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La Unesco propone evaluar el trabajo dentro de las aulas para apoyar al docente

Adrián ArcosMartes, 29 de noviembre de 2011
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Tenemos un sistema educativo muy atractivo en comparación con los países de nuestro entorno, pero que cuenta con poca autonomía en los centros y que es incapaz de reconocer la mejora, y aun peor de reflejar esas mejoras en la carrera docente. Esta fue la conclusión de la conferencia del director de Políticas Educativas de la Unesco, Francesc Pedró, durante el I Seminario sobre Educación y Políticas Educativas en España, organizado por Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), que se celebró la pasada semana en la Fundación Rafael de Pino, en Madrid.

Pedró puso de manifiestó que, según los datos de 2008, “en España existe una ratio enorme entre el salario que percibe un profesor de Secundaria tras 15 años de servicio en relación con otros profesionales que cuentan con un nivel de formación equivalente”. Esto hace que la profesión docente sea realmente atractiva en nuestro país. También se demuestra, según Pedró, en que “el porcentaje de docentes que abandona la Educación es insignificante, mientras que en otros países se han producido grandes movimientos hacia el sector servicios –sobre todo hacia el sector bancario, los seguros o el turismo– que nosotros desconocemos”.

La gran pega que tiene nuestro sistema es que “no incentiva la mejora”. El porcentaje de docentes que declara haber tenido alguna supervisión de su clase en el último año es mínimo. “¿Cuántas veces al año un docente ve a un inspector en su clase evaluando sus prácticas?”, se pregunta Pedró. Él tiene claro que “si no hay supervisión no hay diagnóstico, y si no hay diagnóstico no puede haber un apoyo a ese docente”.

En este sentido, el representante de la Unesco hizo hincapié en que “nos faltan datos”. Según Pedró, “hemos pasado de discusiones sobre políticas de profesorado centradas en sus condiciones de trabajo a otras sobre los resultados del alumno –sobre todo gracias a PISA,Timss o Pirls–, sin saber exactamente que entre las condiciones de trabajo, los aspectos periféricos de la labor docente y los resultados del alumno media un trayecto enorme”. Es lo que Pedró denomina “la caja negra”. Por eso aboga por “encontrar elementos que permitan abrir esa caja negra y hacer más transparente el trabajo del aula”. Pedró recuerda que “ya ha habido intentos importantes en esta dirección, como el estudio Timss, utilizando vídeos en clase, o el informe Talis, proyecto emblema de la OCDE en materia del profesorado y que ha intentado poner de manifiesto las prácticas docentes predominantes también a través de vídeos del trabajo en clase”. Pero apenas tenemos datos acerca de lo que está sucediendo en el aula y, según Pedró, “se trata de la pieza capital y la desconocemos”.

Asimismo, “el acceso a la profesión docente prescinde de cualquier tipo de proceso de tutorización o inducción práctica”. A este respecto, el director de Políticas Educativas de la Unesco denunció el proceso por el cual “un buen día un docente desembarca en un centro después de la formación teórica, pero lo que se encuentra es una distancia enorme entre lo que aprendió en el sistema de formación inicial y la práctica real del centro”.

Eduardo Coba, director del Instituto de Formación del Profesorado del Ministerio (Ifiie), también censuró el mecanismo por el cual “muchos profesores noveles se quedan en expectativa de destino, pueden pasar 10 o más años migrando de un centro a otro o les son asignados puestos en centros rurales de difícil desempeño donde es muy complicado que se motiven”. Y lo peor, para Coba, es que “acabamos enviando al profesor que acaba de aprobar las oposiciones o al interino que se ha quedado a las puertas de aprobarlas”.

Por este motivo, para el representante del Ministerio, “sería interesante que se habilitase a un profesor experimentado como tutor de estos profesores recién incorporados en buenos centros de referencia”. De esta forma, según Coba, “tendríamos la seguridad de que ese joven profesor recibe la formación adecuada para después exportarlo a otros centros que necesiten su presencia”. “Ese profesor sénior debería facilitar al nuevo el conocimiento de las características del centro, del alumnado, de la normativa general y específica que rige, y ser su asesor en las dificultades que encontrase en relación con los alumnos, la metodología y la discipina de aula”, explicó Coba.

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