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¿Alguien sabe qué fue del Chino?

José Mª de Moya
Director de Magisterio
15 de marzo de 2016
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Hace pocos días visité un colegio líder en innovación que mantiene en su oferta educativa clases de Chino. Será de los pocos que persisten en el empeño y les honra. Fueron pioneros en introducir la asignatura en el currículo escolar hace cinco años cuanto el Chino causaba furor, era una de las “tendencias” del momento, se decía que sin el Chino sería imposible abrirse camino en el futuro, etc. Cinco años después ya no habla del Chino ni los chinos residentes. Aquello tuvo mucho de moda y bastante de marketing, tentaciones en las que recurrentemente cae el sector educativo. Porque, aunque tenemos mala memoria, si nos esforzamos podemos recordar otros casos similares al del Chino.

En este punto conviene recomendar lo que se recomienda a los educadores: paciencia y equilibrio. Solo el tiempo y la fundamentación pedagógica nos dirán si aquella o esa otra propuesta innovadora es una moda pasajera o ha venido para quedarse y mejorar las cosas. Por eso conviene ser prudente, sensato, paciente y equilibrado. En otras actividades profesionales podemos permitirnos ser incluso temerarios, pero tratándose de la Educación de nuestros niños y jóvenes no procede. Me viene ahora a la cabeza lo que decía el responsable de varios colegios sobre todo esto: “No estoy dispuesto a jugarme la formación de toda una generación de alumnos de mis centros”.

Por eso me ha gustado el enfoque del informe Prepara tu escuela para la sociedad digital. Claves para sumarse al cambio, recientemente editado por Fundación Telefónica. Lejos de planteamientos iluministas y rupturistas con toda tradición, propone “un cambio sin prisa ni pausa”, fundamentado pedagógicamente y sustentado sobre análisis cuantitativos y cualitativos, a partir de la información y buenas prácticas aportadas por más de 1.100 centros de toda España. Se trata, probablemente, del acercamiento más profundo, sensato y clarificador a esa revolución digital de la escuela de la que tanto se habla pero que nos suele dejar con la cabeza caliente y los pies fríos. Esa revolución digital que debe ser, sobre todo, facilitadora de una Educación más personalizada e integral, a menos que quiera acabar como el Chino.

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