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Manos a la obra... y al papel

El papel es el gran protagonista de toda una experiencia integradora, la que lleva a cabo APAI con el fin de que, por una vez, sean los chavales discapacitados los que enseñen a los demás.
Miércoles, 11 de diciembre de 2002
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“Un proyecto de integración al revés”. Con estas palabras, Victor García Hijón, coordinador y profesor de la Fundación APAI, define la actividad que, año tras año –con éste ya son ocho–, se realiza dentro del aula didáctica de fabricación de papel artesanal que su centro organiza. No en vano, su innovadora propuesta consiste en que “los chicos con problemas les enseñen lo que saben a los chicos que vienen de los colegios y no tienen ningún problema”.

El “Federico García Lorca” de Madrid es uno de los colegios visitantes. Sus alumnos de 3º, 4º, 5º y 6º de Primaria han vivido, según su profesora Ana Ortega, “una experiencia ejemplar”. Y esto es así porque a través de ella “los chavales se dan cuenta de que cualquier persona es útil y de que hay que intentar darle a cada uno una ocupación”.

Y es que, situada en la madrileña localidad de San Sebastián de los Reyes, esta fábrica de papel artesanal sirve para que jóvenes con minusvalía psíquica desarrollen su tarea, así como para acoger visitas de centros escolares que buscan que sus alumnos experimenten y conozcan todo lo relacionado con el papel. De esta forma, la visita se convierte en un buen soporte para los profesores de Plástica, Tecnología y Conocimiento del Medio.

La Fundación APAI tiene como objetivo la inserción laboral de disminuídos psíquicos, para lo cual cuenta con el Centro de Formación APAI-PAPEL, donde se desarrollan Escuelas-Taller sobre fabricación de papel artesanal para Bellas Artes, y la Cooperativa de Trabajo APAI-ARTE, encargada de elaborar artesanía de papel y madera.

Los alumnos cursan dos años de formación en el taller, tras lo que “se emplean en otro lado. Y ésa, precisamente, es la lucha, que los chavales que se forman aquí laboralmente puedan tener un trabajo remunerado en una empresa ordinaria”, comenta Víctor García.

Una experiencia única

Una iniciativa única de integración es lo que experimentan tanto los trabajadores de APAI –convertidos en monitores durante la visita– como los alumnos a los que enseñan. “Los chicos que están aquí aprendiendo a hacer papel son los que enseñan a hacer papel a los chicos de los colegios que vienen”, explica Víctor. Unos chicos, los visitantes, de todas las edades, pues “acuden desde pequeños de cinco años hasta universitarios”.

Para los chicos con minusvalía que trabajan en la fábrica, con edades comprendidas entre los 16 y los 24 años, “el hecho de que puedan enseñar algo a alguien es importante, ya no solamente por la autoestima, que se les levanta muchísimo, sino también por la parte del aprendizaje, puesto que muchas veces uno aprende más cuando enseña que cuando tiene que aprender por sí mismo. Ese proceso es muy bonito, ya que lo que están haciendo es memorizar y verbalizar todo lo que saben”, continúa el profesor de APAI.

Ismael, un monitor de 20 años de edad, no contradice a su maestro: “Ya hemos tenido bastantes colegios y esto es maravilloso para nosotros. Los niños hacen bien el papel y les encanta”. Prueba de ello es Angelo, un pequeño visitante de 10 años, que cree que “hacer el papel es un poco difícil, pero los monitores son los mejores profesores”.

Mi propia hoja de papel

Con el objeto de dar a conocer este oficio artesanal, la visita a la fábrica de papel incluye, como nos cuenta Víctor, “una parte teórica, en la que se les explica qué es el papel, de dónde procede, cómo llegó a España, y sus usos y materias primas”. Posteriormente, los niños son testigos, a la vez que participan activamente –de hecho, cada uno de ellos fabrica su propia hoja de papel–, de todo el proceso de elaboración del papel. Un papel que, en ocasiones, es reciclado, de tal manera que “los pequeños trabajan también lo referente al medio ambiente y la ecología”.

Para los visitantes más mayores se programan otras actividades, como “una exposición con los materiales y materias primas de las que se hace el papel”, prosigue García Hijón. Además, se muestra un vídeo sobre la fabricación de papel en un molino barcelonés del siglo XVII.

¿Qué es el papel?

Cada uno de los visitantes del taller recibe al final de la actividad, junto con la hoja que ha elaborado, un cuadernillo de papel artesanal donde se explican los orígenes, materias primas y usos del papel. De este modo, se especifica que una hoja de papel es el conjunto de fibras de celulosa de origen vegetal unidas entre sí.

Asimismo, se habla un poco de su invención, que se le atribuye a Tsai-Loun, un chino del primer siglo de nuestra era. Sin embargo, en España tuvimos que esperar a los árabes para que lo introdujeran. En un principio, el papel se hacía a base de trapos viejos, pero después se descubrió el filón de los árboles y las plantas para obtener fibras. De hecho, los árboles más utilizados en este menester son el pino, el eucalipto y el chopo; en cuanto a las plantas, el lino, el algodón y el cáñamo son las más empleadas. Además, este recordatorio que todos los pequeños se pueden llevar a casa incluye una hoja con los pasos a seguir en la formación del papel.

En conclusión y en palabras de Víctor, nos encontramos ante una actividad que “es rica para ambos, tanto para los psicodeficientes como para los que no lo son; sin duda, toda una vivencia de intercambio”.

El papel llega a España

Aunque el papel queméis,
no quemaréis lo que el papel encierra;
que dentro de mi espíritu,
a pesar de vos, se conserva
y conmigo camina
adonde quiera que mis pies me llevan.
Allí donde repose,
allí también reposará mi ciencia,
y conmigo en mi tumba
será enterrada el día que yo muera.
¿Qué me importa a mí el hecho
de que queméis papeles y vitelas?
Estos versos, obra del polígrafo cordobés Ibn-Hazm en el siglo XI, tienen un espacio destacado en la pequeña exposición que a la historia del papel dedica APAI. Una exposición que los niños también recorren en su visita. 

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