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La Educación de niñas y mujeres en el África rural

“Queremos que nuestras alumnas sean las mejor preparadas”, dice Vanessa Koutouan.
Estrella MartínezMartes, 10 de marzo de 2015
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“El Centro Rural Ilomba está en la M’Batto-Bouaké (Costa de Marfil), un área mal comunicada y de difícil acceso”, explica en un español perfecto Vanessa Koutouan, su directora. A esta falta de accesibilidad se une un problema mayor, la pobreza. Por eso este centro es un oásis para las mujeres y niñas de la zona.

El trabajo que desempeñan Vanessa y todos sus compañeros se ha visto recompensado con el Premio Harambee España 2015 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana. Como dice Juan Luis Rodríguez Fraile, presidente de Harambee España, “hay que confiar en las capacidades de los africanos para el desarrollo del continente, que pide a gritos estímulo y medios materiales para conseguirlo”. Fraile defendió la cooperación real con los africanos “que se esfuerzan por sacar adelante sus propios proyectos, pero que necesitan ayuda económica para lograrlo”. En África hay personas que dedican “su vida a la mejora de la Educación, la sanidad y el desarrollo de sus pueblos, como es el caso de Vanessa Koutouan”. Por eso es tan importante “cambiar el chip para hablar de África en positivo, de la capacidad de los africanos para hacer las cosas bien”, insistió, un continente donde “la mujer es la clave”, de ahí que este premio sirva como ventana para mostrar lo que hace la mujer africana para mejorar la situación de sus congéneres y con ello de toda la sociedad.

Vanessa Koutouan se licenció en Infografía en la Universidad de Abdican. Ella era una chica de ciudad, pero aprovechó sus años de estudiante para comenzar a trabajar como voluntaria en el centro Ilomba. Tras viajar a Italia para completar sus estudios, Vanessa decidió trabajar en Ilomba, donde había visto la necesidad que imperaba en el lugar.

Qué es Ilomba
“Aquí una mujer no tiene derecho a la tierra y su destino siempre es irse a otra familia. El hombre es quien hereda la tierra y es dueño de la misma”, cuenta Agnew Dago en un vídeo grabado por Harambee. “Las mujeres de las zonas rurales de nuestro país viven como esclavas, aunque son felices porque ni siquiera se plantean que su vida pueda ser mejor”, explicó Vanessa. “De niña tienes que conseguir agua para la familia, atender a los hermanos pequeños y ayudar en los trabajos del campo”. No es raro que la obliguen a casarse “porque sus padres necesitan la dote que aporta el marido para sobrevivir”. Una vez casada, la vida de la niña o de la mujer pasa a estar dedicada a mantener la casa y a sus hijos. Si el marido consigue reunir otra dote “se casa con otra mujer, la poligamia está culturalmente admitida, aunque no se trata de zonas musulmanas”. En este marco, “si la familia dispone de medios para pagar una escuela –no existe la Educación gratuita ni obligatoria–, esos medios se destinan a los varones porque se considera que educar a una chica es perder el tiempo y el dinero”, pues cuando la niña se case pasará a formar parte de otra familia, por lo que podemos decir que los padres consideran que invertir en su Educación es una inversión a fondo perdido.

Por tanto, en sus años como voluntaria, Vanessa vio analfabetismo, pobreza extrema, maternidad precoz, infectados de VIH, falta de mínimos conocimientos higiénicos y de nutrición, etc. El centro nació a finales de los años 90 para combatir estas situaciones con un pequeño dispensario médico y una escuela de formación profesional con alfabetización de mujeres adultas. Ahora con los años ha nacido una pequeña escuela de Secundaria y otra de formación profesional para jóvenes, y es que “solo la Educación puede liberar a estas mujeres y niñas”. Si aprenden a “leer, a escribir, un oficio, pueden ayudar a la economía familiar y no ser obligadas a casarse, lo que les da independencia y la posibilidad de disponer de sus vidas”. En Costa de Marfil sucede como en todos los lugares del mundo, “hay niñas muy listas que con Educación podrían llegar a ser grandes profesionales y ayudar al desarrollo del país”, pero que, por falta de oportunidades “estarán toda la vida trabajando la tierra y viviendo como esclavas”, denunció Vanessa.

“Nosotros añadimos a los planes de estudio francés, inglés, contabilidad y gestión empresarial porque la mayoría de las jóvenes tendrán que trabajar como autónomas e intentamos darles las herramientas necesarias para hacerlo con éxito, fomentando siempre el trabajo de calidad, que sean honradas y cobren un precio justo por lo que hace”, como medio para luchar contra la corrupción, tan arraigada en el país. “Tenemos buenos profesores y queremos que nuestras alumnas sean las mejor preparadas y puedan llegar a la universidad”, abriendo así otro camino paralelo al de la formación profesional.

Al ser una zona muy pobre, en la escuela tratan de conseguir becas para las niñas, al mismo tiempo que hablan con sus padres para convencerlos de la importancia de la Educación, porque “cuando se les explica, lo entienden”. Una beca de 50 euros paga un año de formación y transporte de una niña. El transporte es importante, “nos gustaría tener un autobús, pero es caro. Nuestras niñas caminan kilómetros –no tienen dinero para pagar un transporte– para venir y a veces las carreteras están anegadas por las lluvias”. No siempre logran llegar, pero“ellas ponen todos los medios para estudiar, lo valoran mucho y eso nos anima muchísimo”, concluyó.

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