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Soluciones policiales a problemas educativos

José Mª de Moya
Director de Magisterio
1 de marzo de 2016
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Pretender convertir a los profesores en jueces o policías es no entender una palabra de lo que significa educar. No me resigno a confiar en que la Educación puede más que las leyes o la represión y suscribo aquello de que cada euro que nos ahorremos en profesores, luego nos lo tendremos que gastar multiplicado por cinco en policías. No me he vuelto utópico, amigos, pienso que entre el pragmatismo y la utopía debe haber un camino.

Me he levantado así porque, a cuenta de los recientes casos de acoso escolar, se están proponiendo atajos y, como suelo repetir un par de veces al año, en Educación no caben los atajos. Se están ofreciendo soluciones policiales a un problema que esencialmente es formativo. Por supuesto que crear un número de denuncia de casos de acoso escolar puede resultar útil, como lo es el número del Defensor del Profesor del sindicato ANPE o que los maestros sean autoridad pública… Como también sería útil que pudieran llevar armas o chaleco antibalas o al menos una porra… o mejor aun que pudieran poner multas. En fin, si nos deslizamos por esta pendiente absurda no parece muy claro dónde podríamos terminar.

Me consta que a los buenos profesores no les entusiasma esta “nueva pedagogía” y que, como el entrañable obispo Myriel de Los Miserables, prefieren confiar y formar a sus alumnos a coger el atajo fácil e incierto de la represión, el control y la denuncia.

Que nadie se confunda, no estoy apelando a esa “supremacía de lo emocional sobre lo disciplinario” que denunciara acertadamente hace unas semanas el profesor Martín del Castillo en estas mismas páginas. En absoluto, en todo caso personalmente apelo a una supremacía de lo educativo, en el sentido más pleno y profundo del término, sobre lo emocional pero también sobre lo disciplinario.

Urge una solución integral de los problemas de disciplina que asolan el día a día de los docentes. Una solución que ofrezca formación en el uso y abuso de las redes sociales, en la protección de menores…, tanto a los profesores como a las familias y a los alumnos. Una solución que apueste, en definitiva, por una formación integral. ¿Y activar líneas de denuncia? Quizás también, pero después.

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