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Somos artistas entre mandalas

Durante el curso pasado, la madrileña EI “La Cañada” de Coslada decidió poner en marcha un taller de Plástica. Se trataba de que cada uno de los pequeños –con edades comprendidas entre los tres y los seis años– realizara su propia obra de arte. Para ello, las educadoras se valieron de los mandalas.
Miércoles, 16 de febrero de 2005
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Nos dedicamos a educar a niños de Educación Infantil y durante el curso escolar 2003-04 nos planteamos llevar a cabo un taller de Plástica fuera del aula con una compañera encargada de ese taller.

Queríamos trabajar las diferentes técnicas plásticas de una manera nueva en el centro para nuestros alumnos. Además, estábamos un poco cansadas de hacer las mismas cosas dentro de las aulas y la compañera encargada del taller, Marta, nos propuso trabajar con mandalas.

Al principio, no sabíamos a qué se refería Marta, así que empezamos a buscar bibliografía (como Mandalas. Teoría y práctica, de S. Wuillemet y Caveluis, en Parramón Ediciones; o Energía y fuerza a través de los mandalas, de M. y W. Küstenhacher, en Ediciones Obelisco) y a documentarnos sobre los mandalas. La idea nos gustó y nos motivamos, así que programamos el Taller de Plástica referido a los mandalas.

Pasos a seguir en el taller

Trabajamos en nuestras aulas con los más pequeños, es decir, con los niños de tres a seis años. Cada vez con mayor frecuencia nos encontramos con alumnos que tienen falta de concentración, no pueden estar atentos durante mucho tiempo, están continuamente inquietos, se levantan, van de acá para allá sin ningún objetivo, chillan… En definitiva, no se centran.

Nuestra compañera Marta comenzó a utilizar los mandalas con los chavales durante 15 ó 10 minutos al finalizar el taller de teatro. Los pasos que seguía eran los siguientes:
—Poner música de relajación: cualquier música lenta sirve.
—Se puede quemar incienso.
—Preparar un ambiente agradable y relajado, mientras se ponen al alcance de los pequeños lapiceros de colores, rotuladores, acuarelas, etc.
—Ofrecer a los pequeños los diferentes modelos de mandalas para que ellos elijan uno y empiecen a colorearlo como quieran, sin prisas, en silencio. No es necesario que terminen su trabajo en una sesión, es más, pueden utilizar el tiempo que quieran o incluso dejarlo si así lo deciden; eso sí, mientras estén en silencio y respeten el trabajo del resto de sus compañeros.
—Cuando los niños terminan sus mandalas hay varias posibilidades: llevarlo a casa para mostrar su “obra de arte”, plasmarlo en una camiseta en otro taller, o simplemente quemarlo en el patio para liberarse de ese trabajo.

Muy positiva

Nuestra experiencia personal con nuestros alumnos ha sido muy positiva en este taller. De hecho, hemos observado los frutos rápidamente. A continuación detallamos algunos de ellos:

—Como consecuencia de realizar esta actividad de forma sistemática, los niños son capaces de mantener su atención durante más tiempo.
—Respetan al otro en silencio, no hacen juicios de valor despectivos y, además, valoran el trabajo del compañero.
—Están motivados y alegres durante la actividad porque se sienten relajados, valorados y únicos en su “obra de arte”. Además, van más serenos a las siguientes actividades de aula.
—Los pequeños han descubierto un mundo nuevo que les gusta porque se sienten creativos. Además, incluso pueden intentar crear su propio mandala.
—Han ejercitado sus sentidos: el oído con la música; el olfato con el incienso; la vista con diferentes técnicas plásticas y usos del color; el tacto gracias al ambiente relajado, al recogimiento interior y al placer del silencio.
—Liberan sus tensiones y el “estrés” de la vida social que les ha tocado vivir.
—Han aprendido las diferentes técnicas plásticas.

Evaluación

A nosotras, como maestras, este tipo de actividad nos llena de alegría y placer profesional, porque nos sentimos más unidas a nuestros alumnos y ellos a nosotras.

Además, nosotras también realizamos nuestros propios mandalas, al tiempo que hicimos que los niños se sintieran únicos, valorados, que se relajasen, crearan, les gustase el ambiente… Todo ello, sin duda, facilitó el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Cuando en el mes de junio vayamos a la granja escuela a pasar tres días, todos llevaremos estampado en nuestra camiseta nuestro mandala favorito. Y es que queremos que se nos identifique como grupo unido y diferente de los demás grupos que estén allí; será nuestra camiseta favorita y peculiar.

Así daremos por terminada nuestra experiencia durante este curso escolar. Una experiencia que ha sido maravillosa, motivadora y muy creativa, tanto para los niños como para las educadoras de la escuela.

Marta MORACHO MOLINA
Carmen MARUGÁN CALVO
Inmaculada SÁEZ MERINO
EI “La Cañada”. Coslada, Madrid 

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