y otras drogas ilegales” entre los chicos. Eso sí, en cualquier caso, en porcentajes bajos.

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