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La alfabetización de la mujer de una minoría étnica

Un total de 495 millones de mujeres son analfabetas de los 774 millones de adultos que hay en el mundo que no saben leer ni escribir, según datos de la Unesco.
Estrella MartínezMartes, 23 de septiembre de 2014
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La ONG InteRed recuerda que “no saber leer y escribir es el principal indicador de exclusión y de-sigualdad”. La organización insiste en que el 70% de la población mundial “que está bajo los umbrales de la pobreza” son mujeres y niñas, donde las “más afectadas son las indígenas de zonas rurales”.

InteRed trabaja en Bolivia en programas de alfabetización de mujeres indígenas que viven en zonas rurales, como refleja el vídeo que grabaron en 2012 titulado La Educación es poder. Dominga García tiene 57 años y ocho hijos, vive en la comunidad guaraní de Villa Mercedes, en el municipio boliviano de Huacaya –departamento de Chuquiasca–. Ella es la protagonista indiscutible de este trabajo audiovisual sobre las tareas de InteRed en la alfabetización de mujeres en la zona.

Cuando Dominga tenía 32 años a su marido le explotó una granada en la mano y murió. Dominga se hizo cargo de la economía familiar y lo primero que empezó a notar fue, que al no tener conocimientos matemáticos, cuando encargaba a otras personas que compraran algo de ropa para sus hijos, ella les daba dinero sin tener claro cuánto les estaba dando, del mismo modo que tampoco entendía las explicaciones que le daban cuando le traían las vueltas con la ropa que habían comprado. “Me di cuenta de que es importante saber cuánto cuestan las cosas, cuánto estoy ganando con mi trabajo”, explica.

La importancia de la labor que realizan organizaciones con InteRed con estas mujeres es fundamental, pues como recuerda Eusebio Rivero, responsable del proyecto de Alfabetización de la Fundación Nor Sud, “no hay una política nacional de Educación alternativa, de Educación Primaria para adultos”, por lo que “son las ONG las que la administran”.

Delina Cumandiri, responsable de Género de la Asamblea del Pueblo Guaraní, recuerda que no siempre es fácil impartir este tipo de Educación, pues hay mujeres que dicen que no quieren estudiar poque son mayores, “soy vieja y me voy a morir pronto”, por lo que defienden que la Educación sean para los jóvenes de la comunidad. También las hay que aunque tengan una edad avanzadan quieren, por lo menos, aprender a escribir su nombre. Por otro lado, hay mujeres como Dominga, que comparte clases con alumnas que tienen hasta 69 años, que estás volcadas en su aprendizaje. La importancia de que estas mujeres de edad avanzada reciban una Educación reside también en el hecho de que se convierten en ejemplo para el resto de la comunidad, para la gente joven, que ve cómo sus mayores también muestran interés por formarse.

Alumnas como Dominga están tan contentas con la Educación que reciben que piden “que no se quede ahí porque queremos llegar hasta más allá”. Unas palabras que secunda Eusebio Rivero afirmando que “hay que llegar más allá del programa de alfabetización”. Para que esto suceda es fundamental “dar un seguimiento”, defiende Delina. Gracias a este seguimiento en el proceso educativo, suceden cosas como esta: “Antes como que mi madre no decía nada, no se expresaba bien, en cambio ahora que está estudiando sabe decir las cosas y está aprendiendo a valorarse más”, dice Juan Carlos, hijo de Dominga.

La realidad guaraní
“La vida de la mujer guaraní es casarse y tener hijos”, explica Cumandiri. “Nuestra cultura es para el hombre, por lo que las mujeres no tenían ocasión de estudiar”, añade. “La percepción de las mujeres en las comunidades a partir de la alfabetización cambia mucho. Empieza a ser parte de la misma y ya no solamente el varón es el que tiene esa posibilidad. Ellas dicen que ya no son las mismas de antes, sienten que también pueden, al igual que los varones”. Hay que “hacer entender a los hombres que las mujeres podemos fortalecer nuestra misma organización, que no estamos ahí sin más”, concluye Delina Cumandiri.

Al machismo imperante en estas comunidades se une el hecho de que son indígenas, por lo que la Educación no tiene ningún sentido para ellos si no se imparte de manera bilingüe en castellano y guaraní. Una situación a la que todavía se enfrentan pueblos indígenas de todo el mundo, que acuden a aulas donde solo se habla en un idioma que a ellos les resulta desconocido y que no les enseñan. La Educación bilingüe no solo les da la oportunidad de formarse en las dos lenguas, sino que, además, les permite “no perder nuestra identidad”, como defiende la profesora Nelly.

Este proceso formativo se completa con aprendizaje de derechos humanos y de las mujeres. Como bien explica Dominga, “por medio del estudio ahora sé cuáles son mis derechos que tengo que defender y cuáles son los de mis hijos, que también tengo que defender. Ahora entiendo más que todo que uno tiene que ser respetado por lo que es”. Como pueblo indígena y como mujeres, “necesitamos conocer, así nos podremos defender y no nos presionarán tanto”, concluye la profesora Nelly.

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