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Orden en la sala

Acercar la justicia a los colegios. Éste es el objetivo de Educando en Justicia, un programa educativo promovido por el Consejo General del Poder Judicial y la Comunidad de Madrid.
Miércoles, 3 de marzo de 2004
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Autor: Esther ORIZ

“¿Qué asignatura toca ahora?”, preguntan los alumnos del IES “Beatriz Galindo” mientras se acomodan en el salón de actos. Los alumnos no saben nada acerca del programa educativo Educando en Justicia, que ya ha recorrido algunos colegios de la Comunidad de Madrid. Alcalá de Henares o Móstoles han sido algunos de los destinos elegidos por el Consejo General del Poder Judicial para que magistrados de la Audencia Nacional o de la Audencia Provincial de Madrid dieran una serie de nociones básicas sobre la justicia a chavales de entre 12 a 16 años.

Los escolares se muestran expectantes cuando la presentadora del evento aparece por el lateral del escenario. Estos espectadores parecen dominar y conocerlo todo sobre el mundo de la ley, pero la presentadora les pone en un aprieto: “¿alguién sabe qué es la justicia?” El silencio es la respuesta, así que un breve video les sirve como introducción. Después de cinco minutos, las luces del salón de actos vuelven a iluminar un escenario donde ahora se han colocado dos sillas de corte moderno y una alfombra que da a la fría madera un ambiente más acogedor.

Un juez en el instituto

La presentadora les dirige otra pregunta: “chicos, ¿sabéis lo que hace un juez?” Eduardo Porres, magistrado del Juzgado de Instrucción número cuatro de Plaza de Castilla, les explica con un lenguaje cordial su difícil labor al frente de tantas denuncias y casos. Este profesional de la justicia lleva muchos años dictando sentencias, pero hoy se enfrenta a una situación novedosa y desconocida: enfrentarse a las difíciles preguntas que le formulan unos chavales cada vez más interesados en el mundo de las leyes.

Para este juez, “ la Justicia es una gran desconocida en España, ya que la gente no sabe cómo funciona un juzgado y cúal es la labor de los jueces. Este tipo de programas educativos son muy necesarios, puesto que en asignaturas como Ciencias Sociales no se habla prácticamente de estos aspectos”.

Recreando un juicio

Después de clarificar conceptos, llega la hora de que el grupo de teatro del colegio entre en acción. Se han estado preparando con gran ilusión durante dos semanas la representación de un juicio de menores. En este caso, el acusado es un chaval que le rompe un diente a otro en el curso de una pelea. Para probrar su culpabilidad, irán desfilando por este juzgado escolar algunos testigos de la pelea y expertos, al estilo de series televisivas.

A los espectadores les resulta inusual el funcionamiento del juicio o que los integrantes del mismo utilicen constantemente “con la venia, señoría”.

Finalmente, el acusado se arrepiente de haber roto el diente a la víctima, pero la sentencia se le presenta como un jarro de agua fría: “por la autoridad que me otorga la Constitución declaro a Andrés Sanchéz responsable de un delito de lesiones y le impongo la medida de libertad vigilada.”

Se trata, sin embargo, de una interpretacion donde el acusado, un actor de 15 años, no cumplirá la pena. Lo único real en este juicio son las enseñanzas del juez, que se detiene en los momentos cruciales del juicio para explicar a los alumnos detenidamente su funcionamiento.

De este modo, surgen algunas vocaciones: Marta, la fiscal del caso, pasará de interpretar un papel figurado en esta obra a estudiar realmente Derecho, aunque “no para juez, que hay que estudiar mucho”.

Por último, se levanta la sesión y finaliza esta actividad que supone una experiencia positiva tanto para el juez como para los alumnos.
 

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