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Adentrándonos en el mágico mundo de la poesía

Fomentar el hábito de lectura entre los niños incluye acercarles al mundo de la poesía, y qué mejor forma que con poemas escritos para ellos, como es el caso de Versos vegetales, de Antonio Rubio.
Miércoles, 16 de enero de 2002
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Antonio Rubio dedica su nuevo libro, Versos vegeta-les, a dos profesores que han sido de gran importancia en su vida: a Sor Carmen, su primera maestra, que le enseñó el arte de las letras y le acostumbró al gusto por la poesía, y a Federico Martín, compañero de trabajó en una escuela de Leganés, que enseñaba a sus alumnos a recitar versos de Miguel Hernández, Alberti, Machado… “Daba gusto oirles recitar”, explica el autor.

Influído por estos docentes, Antonio Rubio ha optado por escribir poemas para los más pequeños, ya que también él pretende “llenar de versos el aire de las escuelas como ellos lo hicieron”. Aunque empezó a escribir cuando era un adolescente, Antonio Rubio se especializó en literatura infantil en su etapa de maestro. Desde entonces, persigue “encontrar aquellos sones que me regalaron, aquellos primeros ojos de asombro para mirar las cosas, y aquellos oídos atentos al ritmo y a la rima que sólo tiene un niño”. En definitiva, enseñar a los niños a soñar.

Páginas para soñar

Adivinanzas, juegos, canciones, recetas y consejos. Todo esto y muchas sorpresas más, es lo que puede n encontrar los niños en este libro de poemas, donde las palabras se ordenan como si fueran las notas musicales de un pentagrama.

Entre sus páginas, los pequeños lectores disfrutarán con diferentes escenarios, donde los pájaros sueñan, un poeta regala nomeolvides a las estrellas, una hoja se hace pez, o un cocodrilo se perfuma con hojas de tilo. Y todo ello, salpicado con divertidas ilustraciones de la artista Teresa Novoa.

El libro de Antonio Rubio está especialmente indicado para niños a partir de ocho años, pero el autor opina que hay que acercar a los niños al mundo de la poesía lo más pronto posible, guiándonos por las pautas de la tradición oral: “en los primeros tres años, el espacio del juego y del canto es el propio del cuerpo del niño (nanas, rimas corporales…); de tres a seis, el espacio es externo (cantos de corro, comba…), y de seis a nueve, el escenario del juego es el propio lenguaje (trabalenguas, adivinanzas, juegos de palabras…)”.

El libro Versos vegetales, de Antonio Rubio, puede encontrarse en la Colección Sopa de Libros de la Editorial Anaya. 

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