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Un lugar para normalizar la vida de los niños tutelados

La aldea de El Escorial está dividida en nueve hogares, en cada uno de los cuales viven cinco o seis niños.
Pilar RuzMartes, 9 de junio de 2015
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El municipio madrileño de El Escorial alberga una de las ocho aldeas infantiles que la organización sin ánimo de lucro Aldeas Infantiles SOS tiene repartidas por España. En ella conviven actualmente 46 niños de entre 4 y 17 años cuya tutela ha pasado a manos del Estado por diversos motivos que impedían a los padres cuidar correctamente de ellos. Por esto se le considera un programa de protección a la infancia.

La aldea de El Escorial, inaugurada en 1985, está dividida en nueve hogares, en cada uno de los cuales viven cinco o seis niños, acompañados de una educadora permanente, denominada madre SOS. Ella está disponible para atender todas las necesidades de los niños, desde hablar con los profesores del colegio hasta organizar la casa.

Acompañando a la madre SOS hay dos educadores sociales que trabajan con los niños durante la semana y cubren las tareas de la madre durante sus dos días de libranza. Es aquí donde aparece la figura masculina, ya que uno de los trabajadores es un hombre. “Esto es muy importante porque algunos de los niños necesitan a un chico para hacerle sus confidencias. No siempre pasa, pero sí es necesario”, señala Paqui, una de las madres SOS.

En la distribución de los niños en los hogares se siguen varios criterios. El primero de ellos consiste en mantener a los grupos de hermanos juntos, para que continúen su convivencia familiar. Por otro lado, se busca que el perfil de los niños y los educadores encaje para facilitar la convivencia.

Un día a día normal
En cuanto al día a día en la aldea se busca la normalización. “Los niños se levantan, hacen sus camas, desayunan y van al colegio como cualquier niño normal”, señala Paqui. En este sentido, los niños asisten a clases en los diferentes centros del municipio y realizan actividades extraescolares por las tardes. Además, “el verano también lo tienen ocupado”, asegura Javier, subdirector de la aldea, ya que se realizan “multitud de actividades y campamentos y, en algunos casos, los niños pueden pasar una parte de sus vacaciones con sus padres”. La familia biológica puede visitar a sus hijos o, incluso, pasar fines de semana con ellos, según lo dictamine Servicios Sociales.

Uno de los problemas fundamentales surge cuando los niños alcanzan la mayoría de edad, ya que deben abandonar la aldea. En este caso, si los interesados lo desean, se les incluye en el programa de apoyo a la autonomía de los jóvenes, gracias al cual pueden continuar sus estudios o buscar trabajo y vivir en pisos asistidos por la organización. Por ello, los niños deben aprender desde pequeños a valerse por sí mismos. “Ellos hacen sus camas y ponen las lavadoras porque tiene que saber hacerlo, cuando cumplan los 18 se van a ir. Por eso también se les prepara para la salida y se les enseñan cosas básicas como abrir una cuenta bancaria”, señala Paqui.

Una familia
“Es como una familia, pero tienes que ser más comedido porque, al fin y al cabo, no eres su madre”, afirma Paqui. Aun así, la educadora asegura que “se nota que te cogen afecto. Hay días que te notan más triste o cansada y ellos se esfuerzan más para que tú no estés mal”. Asimismo la responsable de uno de los hogares remarca que, “aunque te enganches emocionalmente, tienes que tener en cuenta que es un trabajo y saber desconectar los días que libras”.

Este programa tiene un 30% de financiación pública y un 70% privada, a partir de las donaciones de empresas y particulares. Uno de estos padrinos es Cambridge English Language Assessment, que ha participado en el programa Constructor de presente de Aldeas Infantiles SOS. Esta iniciativa busca la colaboración e implicación de entidades y empresas en las actividades de atención a los niños. Esta decisión de colaborar surge de la responsabilidad social de la institución, cuyas funciones están relacionadas con la Educación.

Además de este programa, Aldeas Infantiles SOS tiene también repartidos por el territorio nacional 19 centros de día o programas de protección al menor, en los que continua con su labor solidaria en todas las etapas.

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