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El huevo o la gallina, ¿qué fue antes?

Los alimentos tienen más utilidades que la de ser un simple comestible. Este es el caso de los huevos, cuya aplicación didáctica cobra importancia a través de los fenómenos físico-químicos.
Miércoles, 9 de abril de 2003
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Los fenómenos físico-químicos derivados de la experimentación con un huevo son los siguientes:
1. El huevo y la velocidad angular: ¿quién no ha mezclado huevos crudos y cocidos?
Para diferenciarlos existen dos posibilidades: romperlos (si resultan ser crudos podríamos cenar tortilla) o buscar la respuesta en la Física. La solución reside en hacer girar el huevo como una peonza. Si éste está crudo, su interior poseerá un movimiento caótico, que lo frenará. Sin embargo, si está cocido se comportará como un sólido rígido, realizando un movimiento de rotación que continuará durante cierto tiempo.
2. El huevo y el principio de Arquímedes: por ejemplo, nos permite abordar el funcionamiento de un submarino.

La flotabilidad de un cuerpo en un líquido depende de, al menos, dos fuerzas antiparalelas: el empuje y el peso. La primera es dependiente de la densidad del fluido en el que se encuentra el cuerpo y la segunda, de la densidad del objeto introducido en dicho líquido. Este hecho serviría para explicar lo que ocurre, por ejemplo, en el Mar Muerto o cómo los submarinos se hunden inundando cámaras con agua, lo que aumenta su densidad, o evacuando el agua para ascender, ya que dicha magnitud disminuye su valor.

3. El huevo y la elasticidad: ¿cómo se puede lograr botar un huevo sin romperlo?
Se sumerge un huevo en vinagre y se observa la aparición de burbujas que denotan la existencia de un proceso químico (aquel en el que la naturaleza de las sustancias varía). El carbonato de calcio existente en la cáscara del huevo reacciona con el vinagre (disolución de ácido acético) y proporciona, entre otras sustancias, dióxido de carbono, gas que se desprende en forma de burbujas. Así, la cáscara se descompone, desapareciendo tras permanecer el huevo sumergido en vinagre; vinagre que habrá que cambiar periódicamente, a lo largo de los dos días en los que tiene lugar el desarrollo del experimento.

4. El huevo y la variación de volumen: se observa que el huevo de la experiencia anterior ha aumentado considerablemente de tamaño; esto se debe a que la membrana situada inmediatamente debajo de la cáscara es semipermeable. Este proceso se conoce con el nombre de ósmosis. Este trasiego de líquido puede tener lugar en ambos sentidos y así, si se sumerge el huevo de la experiencia precedente en jarabe o miel disminuirá su tamaño.

5. El huevo cocido y la presión atmosférica: se calienta un matraz de 500 ml y se sitúa un huevo cocido y pelado en la boca del mismo. Se observa cómo poco a poco el huevo se va deformando y avanza por el cuello del matraz hasta introducirse en la botella. ¿Quién lo ha empujado ahí? La respuesta es que al calentar el matraz el aire se dilata, desplazándose parte del mismo hacia el exterior. Se consigue así un relativo vacío en su interior, donde la presión es inferior a la atmosférica.

Curiosidades de la ciencia

Todos los días a nuestro alrededor se producen fenómenos físicos y químicos, y no nos paramos a pensar en ellos. En este artículo veremos cómo algo de uso tan cotidiano como es el huevo nos permite realizar experiencias en dichos campos. El ser humano lo conoce desde hace siglos, hasta el punto de formar parte de nuestro refranero: “Cuando seas padre comerás dos huevos”.

Comencemos por explicar qué es un huevo. Es el gameto femenino producido en el ovario. En los animales ovíparos el huevo es una célula visible a simple vista, lo que se debe a que ésta acumula las sustancias nutritivas a partir de las cuales se desarrollará el embrión. En la gallina la parte nutritiva o vitelo recibe, vulgarmente, el nombre de yema. La cáscara está formada en un 94% de carbonato de calcio y presenta pequeños poros que permiten intercambios gaseosos con el exterior.

Está claro que el uso principal del huevo es alimentario pero, ¿qué explotación didáctica podríamos darle en una clase? En este caso, los huevos se utilizan con fines didácticos, como recurso conocido para los alumnos. Los procesos físico-químicos se emplean como método científico para explicar las leyes de la ciencia a través de un sistema de aprendizaje sencillo y fácil de comprender por los alumnos.

A partir de ahora veremos este alimento como un instrumento idóneo para enseñar a los más pequeños.

Sin embargo, aún quedan muchas preguntas sin respuesta científica como, por ejemplo, qué fue antes, si el huevo o la gallina.

Alicia SÁNCHEZ
Ana Isabel BÁRCENA
Rafael ROMÁN
Antonio SEQUEIRA 

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